En la nota de hoy, quiero enfocarme en otro evangelista, y quiero priorizar este rol por sobre el de discípulo. En notas anteriores hablamos de Lucas hoy quiero profundizar en la vida de Mateo, el autor del primer libro del Nuevo Testamento.
El porqué de la semejanza con Pablo
Tal vez ya lo sabías, Mateo antes de ser un seguidor de Jesús era un cobrador de impuestos, un publicano. Su caso se parece, por el oficio, a lo que sucederá luego con Zaqueo. Era empleado público del Imperio Romano, y al cobrar los tributos eran normales estas dos cosas: primero, les cobraba a los propios judíos, lo que se traducía en una traición hacia su gente; segundo, no había honestidad en el cobro de impuestos, porque se quedaban con un buen porcentaje del pago.
Por este motivo, el odio y el desprecio hacia los publicanos era común entre los judíos, y se cree que hasta justificado.
La conversión de Mateo fue diferente al ser más tranquila y pacífica. A Mateo se le acercó Jesús y simplemente le pidió que viniera con Él: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió, Mateo 9:9.
Es notable cómo el evangelista habla de sí mismo en tercera persona, y la convicción que tenía Jesús al elegir a sus más cercanos seguidores, debido a que Mateo simplemente le siguió sin chistar. En este caso se diferencia con Pablo, quien tuvo una conversión más contundente, debido a que quedó ciego y tuvo que hacer ayunos y oraciones hasta aceptar ciento por ciento al Señor. Sin embargo, tienen en común que ambos provinieron de los mismos judíos y fueron, en su momento, objeto de disgusto, bronca y odio.
Las singularidades de este libro
La Biblia está llena de verdades que requieren fe. Al contrario de la ciencia, ésta no se comprueba —aunque hay apologistas y científicos que se encargan de argumentar con su conocimiento a favor de ella—. Como ocurre con otros lugares, pasajes o libros de la Biblia, sus orígenes, el lugar donde fueron escritos o incluso si son los verdaderos autores, son asuntos que en algún momento han sido objeto de debate histórico, sin que haya significado un motivo para que los creyentes pierdan la fe.
Según la Biblia de Estudio NVI (Pág. 1598), uno de los asuntos que no tiene claridad del libro de Mateo es dónde fue escrito. Según la tradición, el Evangelio fue escrito en la Tierra Santa —actual Palestina, Israel—, mientras que para otros fue escrito en Antioquía de Siria.
El otro punto de debate, según la misma referencia, es que no se tiene la certeza de que el Evangelio haya sido completamente escrito por Mateo. Esto debido a que hay un escrito de un padre de la iglesia, llamado Papías, en los primeros siglos de cristianismo, el cual aseguraba que el apóstol había recaudado toda la vida de Jesús y, a partir de eso, incorporó algunos pasajes o escritos de forma complementaria. No obstante, investigaciones posteriores determinaron que no ocurrió de esa forma.
De un judío para público judío
La característica principal de Mateo, y en esto una vez más tiene rasgos coincidentes con Saulo/Pablo, es que al ser judío tenía una forma de escribir convincente para el público de Israel, lo que contribuyó a que se convirtieran y creyeran en que Jesús era el Mesías. Es por esto que el libro está sistematizado hasta de forma artística (según la Biblia citada antes).
Mateo no narró la historia de Jesús en una estructura rígida y cronológica, sino que más bien agrupó los hechos según el tema. Ejemplo de esto es el vínculo que realiza sobre el “reino de los cielos” y todas las parábolas y enseñanzas, que se encuentran agrupadas en pocos capítulos o versículos. Por lo tanto, cuando se encuentra una determinada temática en este libro, se puede asegurar que se concentra hasta agotarlo y pasar al siguiente. Es una característica que sólo se cumple en este Evangelio.
Además, todo el libro es una defensa del mesianismo de Jesús, donde compara las profecías del Antiguo Testamento y demuestra que fueron cumplidas en su vida.
Hoy en día, cuando todo declina, es fundamental que no lo haga nuestra fe. Igualmente creo que es necesario hablarles a los que son de nuestro mismo grupo, origen y pertenencia. Esas son dos de las principales lecciones que nos dejó Mateo y que, por ello, las quiero resaltar hoy.