Con la muerte del Hijo, Dios llora con nosotros al considerar nuestras aflicciones momentáneas de esta vida; en su resurrección, el Señor nos hace partícipes de la vida eterna en su presencia.
Conozca a través de las sencillas y realistas reflexiones de esta páginas las variadas reacciones de los que tuvieron que ver con la cruz, comenzando por el mismo Jesús y terminando por Pablo.