Quizás el libro de Job parezca un lamento porque en un día perdió los hijos, la casa, todo. El tema del sufrimiento es algo que está latente en nuestras vidas y quizás pensemos “si Dios es bueno por qué lo permite”.
Dios en su sabiduría soberana no le descifra el enigma del por qué padeció todo eso Job, sino que produce algo en él. Todo esto no es diferente a lo que estamos viviendo en este tiempo o lo que viviremos más adelante.
En Job 38 vemos cómo Dios comienza a preguntarle y a detallarle todo lo que hizo sobre la tierra. Se observa también cómo Jesús en varias ocasiones se les presenta a los discípulos y en lugar de responderles les pregunta. Ahora en medio de todo lo que vivimos ¿qué nos puede preguntar Dios?, ¿y si en vez de decirnos qué hacer nos desafía a dar un paso de fe?, ¿o nos lleva a cerrar una etapa en el proceso en el que estamos viviendo?
Lejos de afirmarnos quizás nos esté preguntando para poder confiar, quitar lo que nos cuesta y atrevernos a ir más allá.
Tal vez en las preguntas que Dios le hizo a Job no le explicó por qué hizo todo, sino que lo invitó a vivir el sufrimiento con integridad y honestidad. No es popular hablar de sufrimiento, es más fácil pedirle a Dios que nos avive, pero es necesario hacer un selah (silencio) y preguntarle a Dios qué nos quiere hablar.
El mismo Dios que inspiró a David y le dijo que en delicados pastos lo iba hacer descansar es el Dios que atraviesa con nosotros el valle de sombra y de muerte. Él está en medio del descanso y también en momentos de turbulencia. David padeció mucho, a través de la revelación del Espíritu Santo declara el Salmo 23 porque le tocó vivir sufrimientos y padecer durante años hasta llegar al lugar a donde Dios lo había llamado.
Su amor, su dependencia, su pasión por Dios no cambió, así entendemos que las dificultades y padecimientos que pasamos sacan lo mejor de nosotros, pero debemos pasarlos con honestidad e integridad.
Job fue muy sincero con Dios, ¿somos sinceros con Dios? Todo proceso, toda tribulación, todo sufrimiento que puedan venir debemos aprender a llevarlo con honestidad, con sinceridad e integridad. ¿Qué encontramos en la vida de Job? Capítulo 42:1-6 de Job (NTV) vemos cómo el proceso de sufrimiento en su vida le trajo una revelación de Dios.
Job hacía las cosas porque las sabía y porque estaba acostumbrado, pero llegó el momento en que el Dios verdadero se le reveló a su vida. Entendiendo que la relación que tiene es con un Dios cercano que, a pesar de que no le da todas las respuestas, lo ama y permanece a su lado.
Tenemos que entender que a través de los diferentes procesos vamos conociendo a un Dios proveedor, a un Dios Padre. Dios necesita nuestra atención para revelar su persona. En momentos de soledad es donde experimentamos a un Dios amigo, cercano y que nos escucha. Dios no es un Dios salvavidas, la religión nos encierra en imaginarlo, pero cuando tenemos una relación real con Dios adquirimos una revelación de Él, así como Job clamó: “mas ahora mis ojos te ven”.
Dios quiere revelar en todo momento su persona en nuestras vidas y en nuestras familias. Quizás antes teníamos una imaginación de cómo Dios podría ser, pero cuando ese velo se corrió y cuando lo vemos, no podemos volver a ser los mismos. Muchos pasamos años en una congregación escuchando de Dios, pero no tenemos una revelación escuchando su voz. Por eso vivimos una religiosidad sin que nuestra vida salga del mismo nivel.
Si vemos y experimentamos a un Dios vencedor vamos a poder transitar diferentes situaciones desde otro lugar. Ya no desde la queja, del llanto, de la amargura, de la tristeza, del desánimo o la inconstancia.
Cuando el vencedor se nos revela vamos a atravesar todo con la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.
Un momento de revelación en la Presencia de Dios puede resolver tantos años de desorden en nuestras vidas. A Job se le apareció Dios en un momento de torbellino que estaba pasando, transformando todo en su vida, viendo y entendiendo al verdadero Dios, por eso es tan importante perseverar y obedecer.
