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¿Por qué repito lo mismo? 

Muchas veces nos encontramos envueltos en situaciones repetitivas, circunstancias ya conocidas que vuelven a revivirse desgastando todo alrededor.

El tiempo pasa, pero se sostienen decisiones dañinas. El pedido de disculpas empieza a perder su valor, por lo cual la confianza se quiebra cada vez más. Esto provoca que generemos frustración en otros, pero también nos decepcionamos con nosotros mismos por persistir aun viendo las consecuencias. 

Prometer no volver a hacerlo es insuficiente para cortar el circuito. 

Este escenario tiene el potencial de destruir vínculos muy importantes; al ser inestables en todas las áreas, es difícil ganar seguridad para obtener cualquier objetivo. No se trata solo de fuerza de voluntad; de ser así, el cambio se sostendrá mientras podamos resistir. Este plan tiene el problema de que como seres humanos nos cansamos. Las fuerzas no son infinitas y podemos fallar. 

El arrepentimiento verdadero no tiene que ver con palabras sino con acciones. Sin embargo, si no profundizamos en las raíces de nuestras decisiones, tarde o temprano volveremos a repetirlas. Prometer no volver a hacerlo es insuficiente para cortar el circuito. Podrá calmar al que busca una explicación, más deja intactos los motivos por los cuales la decisión fue tomada. Para iniciar este proceso, es fundamental conectarnos con personas maduras —tanto en el área emocional como espiritual— que nos guíen a descubrir en nuestro interior qué está ocurriendo. 

El arrepentimiento verdadero no tiene que ver con palabras sino con acciones.

Es importante comprender que esto requiere ir en contra del orgullo (elemento fundacional de muchos problemas). Permitir que el otro nos vea vulnerables es parte del camino, para no solo registrar sino también sanar viejas heridas que tienen influencia en nuestras decisiones actuales. Aislados somos débiles; conectados, nos fortalecemos unos a otros.

Pero recordemos, una vez más, que esto también requiere de nuestra elección voluntaria. Si buscamos cambiar estructuras, la comodidad no será una sabia consejera. Decisiones radicales para resultados radicales. Permanecer en el camino angosto con paciencia incluye momentos que pueden doler. Sin embargo, si perseveramos, podemos confiar en una verdad renovadora. El Padre está trabajando en nuestro interior. Estamos en las mejores manos. 

Dios ha dicho claramente que las cosas viejas pasaron, son todas hechas nuevas. Su accionar es en esta dirección. Su Palabra está cumplida; sin embargo, hay una parte que nos corresponde a nosotros. Es una decisión personal, la que se pone de acuerdo con los planes de Dios, o, por el contrario, escoge alejarse y sostener las estructuras previamente establecidas. Es imprescindible comprender este aspecto, debido a que una creencia distorsionada puede ser “Dios se encargará, Él ya sabe, yo no tengo que hacer nada al respecto”.

«La llave para dejar de repetir viejos patrones no se encuentra en nuestra gran habilidad, sino en la fidelidad de Su amor inagotable».

Lucas Torrez

Alinearse con Dios transforma a una persona inmadura, que no se hace cargo ni ve sus errores, en alguien que es responsable de sus acciones y se mueve para reparar lo que pudo haber dañado. Esta nueva persona no puede concebir su vida sin la dirección del Espíritu Santo. La llave para dejar de repetir viejos patrones no se encuentra en nuestra gran habilidad, sino en la fidelidad de su amor inagotable.

Una nueva persona no es alguien solo con más valores morales delante de las personas, más amable porque va a la iglesia cada domingo. Una persona nueva es más parecida a Cristo en todo momento; mantiene su esperanza en verlo regresar y vive apasionadamente para ese día. 

Busquemos volvernos personas de una sola cosa. Un solo objetivo: habitar con Él todos los días, contemplando su belleza, que nos renueva desde adentro hacia afuera, ya que la fuente de vida nos transforma y vuelve más llenos de Jesús, que es la esperanza de gloria para nuestro entorno. Hay un secreto maravilloso esperándonos en su presencia, una invitación a una verdadera vida con propósito. A una nueva vida en Jesús. 

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17, RVR60). 

“Vale más el fin de algo que su principio. Vale más la paciencia que la arrogancia” (Eclesiastés 7:8). 

“¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados” (Isaías 43:19).

“Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo” (Salmo 27:4)

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