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Somos Iglesia, no un sistema religioso

Quisiera en este artículo comentarte acerca de algunos lineamientos espirituales que debe ser motivo de reflexión para todo el Cuerpo de Cristo.

Seguramente, a lo largo de esta serie, hablaremos sobre temas sensibles, quizás alguna “vaca sagrada” que no nos animamos a tocar y, por qué no, mucha mirada interior. Veamos:

1. La crisis ha llegado. Estamos en crisis, ¿lo sabías? A nivel macro, en muchísimos aspectos, y a nivel micro, hablando de la Iglesia del Señor, a la cual amo profundamente.

La crisis no necesariamente debe verse como algo malo, más bien, por el contrario, es una oportunidad para replantearnos si estamos yendo en la dirección correcta. Entraron en crisis los ISMOS: los institucionalismos, los denominacionalismos, los dogmatismos, etc. Y debemos dar gloria a Dios por este tiempo, porque esto nos permite volver a la esencia, volver a las bases de lo que verdaderamente ES IGLESIA.

La Iglesia de Cristo debe recuperar valores y principios que quedaron en el olvido. Nos hemos vuelto fundamentalistas de la verdad; en lugar de ser ejemplo, personas que inspiren a otros, mostrar el carácter del buen Padre celestial, nos hemos vuelto impositivos, inquisidores modernos, menospreciadores de los demás, como si por tener a Cristo en nuestra vida estuviéramos en un pedestal más alto, olvidando que todo lo que somos es por PURA GRACIA Y MISERICORDIA. Descubrimos que somos Iglesia cuando valoramos más su gracia que nuestros propios méritos o talentos.

2. Creemos en ser guiados por el Señor a través de su Palabra, pero no avalamos el violentamiento de las conciencias individuales.

Tu vida y la mía deben ser regidas por lo único infalible que tenemos, que es la Palabra del Señor. Si vos y yo estamos en la búsqueda de la Palabra del Señor, ya su Palabra es poderosa para hacer lo que tenga que hacer en nosotros. Sin embargo, este proceso interior NO NOS HABILITA para imponer a los demás nuestra fe. La fe nunca es para ser impuesta; es para ser expresada con amor, compartida con pasión, pero no es una fe que habilite la persecución de los que no creen o de los que piensan distinto.

Es complejo este tiempo, si no entendemos que vivimos en una sociedad que pone en duda permanentemente los absolutos. Yo creo que la Palabra de Dios es verdad; creo en Cristo como mi único Salvador y Señor personal, pero vivo en una sociedad que descree del Hijo de Dios, que elige el ateísmo, que ve a la Palabra de Dios como algo retrógrado y sin valor.

Ok, ¿Cómo se convive con eso?

Siendo fieles hijos de Dios, y sabiendo que la fe es para ser vivida y compartida, pero NUNCA IMPUESTA. La fe es para ser puesta en alto con mucho amor por aquellos que no conocen al Señor, pero no somos el Espíritu Santo (no convencemos a nadie, no tenemos el poder para cambiar a nadie, ni siquiera podemos cambiarnos a nosotros mismos). No somos Dios, no somos jueces.

Entonces ¿Cuál es nuestro rol?

Hijos. La creación está aguardando la manifestación de los hijos. Tus vecinos, tus compañeros de trabajo, tus amigos que no cristianos esperan que les muestres el carácter bondadoso del buen Padre celestial, que es paciente para con todos. Llevémoslo a lo práctico, un caso real. Una chica de 18 años tiene una amiga no cristiana que cree en el aborto y que ya se realizó uno. Ocurre que, después de practicarse el aborto, la chica comenzó con una tremenda culpabilidad en su vida. Tristeza profunda, no sabía qué le sucedía. Su amiga, cuando escuchó la historia, necesitaba entender el desafío, descubrir cuál era su rol en todo esto: podía ponerse en rol del Espíritu Santo, ponerse la meta de que “debía convencerla si o si” para no hacerlo. O quizás en el rol de ser Dios, juez, implacable, inmisericorde, el cristianismo desde el pedestal de orgullo, mirando a los “pecadores y mundanos” por encima del hombro. O, quizás, simple y complejamente, mostrarle el amor de Cristo sin emitir juicio, sin condenarla, solo hacer como Jesús hizo. Mostrar el camino de regreso al Padre, compartiendo la verdad en amor. No solo transmisores de la verdad fría, olvidando que allí hay una vida que está sufriendo.

Cuando el joven rico vino al Maestro, Jesús le dijo lo que debía hacer, pero el joven rico no lo hizo. Y Jesús no lo anduvo persiguiendo por toda Galilea para ver si había obedecido. El amor que Jesús nos enseña es tan maravilloso, tan sublime, tan respetuoso, que jamás violentará nuestra conciencia individual. Al contrario, seguirá atrayéndonos con cuerdas de amor.

Las cuerdas de condenación, la predicación basada en el temor al infierno, el evangelio culpógeno, no es lo que Jesús vino a transmitir. Tenemos escrita la síntesis más maravillosa: «de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo. Pero no lo envió al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo» (ver Juan 3:15-16). Esta es nuestra fe personal, que jamás debe ser impuesta, pero siempre debe ser mostrada con ejemplos, con actos de la vida cotidiana que revelen el carácter amoroso y salvífico del Señor Jesús.

3. Y, por último, de la mano con lo anterior, este principio que deseo comentarte. El Evangelio es para ser LIBRES, no para seguir esclavizados y solamente cambiar de yugo.

La invitación del apóstol Pablo es para que estemos FIRMES EN LA LIBERTAD QUE CRISTO NOS DIO. Qué tremendo es descubrir que muchos dentro de nuestras iglesias están atados, esclavizados al pecado. Claro, vos me dirás: “Pero si ya dejé la vida de pecado que llevaba”… Eso ocurre cuando nos centramos en el pecado solamente como “hacer lo malo”. Y pecado es “errar al blanco”, es decir, hacer lo que no está en la voluntad de Dios.

Por eso es que muchos cambiaron de yugo: antes estaban atados a vicios, drogas, alcoholismo, tabaquismo, violencia intrafamiliar, pero ahora están atados al activismo religioso, al sentimentalismo religioso, a dogmatismos humanos, a obediencia a ciegas a los hombres, a sujeción absoluta (“porque lo dijo el pastor”), atados a la culpa porque sí o sí tienen que dar su diezmo; si no, les caerá la maldición. O si faltan a una reunión, están en pecado, y ese domingo algo malo les pasará.

¿Sos libre? ¿O solo cambiaste un yugo de pecado fuera de Dios por un yugo “espiritualizado”, un yugo dentro del sistema religioso?

Martín Carrasco

Algunos dejaron las emociones altas de las drogas por las emociones altas de vivir de evento cristiano en evento cristiano, buscando el súmmum de las emociones… pero entre intervalos viven por el subsuelo. Como Iglesia de Cristo, debemos meditar. Debemos volver a la esencia. Al llegar al cielo, el Padre no nos preguntará si hicimos lo que dijo nuestro pastor o el “apóstol”. Nos preguntará si hicimos su voluntad. Y sin hacer apología de la rebeldía, lejos de eso, es hora de hacernos preguntas. Buscar respuestas según lo que Dios quiere para nosotros en este tiempo. 

Martín Carrasco
Martín Carrasco
Pastorea la iglesia Casa de Oración en el partido de San Vicente, Buenos Aires. Trabaja en pastoral juvenil desde el año 2005, fue parte del staff de la Radio Mundial CVC La Voz, y tiene publicados 4 libros. Apasionado por la familia, está casado con Lu y tiene dos hijos: Maite y Felipe.

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