La Corriente presenta la segunda parte de la entrevista al teólogo y comentarista español Samuel Pérez Millos, autor de más de treinta obras de teología y estudios bíblicos, conferenciante internacional y consultor adjunto de la Editorial CLIE en el área de lenguas bíblicas.
LC: ¿El púlpito cristiano tiene que estar empapado de las Escrituras?
SPM: Y claro, no puede ser de otra manera. Además, la Iglesia tiene que recuperar algo que se ha perdido y es Cristo. Él es el gran desconocido en la Iglesia. Nos hemos movido hacia un espiritualidad pnemática (del griego pneuma que significa ‘espíritu’, en este caso, relativo al Espíritu Santo) o carismática (del griego carismata, en referencia teológica a la manifestación de los dones y las manifestaciones del Espíritu Santo).
Quiero ser muy tranquilito en las palabras para que no se entienda mal. La Iglesia se ha volcado en los últimos años hacia una experiencia subjetiva en relación con Dios en donde el Espíritu Santo está presente ¿Tenemos que recuperar al Espíritu Santo? ¡Por supuesto! Él es el Vicario de Cristo en la Tierra, es el que ordena la Iglesia, es el que da los dones.
No hay duda ninguna, sin el Espíritu no hay Iglesia porque no hay salvación.
Esto está clarísimo, pero no podemos olvidar que no hay nada de Dios que pueda ser asimilable por el hombre que no tenga que pasar por el único mediador que es Cristo. Él mismo dijo: “El Espíritu tomará de lo mío y os lo hará saber!”. Por tanto, hay que recuperar a Cristo porque Él es el fundamento, es la cúpula de la Iglesia, es la razón de ser de la vida cristiana, es el poseedor de la vida eterna comunicable a los hombres, es el ejemplo de vida.
Cuando se nos habla de vida cristiana no se nos pide que siga al Padre o al Espíritu, me dice “… puestos los ojos en Jesús” (Hebreos 12:1-2, RVR1960). Pedro nos dice que Él dejó huellas para que tú camines sobre ellas. Cristo es un gran desconocido en la vida cristiana y en la Iglesia cristiana.
LC: ¿Qué le diría usted a alguien que quiere escribir teología?
SPM: Para escribir un libro, primeramente, se debe tener una carga por el tema y no escribir cuando el mismo tema satura el mercado. Por ejemplo, voy a tratar el tema de la presencia del evangelio en los discursos de Juan el Bautista. ¡No es muy normal que se escriba de eso! Segundo, conocer bien lo que quiero escribir, de manera que no vaya a escribir cosas que no son correctas. Y, en tercer lugar, ponerme a escribir sabiendo lo que tengo que escribir, hacerlo desde el pensamiento del tema que estás tratando.
Rompe muchas páginas. Decir no, no, no, esto no está bien y si puedes tener un lector al lado que te vaya leyendo el libro y te diga que algo está repetido o que algo no se entiende. Tener a alguien así, es una bendición grande. Y luego publicar el libro y que sea de bendición y de utilidad para los creyentes.
LC: ¿Su esposa Susana es la lectora de la que habla?
SPM: Susana es la última moza. Yo tengo una persona que estudió conmigo que es pastor en una iglesia en el norte de España. Yo le mando mis libros, mis capítulos. Él lee y corrige citas que no están bien, palabras y me subraya en color moradillo aquello que él no entendió. Luego le paso el libro a Susana y ella revisa todas estas cosas y me hace sus sugerencias. Ahí se hacen las correcciones y a la editorial ¡Adelante!
Susana es mi segunda esposa. Yo tuve un matrimonio anterior que duró cuarenta años y el Señor llamó a mi primera esposa a su presencia luego de una enfermedad. Paralelamente a esto, en Argentina, Susana estaba casada con uno de los directores de Palabra de Vida y viniendo de una conferencia tuvo un accidente en el coche y falleció.
De modo que a doce mil kilómetros de distancia quedamos dos personas solas que nos conocíamos relativamente y no había ningún interés específico. En resumen, Dios hizo la obra. Nos hemos casado hace diez años y es mi equipo ahora.
LC: ¿Por cuál de sus libros nos recomienda que comencemos para conocer su prolífica obra?
SPM: ¡Ah! ¡Yo qué sé! -suspira-. Mi libro preferido de toda la serie es Hebreos. Yo diría que lean el Comentario de Hebreos y ahí hay todo un compendio de cristología, de pneumatología, de historia desde la óptica de Dios, de solución del problema del hombre ¡Es un tesoro tremendo la carta a los Hebreos! Además, escrito por una persona que, sin duda alguna, tenía un conocimiento teológico grandísimo y conocía el griego de una manera extraordinaria.
LC: ¿Quién cree usted que es la persona que escribió Hebreos?
