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Somos lo que multiplicamos en las generaciones

Cuando comenzamos a profundizar en los diseños eternos de Dios, vemos que todo lo que pertenece a su propósito eterno es dado a conocer en el vínculo de la familia: la relación de un Padre, su Hijo, y la esposa de su Hijo, que es la Iglesia.

Sin lugar a duda, no hay una expresión más exacta de Dios en toda la creación que el diseño integral de la familia y sus miembros.

«y dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo”. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: “Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo”.Génesis 1:26-28

Fuimos diseñados para multiplicar lo eterno en las generaciones. 

Estamos llamados a ser imagen, expresión de Dios en la Tierra, y a multiplicarlo en las generaciones.

Estamos llamados a tener dominio, a gobernar sobre el mundo con autoridad representativa a través de las generaciones.

No es difícil de reconocer que si la familia no responde a su diseño eterno, vamos multiplicando más dolor, pérdidas y sufrimientos innecesarios, que corresponden al alejamiento del diseño del Creador de la familia, y no hay mayor frustración que intentar resolver los problemas profundos en el hogar de manera superficial.

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (Juan 17:3).

Nuestra vida es eterna, y consiste en conocer al Padre y al Hijo, quien lo revela. La ignorancia es más peligrosa de lo que pensamos; ella no tiene misericordia ni perdona, y da poder legal a las tinieblas para arrasar con todos nuestros sueños de ser una familia unida, próspera y, sobre todo, con el anhelo de ver a nuestros seres queridos vivir como verdaderos colaboradores de Dios para el progreso del Evangelio.

Es fundamental que entendamos que lo que Dios busca es que preservemos nuestros hogares “en Cristo”.

A veces, nos preocupamos tanto por la salud física, la superación educacional, deportiva y financiera (lo cual es importante en su debido orden), que olvidamos el gran valor de que Cristo esté siendo formado en casa para que nuestra descendencia camine en justicia, como Dios dijera de Abraham.

Es necesario identificar que las abundantes ideologías sociales en la actualidad no provienen tanto como lo imaginamos de seres pensantes amantes de la filosofía; su origen es nada más y nada menos que el árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal, y están corrompiendo mucho más velozmente a nuestra descendencia de lo que nos damos cuenta. Pero en el Evangelio de la gloriosa y eterna victoria de la cruz, el árbol de la vida «Cristo» absorbió y absorbe el árbol del conocimiento del bien y del mal, con todas sus mentiras y deterioros.

Hay numerosos mitos (nacidos del árbol del bien y del mal) que arrastramos generacionalmente como cristianos, los cuales tornan a nuestros hogares incapaces de ver una reproducción exacta del corazón del Padre en nuestra descendencia. 

Es fundamental que como familias lleguemos a comprender que Dios lo encerró todo dentro de Cristo y que nada que esté en Él puede ser dañado. Esto es verdaderamente glorioso; esta maravillosa verdad se ha vuelto nuestra gran esperanza. Es como el arca de Noé: nada que estuviera dentro del arca podía ser destruido. Por tanto, en la medida que este entendimiento crezca, eliminará todo deseo de tener nuestra familia fuera de su Hijo.

Busquemos cada día ser llevados por su Espíritu Santo a crecer en madurez. Esta madurez no es otra cosa que la expresión de la vida de Cristo en nosotros, empezando desde nuestras familias.

El Evangelio es Cristo. Es una VIDA que comienza en casa, mucho más que prácticas eclesiásticas en un determinado día de semana. El Evangelio es una Persona, una Palabra viva: es Cristo en nosotros. No es Evangelio si no transforma nuestra naturaleza pecaminosa; tampoco lo es si no nos hace madurar. Y madurar tiene que ver con entender y experimentar la vida de Cristo que portamos en nuestro interior gracias a la poderosa obra de la Cruz. El verdadero Evangelio es una propuesta a nuestro espíritu para solucionar por la victoria de la cruz un grave problema de la naturaleza pecaminosa, que es la verdadera causa que está destrozando los hogares, sin importar raza, credo, religión o nivel socioeconómico.

Recordemos siempre que el Evangelio de la Cruz y la resurrección de Cristo es la única esperanza para llegar a ser, conforme a la voluntad de Dios, FAMILIAS QUE MULTIPLICAN LO ETERNO.

David Firman
David Firman
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Terapeuta Familiar. Bachiller en Teología, egresado en el año 2001 del IETL de Rosario. Pastor en CTHTN Rosario y zona. Escritor y Conferencista.

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