La nación nórdica está lejos de convertirse en un país ateo, pero la “indiferencia” es la normalidad que se antepone al Evangelio.
Hay países en donde los cristianos sufren las peores de las persecuciones, otros en donde el evangelio es firmemente rechazado, pero también hay regiones como Islandia en los que esto no ocurre y aun así teniendo todo a favor; la Iglesia no crece de ninguna manera, eso hace que el panorama espiritual a sea desalentador en esa región.
Este es el caso de Islandia, una tierra que para muchos puede estar sacada de un cuento fantástico de hadas. Sin embargo, es el lugar en que pareciera ser que los creyentes y la Iglesia están agonizando. La paradoja es que el Evangelio al no ser rechazado por su gobierno, por el contrario es la religión oficial, la indiferencia de la sociedad e incluso de los mismos cristianos se convirtió en su principal obstáculo.
De vez en cuando, aparecen titulares sobre la “Islandia atea” en las redes sociales. A veces se trata de fake news, pero otras veces esa frase refiere al progresivo crecimiento de los grupos humanistas en el país nórdico.
Lo que muestran las últimas estadísticas oficiales publicadas en marzo de 2022, es que el 60% de los 370.000 habitantes de Islandia todavía son miembros registrados de la Iglesia Luterana, aunque se cree que solo alrededor del 2% de estos son creyentes comprometidos.
Lejos de convertirse en un país ateo, “la mejor palabra para describir a los islandeses en relación con la fe es su apatía, especialmente si hablamos de personas menores de 40-50 años”, dice Ragnar Gunnarsson, líder de la Misión Luterana de Islandia, grupo centrado en hacer discípulos, tanto en su país como en otros lugares.
Dato llamativo
Para muchos que crecieron en familias luteranas, la “confirmación” en la iglesia histórica sigue siendo una tradición a seguir, pero el bautismo infantil está siendo reemplazado ceremonias no cristianas. Grupos ateos, como Siðmennt, ofrecen alternativas seculares para celebrar ceremonias como casamientos, nacimientos, funerales civiles entre otros.
El grupo ateo Siðmennt se posiciona como el sexto más grande de Islandia y cuenta con más de 4 mil miembros activos. Las estadísticas oficiales revelan que tienen un crecimiento del 10 % anual. Datos que preocupan a las iglesias locales.
Gunnarsson, quien también preside los cursos Alpha en Islandia y es editor de la revista Bjarmi, observa un cambio hacia una “religión privada” en la que las personas afirman creer en Dios y orar, pero ya no expresan su compromiso con la iglesia.
“Muchas de las generaciones más jóvenes no son ni positivas ni negativas hacia la Iglesia o el cristianismo y no saben lo que significa ser cristiano ni quién es realmente Jesús”, añadió.
Una causante de estos para quienes miramos desde fuera podría ser la aparición de movimientos neopaganistas, como es el caso de Ásatrúarfélagið, una religión registrada desde 1972 que busca recuperar una espiritualidad nórdica ancestral y a pesar de años de inactividad, ahora cuenta con 5500 miembros registrados.
Este grupo panteísta realiza ceremonias y hace tiempo que pide recibir subsidios y licencias de ministro de culto del estado, sin embargo, esto no representa un impedimento para que la Iglesia de Cristo se expanda. La falta del verdadero Evangelio es el problema principal de esta nación nórdica.
“A pesar de la sensación de que la iglesia evangélica y protestante está perdiendo relevancia, la verdad es que los problemas psicológicos han ido en aumento, las tasas de suicidio son bastante altas aquí”, observó Gunnarsson.
“El desafío es romper ese umbral de indiferencia” dice el líder de la Misión Luterana de Islandia, “necesitamos un cristianismo más creyente en la Biblia” agrega.
“Islandia se está alejando de los valores cristianos, posiblemente más rápido aquí que en muchos otros lugares de Europa”, afirmó Ragnar Gunnarsson.
“Los cristianos no deberían ver el regreso de una cierta cultura cristiana como una prioridad», dice Gunnarson, “sino que deben predicar el Evangelio y hacer discípulos, que con el tiempo afectarán a la sociedad”.
Ragnar Gunnarsson sigue trabajando arduamente con las iglesias luteranas, bautistas y protestantes para cambiar la realidad espiritual de esa región con la predicación del Evangelio de Cristo. Junto a los colaboradores de La Unión de Asociaciones Cristianas Evangélicas de Islandia (SÍK), se centran en la evangelización cristiana en su país natal y en el trabajo de socorro entre otras naciones como los países africanos, china y Japón.