SPM: Bueno, que lean el libro. Indudablemente no hay forma de descubrirlo porque el Espíritu de Dios guardó celosamente quién es, pero podemos suponerlo. Para mi punto de vista, creo que es una obra de Apolos.
LC: Para salir de una posición de oscurantismo teológico y tener una fe sustentada en la Palabra ¿Qué nos recomienda para empezar un camino que nos lleve a nuevas profundidades?
SPM: Yo les hablaría particularmente a personas que quieren estudiar la Biblia para conducir al Pueblo de Dios, el mismo necesita ser alimentado y debe crecer en la exposición bíblica y en el conocimiento teológico para que no haya congregaciones infantiles que lo único que traen son problemas. Hablo a personas que dicen “yo quiero conducir al Pueblo porque Dios me llama a esto”.
Primeramente, que atiendan a lo que sus profesores les dicen, naturalmente, pero que comiencen a dejar de leer mucha teología sajona y comiencen a leer teología hispana y teología alemana. Hay tres teologías en el mundo, tres cuerpos de teología.
La teología sajona, que es muy inductiva.
Es decir, un teólogo de tipo inglés o americano, formula principios y los sustenta en textos. Por ejemplo: Jesucristo es Dios y luego expone textos, textos, textos y toda una colección de ellos. Conclusión, Jesucristo es Dios. Un teólogo alemán casi nunca afirma, pregunta. En lugar de decir Jesucristo es Dios y luego los textos, se pregunta ¿Jesucristo es Dios? Y comienza a razonar sobre el tema y a poner los textos ¿Llegarán a la misma conclusión? Sí, pero con un cuerpo de fundamento doctrinal, de reflexión y de exposición tremendísimo.
Luego está la teología latina que, para el tiempo actual, está despuntando un poco en el mundo evangélico, pero tenemos teología latina que viene desde los padres de la Iglesia a través de la Iglesia católica hasta hoy. Hay cosas que no se las podemos dar a leer que no tengan una posición doctrinal firme, pero si alguien quiere leer cristología, nadie puede dejar de leer a Olegario González de Cardedal.
Es un hombre con un conocimiento de cristología tremendo y absolutamente bíblico. Por supuesto, ha habido desviaciones doctrinales como por ejemplo la controversia cristológica. Pero la Iglesia cristiana en general, incluyendo la Iglesia católica, tiene la misma base cristológica. Jesucristo es Dios, es el Verbo encarnado.
Los alumnos de teología tienen que escapar de contextos prejuiciados.
Por ejemplo, ya que estamos hablando de esto de pasada, la encarnación del Verbo. El Verbo encarnado no es un cigoto que descendió del cielo y que es el hombre espiritual que Dios implanta en María. ¡No! Jesús es el Hijo de Dios, eterno, e hijo de María. En cuanto a humanidad toma de ella todos los elementos propios de un ser humano. Porque Cristo, el Verbo eterno encarnado, no vino al mundo para acompañar al hombre, sino para hacerse hombre y sentir nuestra experiencia.
Cuando tú llegas a la cuestión de definición de persona divina, qué es una persona y eso no está en la Biblia, y solo te limitas a leer teología sajona, ellos se quedaron en los padres griegos, no fueron más allá. Entonces tienes que ir a la teología latina que entra a hablar de persona, prósopon y todo ello para poder llegar a una conclusión filosófica de lo que es la persona divina.
Si tú quieres hablar de por qué Cristo es impecable, la teología sajona apenas toca el sujeto de atribución de responsabilidad de la naturaleza humana de Cristo.
Tienes que irte a la teología latina en donde te dice que no puede pecar porque el sujeto de atribución de las acciones de la naturaleza humana y de la naturaleza divina es la persona divina en quien subsiste.
Claro, todo esto es filosofía porque la Biblia no te habla de sujeto de atribución en ningún lado, pero tampoco te habla de trinidad. Entonces yo diría hermanos queridos que vamos a avanzar un paso más en la reflexión teológica hispana y contextualizar eso con las necesidades del mundo hispano. No es lo misma la necesidad personal de un creyente que pasa hambre en un lugar marginal de Hispanoamérica, y lo digo con mucho respeto.
LC: No hay nada que disculpar cuando se trata de una realidad…
SPM: Claro, no es lo mismo un creyente que vive en el mundo europeo o norteamericano, donde las carencias no tienen nada que ver con lo que ocurre en ciertos lugares del mundo como Hispanoamérica, África o India. Entonces la teología debe expresarse en razón de las necesidades del mundo al que se dirige. Por eso necesitamos pensadores que no caigan en la teología de la liberación pero que puedan aplicar la teología al mundo de hoy.
LC: Hermano Samuel, es un enorme placer encontrar la erudición acompañada de la sencillez y la humildad. Gracias por esta charla tan profunda.
SPM: Bueno, gracias y sigamos los dos los pasos del que tenemos que seguir, que son los pasos del Maestro.