Extremistas islámicos en el este de Uganda perpetraron un atroz acto de violencia el 8 de marzo, acabando con la vida de Kiisa Masolo, un hombre cristiano de 45 años.
Masolo, conocido por su dedicación a difundir la fe en Cristo, fue brutalmente asesinado en su hogar en la aldea de Nakitiku, parroquia de Bunabuka, subcondado de Bubeza, distrito de Sironko.
La tragedia se desencadenó cuando Masolo regresaba a casa después de predicar en las calles de Nakaloke y Busajjabwankuba. Siete hombres enmascarados, vestidos con prendas islámicas, lo abordaron y se lo llevaron a la fuerza, según relató su afligida madre, Norah Nandege.
Tras este desgarrador suceso, los perpetradores dejaron una nota en árabe junto al cuerpo sin vida de Masolo, encontrando sus palabras de odio en la que justificaban su violento acto como represalia por la conversión de musulmanes al cristianismo.
Masolo había recibido previas advertencias y amenazas a través de su teléfono móvil, instándole a cesar en su labor de conversión religiosa. Sin embargo, Masolo, firme en su convicción, rechazó ceder ante la intimidación, creyendo que su misión de llevar el evangelio de Cristo era su propósito divino.
La pérdida de Masolo no solo ha dejado un vacío irreparable en la comunidad cristiana de Uganda, sino que también ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de abordar la creciente persecución religiosa en el país.
Este trágico incidente se suma a una serie de ataques contra cristianos documentados por Morning Star News, subrayando la importancia de proteger y garantizar la libertad religiosa, un derecho fundamental consagrado en la constitución y las leyes de Uganda.
El cuerpo de Masolo, marcado por heridas profundas en la cabeza y el cuello, fue trasladado a la morgue de la ciudad de Mbale para una autopsia y una investigación exhaustiva. Masolo, miembro del Calvary Temple en Mbale, será recordado por su valentía y dedicación a su fe, así como por su firme convicción en el poder del evangelio.
Este acto de intolerancia religiosa nos recuerda la importancia de promover la coexistencia pacífica y el respeto mutuo entre todas las comunidades religiosas en Uganda. Mientras tanto, es imperativo que las autoridades investiguen y lleven ante la justicia a los responsables de este horrendo crimen, para que se haga justicia y se prevengan futuros actos de violencia sectaria.