La importancia de una educación sexual eficiente, y no me refiero solo a la educación sexual infantil, sino a la que necesitamos a lo largo de toda nuestra vida, se destaca aún más cuando consideramos el significado del desarrollo psicosexual de los niños desde una perspectiva bíblica y científica.
En este sentido, y si queremos ser “educadores eficientes”, debemos siempre repasar nuestro propio desarrollo psicosexual y sus vicisitudes. En las Sagradas Escrituras, se nos enseña que los niños son considerados preciosos a los ojos de Dios y que se les debe guiar y proteger con cuidado, una forma de maternar/paternar un poco alejado de los días actuales, que corren con tan poco tiempo y entendimiento de lo que esto significa.
Jesús mismo enfatizó la importancia de cuidar a los más jóvenes, instando a no impedir que se acerquen a Él, ya que «el reino de los cielos es de quienes son como ellos» (Mateo 19:14, NVI). Esto subraya la responsabilidad de brindar una orientación compasiva y atenta a los niños en su comprensión de la sexualidad, ya que ésta es parte esencial de nuestras vidas.
En paralelo, desde una perspectiva científica, comprendemos que el desarrollo psicosexual de los niños es una parte natural de su crecimiento. Durante la infancia y la adolescencia, los niños exploran y experimentan con su cuerpo y sus emociones, formando gradualmente una comprensión más completa de su identidad sexual y de las relaciones interpersonales. Esto es absolutamente normal y esperable. No debemos interpretar estas acciones desde nuestra mente sexual adulta, ya que sería injusto para los niños que solo quieren conocer. Es crucial que este proceso sea guiado y observado de cerca por adultos responsables y capacitados. Claro están las excepciones en la infancia que ha sido arrasada o entorpecida por actividades abusivas de cualquier tipo.
Una educación sexual eficiente está desprovista del erotismo adulto y contiene información técnica y precisa de acuerdo a la edad de cada niño y sus características particulares. Debemos ver a la educación sexual como un puente que une y guía cada temporada de los niños hasta la adultez, y a la sexualidad como un viaje de toda la vida. La frase “desprovista de erotismo” significa que una educación sexual adecuada para niños no incluye contenido o temas que estén relacionados con la sexualidad adulta, como imágenes, descripciones o prácticas eróticas propias de adultos. En su lugar, se centra en proporcionar información adecuada a la edad y desarrollo del niño, enfocándose en aspectos básicos y saludables de la sexualidad, como el cuidado del cuerpo, las relaciones interpersonales y el respeto mutuo.
En el Antiguo Testamento, el libro de Proverbios nos recuerda la importancia de la guía sabia y amorosa: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6, NVI). Esto destaca la relevancia de una orientación adecuada desde una edad temprana para el desarrollo saludable de los niños, y que estas enseñanzas acordes serán la base sólida desde donde desarrollarán madurez, aún en lo sexual. La información técnica y anticipada no solo es preventiva, sino que guiará en el transcurso de la vida y en la toma de decisiones informadas, alejadas del miedo y la presión social.
Asimismo, en el Nuevo Testamento, la primera carta de Pablo a los Corintios nos enseña sobre la responsabilidad de los adultos en el cuidado de los más jóvenes: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cosas de niño» (1 Corintios 13:11, NVI). Esta escritura enfatiza la transición del niño hacia la madurez, subrayando la importancia de una orientación adecuada en cada etapa del desarrollo. Educar no es imponer, es guiar y acompañar.
El desarrollo psicosexual es algo que se da naturalmente en los niños, pero requiere que los adultos que lo rodean acompañen sin entrometerse, brindando apoyo emocional, volviéndose un lugar seguro de preguntas por conceptos o sensaciones que aparecerán de manera también natural, y desprovista de conceptos legalistas o religiosos represores, sino enseñando la importancia de los límites en este camino, entendiendo la sexualidad como un regalo de parte de Dios. Recordatorio: la sexualidad no es genitalidad, la incluye, pero es mucho más.
Una educación sexual eficiente, respaldada por principios bíblicos y científicos, es esencial para guiar a los niños en su comprensión de la sexualidad y para prepararlos para una vida adulta en la que puedan vivir en armonía con su identidad sexual y emocional. Pero es mucho más eficiente si nuestra sexualidad adulta muestra coherencia con lo que intentamos enseñar, porque eso es lo que verdaderamente impactará la vida de nuestros niños.