Estamos a las puertas de algo mayor, de un crecimiento y de madurez más grande en nuestras vidas. La revelación de Dios no tiene que ver con conocimiento solamente, sino que viene con la entrega, ¿cuánto estamos dispuestos a entregarle a Dios? Jesús debe ser revelado en este sistema y lo tiene que hacer a través de nosotros, de nuestras experiencias, de nuestra permanencia o de cosas que quizás no entendemos, pero tienen una transcendencia importante.
Como declara Craig Groeschel: “Para conocer a Dios de verdad necesitamos batallar en medio de sufrimientos, luchar con nuestras dudas sinceras y aprender a vivir con preguntas que carecen de respuestas. Espera y verás a Dios ir a tu encuentro en el lugar mismo de tu sufrimiento”. Desde esa revelación Job empezó a comprender y a abrazar una nueva cara de Dios.
La humildad
La humildad para muchos es sinónimo de debilidad, pero ésta es una virtud que se debe manifestar ante los ojos de Dios, reconociendo su superioridad y poder ante la creación. Se desarrolla al ser consciente de las propias debilidades, limitaciones y vulnerabilidad del ser humano y su total dependencia a la voluntad de Dios. Job se dio cuenta de que no entendía de humildad y no conocía su condición. Debemos aceptar el lugar a donde Dios nos puso, aceptando la condición de lo que estamos viviendo nos llevará a ser vulnerables y humildes. Tengamos cuidado con todo esto, seamos humildes y aceptemos nuestra historia dejando que Dios intervenga y la escriba.
La autosuficiencia, el orgullo, la soberbia y la altivez son lo contrario a la humildad
Jesús estimula esta actitud de humildad en los libros de San Mateo 11:29, 1º Pedro 5:5-6, Proverbios 29:23, Isaías 57:15. La humildad tiene que ser una virtud que la podamos ver delante de Dios, pero también de los demás. La humildad nos enfoca en un Dios Padre bueno, lleno de gracia que nos acompaña y nos lleva a ver aun en medio del sufrimiento, su belleza. Filipenses 2:3-8 NTV es un claro ejemplo de Jesús.
Dios no disfruta del sufrimiento, de vernos mal, esto es algo que la religión nos hace pensar, que nos merecemos lo que nos pasa. Es verdad que la paga del pecado es muerte, que hay consecuencia en el pecado, pero Dios no rechaza al corazón contrito y humillado, cuando hay una actitud de humildad, de reconocimiento como la tuvo Job.
La restitución
La humildad es la puerta a la restitución. Si los mensajeros trajeron las malas noticias, la restitución es fruto de la entrega en medio de los procesos, Dios no suplanta las pérdidas, sino que hace todo nuevo. Sabemos que en Cristo hay restitución, antes estábamos muertos en delitos y pecados mas ahora en Cristo tenemos vida.
En Job 42:7-17 (NTV) podemos ver la vida de la iglesia, un peregrinaje en esta tierra donde pasamos dificultades, se nos revela Dios, atravesamos diferentes procesos y nuestro peregrinaje nos conduce a un solo lugar donde la restitución será completa para nuestras vidas, que es en la eternidad.
En todo nuestro peregrinaje en esta tierra hay algo que delante de Dios no pasa desapercibido, que es tener un corazón humilde y vivir una vida de entrega. Tenemos que entender que quizás es difícil pasar por diversas pruebas, pero es necesario buscar una nueva revelación de Dios.
“Tenemos la certeza de que Dios está con nosotros y saber que si tenemos que atravesar algo lo haremos con humildad. No enojarnos por lo que nos toque vivir, sino que con humildad, honestidad e integridad poder atravesarlo, sin darle lugar a que este sistema nos quite la revelación de Jesús en nuestras vidas. No seremos como todos que se quejan, hablan mal, se angustian o maldicen, sino que la revelación de Dios sea tanta sobre nosotros que podamos ser de bendición e inspiración para otros. Nuestras heridas, nuestros procesos serán tierra fértil para bendecir a otros. No dejemos que nada nos robe la actitud que tuvo Cristo Jesús que era manso y humilde, que tomó forma de siervo aceptando el sufrimiento y haciendo la voluntad de su Papá. El dolor se soporta, el sufrimiento se atraviesa y llega a su fin cuando la humildad en nosotros permite que Cristo sea revelado”.