Al entender que somos parte de un Reino eterno y somos uno con Su Rey eterno, debemos tener presente que cerrar un año en nuestro cronos no es cambiar de agenda.
Cuando adoramos al Señor nuestro cuerpo está en el lugar pero nuestro espíritu se encuentra conectado con la eternidad y la gloria nos invade por completo.
Tener vida eterna abre la oportunidad de que nuestras acciones temporales, lo que manifestamos con nuestra alma y cuerpo, participen esa extraordinaria eternidad.
En esta quinta parte de esta serie de artículos sobre la salvación el tema es esclarecer cuáles son esos ingredientes de alta calidad para edificar el alma.
El alma es un espacio de construcción. Todo lo que conocemos del alma humana es aquello que fue contraído en algún momento del tiempo. Es tan así que usted nunca verá a un bebé recién nacido buscando un psicólogo.
Kevin DeYoung en su libro Una grieta en tu santidad, afirma que en la iglesia contemporánea las personas anhelan el futuro celestial, irónicamente, detestando vivirlo en la tierra
Con la muerte del Hijo, Dios llora con nosotros al considerar nuestras aflicciones momentáneas de esta vida; en su resurrección, el Señor nos hace partícipes de la vida eterna en su presencia.