Como hijo de pastores, pasé por todos los ministerios de la iglesia: danza, alabanza, escuela de niños, cámara, ujier… y todo ello está muy bien, porque es un privilegio servir al Señor. Pero, lamentablemente, en numerosas ocasiones me encontré en la misma posición que la antigua iglesia de Éfeso.

Jesús comienza su carta para esta congregación alabando su buen trabajo y reconociendo el arduo esfuerzo que estaba llevando a cabo para la obra del Señor, pero, de pronto, cambia drásticamente el tono de su mensaje para confrontarlos: «Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor» (Ap. 2:4). Y este es sin duda uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la iglesia de Cristo en la actualidad, pues cada día son más los cristianos que, sin darse cuenta siquiera, están dejando que la pasión que avivaba sus corazones cuando conocieron a Jesús se extinga lentamente.

La sociedad en que vivimos se mueve a ritmo acelerado y cada día nos encontramos llenos de ocupaciones y quehaceres que quieren adueñarse de todo nuestro tiempo. Pareciera que las 24 horas del día no son suficientes para compaginar todas las tareas que consideramos importantes o necesarias. Y, tristemente, incluso la oración, la lectura de la Biblia o el servicio en la iglesia pueden llegar a convertirse en una actividad más dentro de nuestra frenética y apretada agenda. A su vez, muchos son los cristianos que deseando agradar a Dios se centran tanto en la obra que no tienen tiempo para el Dios de la obra, cambiando su relación con el Espíritu Santo por la monotonía de una religión llena de “obligaciones cristianas”.

«¿Puedes recordar tus inicios cuando conociste a Jesús? ¿Puedes recordar esas lágrimas deslizándose por tus mejillas cuando experimentaste por primera vez la presencia de Dios?»

La emoción de escoger tu primera Biblia, los latidos de tu corazón minutos antes de bautizarte, la sonrisa en tu rostro durante tu primer día como servidor, el fervor con que levantabas tus manos en medio de la adoración, la disposición para ofrecerte voluntario ante cualquier necesidad de la iglesia… Aquel tiempo en el cual estar en Su Presencia era un verdadero deleite para ti.

Si te cuesta incluso recordar cuándo fue la última vez que disfrutaste de alguno de estos momentos, probablemente sientas que has perdido ese primer amor. Pero Jesús no vino a condenarte por ello, porque tan solo un verso después de esta confrontación, Él mismo nos describe la manera en la que podemos recuperar ese primer amor. «Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras» (Ap. 2:5).

Si has perdido tu primer amor, la solución es sencilla: ¡Haz una pausa en tus afanes diarios y detente a recordar la relación que tenías antes con Jesús! Él jamás se ha movido de Su lugar. Aunque tú te hayas podido enfriar y alejar poco a poco, Su amor por ti siempre ha permanecido intacto; mientras tus tareas y ocupaciones no te permitían encontrar tiempo para Él en todo un día, Él siempre ha seguido esperándote con los brazos abiertos. Tan solo pídele perdón a Jesús, derrama tu corazón en Su presencia y toma la decisión de revivir tus primeros recuerdos con Él.

Algún día todos nosotros nos encontraremos cara a cara delante del Señor y, en ese momento, de nada nos servirá decir: ¡Mira todo lo que hice en tu nombre! Porque muchas personas se tendrán que enfrentar a una triste realidad cuando escuchen “no te conozco” (Mt. 7:21-23).

«Lo único que nos llevaremos al Cielo es la relación que hayamos forjado en nuestro corazón con el Espíritu de Dios. Todo aquello que puedas alcanzar en esta tierra fuera de Él no trascenderá a la eternidad». 

La religión nos hace creer que la vida cristiana se limita a hacer obras para agradar a Dios, pero jamás olvides que el verdadero cristianismo se cimienta en una relación íntima y apasionada con Dios.

De modo que esta es una pregunta acerca de la cual todos deberíamos de reflexionar cuidadosamente: ¿Qué le vas a ofrecer a Jesús cuando te presentes ante Él? ¿Le hablarás de todo lo que hiciste en Su nombre? ¿O podrá encontrar en ti un corazón que siga ardiendo en el primer amor? 

Ortzi Urbieta (Bilbao, España, 1994) es un creador de contenido digital, pastor y productor audiovisual en la iglesia Cielos Abiertos Tenerife. Más allá de las labores que conlleva el ministerio, se dedica a compartir mensajes de reflexión en las redes sociales para poder extender el evangelio y ser luz en medio de esta generación.