El cerebro, en especial el hemisferio derecho, piensa en imágenes. Esas imágenes quedan impregnadas y arraigadas por la memoria emotiva. Es por esto por lo que la pornografía es difícil de combatir sin ayuda profesional cristiana. Es la creación de diferentes medios para la excitación sexual. Se dice “ver pornografía” porque la excitación es en general primeramente visual.
Los papás, las mamás, no son héroes que pueden saber y hacer bien todas las cosas.
No tienen respuestas a todas las preguntas. No debemos esperar que tengan soluciones perfectas a todos los problemas.
Quienes consumen pornografía y quieren dejar de hacerlo tienen que buscar ayuda sexológica profesional cristiana. Si los adultos no lo resuelven, no sabrán enseñar ni aconsejar a sus hijos.
En la era de la tecnología, la soledad y el encierro, la pornografía es la industria más próspera. La consumen mayormente personas de entre 13 y 70 años en el mundo. Entre estos seguramente hay cristianos.
La desinformación impide diferenciar fantasía de pornografía, excitación de masturbación, amor de pasión. Muchos de estos temas y miles de mitos los aprendemos de pequeños y los creemos ciertos para siempre. Las cuestiones de sexo pasan a ser ciertas, como creencias o modelos mentales eficientes.
Por la gran difusión del sexo en los medios, los adolescentes y jóvenes tienen ideas erradas que los padres no aclaran, sino que a veces confunden más por su propias experiencias o inexperiencias. Una vez en mi consultorio, una madre soltera me decía que ella no era la indicada para hablarle a su hijo adolescente acerca del sexo: “Ya va a aprender solo, como aprendemos todos”.
Papás, no dejen el lugar “vacante”
Como consecuencia de no hablar del tema en casa, dejamos al azar la mente de los chicos y chicas. ¿Dónde aprenderán? En la escuela, de sus amigos, en los medios o con el profesor Google.
Cuando me pidieron que escribiera sobre este tema, acepté de inmediato. Los temas graves hoy nos apabullan. Parece que se van encimando y no nos permiten reflexionar, pensar, discernir y menos enseñar. Mientras discutimos por la Educación Sexual Integral, la pornografía reemplaza al juego, a la educación sexual y mata la inocencia.
La curiosidad del niño y el adolescente es infinitamente motivadora para ver lo que Internet ofrece. A veces, ni los mejores filtros de control parental pueden evitarlo. Las imágenes pornográficas se fijan en la mente de niños y adultos por la avidez de lo nuevo.
Cuando ministro a grupos de adolescentes y jóvenes, a veces siento que les planteo un gran desafío pero que ya es tarde. Viven un tiempo en el que sus hormonas están en erupción y enseñarles a controlarlas cuando en casa no los han instruido me resulta una tarea mayor.
En cada casa y en cualquier tipo de familia cristiana se debe hablar con un mismo criterio sobre el sexo, la pornografía, las relaciones sexuales y otros temas afines. Este es un lugar que los papás no pueden dejar “vacante”.