La noticia trascendió hace tres días y fue de indignación para toda la comunidad cristiana a nivel mundial. El hombre que denunció las Escrituras se amparó en una ley estatal.
Varias instituciones escolares retiraron la Biblia de sus bibliotecas y la vetaron de sus recintos por la denuncia que un padre presentó a la justicia, tildando erróneamente a la Palabra como pornográfica e incitadora a la violencia.
Suena como una locura, lo sé, pero desde hace tiempo en Occidente viene sucediendo una batalla cultural y espiritual que cada día se pone más tensa, y empieza a percibirse una atmósfera de persecución mediática que va aumentando paulatinamente.
¿Cómo sucedió algo así en Estados Unidos? Aunque podríamos hablar de muchos aspectos políticos y de agenda, nos remitiremos a los hechos más cercanos y visibles. Utah es un estado religioso y ortodoxo; para tener un panorama, las estadísticas dicen que el 55% de la población son mormones; un 13%, protestantes; 5%, católicos; 23%, ateos y agnósticos, y el 4% restante lo ocupan otras religiones.
Por lo tanto, el progresismo no pudo entrar con tanta facilidad como lo hizo en otros estados de Norteamérica. El conservadurismo en Utah vetó muchos libros que consideró un peligro contra la integridad de los niños y adolescentes en los colegios. Más específicamente, en marzo del año pasado se aprobó una ley que limita en bibliotecas todo material sensible, que la legislación define como “pornográfico o indecente”.
Esta legislación, redactada por republicanos y respaldada por grupos provida (como “Padres unidos por Utah”) permite que cualquier persona mayor pueda solicitar que un comité revise el contenido de los libros para determinar si deben seguir disponibles a menores. Esta ley fue creada para detener el avance de libros con ideologías de género y contenido LGTBQ.
Lo que nadie esperaba es que esta ley tuviera un efecto boomerang y que el colectivo progresista lo usara como un revés para las comunidades cristianas. Así sucedió que el 11 de diciembre de 2022, un padre (de identidad anónima) apeló la norma para prohibir la Biblia, descontextualizando las Escrituras y tildando su material como pornográfico y violento.
El comité que revisó la denuncia de ocho páginas concluyó, el pasado 22 de mayo, que: mantendrán la Biblia en los centros de bachillerato, por considerar que no vulnera la ley en términos de “material sensible”, pero también acordaron retirarla de educación primaria y secundaria al concluir que la vulgaridad o violencia hacen que la Biblia no sea adecuada para los estudiantes de menor edad. De hecho, ya se ha quitado de siete u ocho escuelas.
En el documento presentado a la justicia por este padre, este escribió: “Sin duda concluirán que la Biblia no tiene valores serios para los menores porque es pornográfico, según nuestra nueva definición”.
Políticos ambiguos colaboraron en esta decisión
Ken Ivory, quien primero criticó el calificativo «pornográfico» para la Biblia y dijo que era una «broma» y una tergiversación política, dio el brazo a torcer y hasta agradeció el veto del comité al texto religioso en las clases y bibliotecas de los más pequeños.
Además, en sus redes sociales, consideró que la Biblia “es una lectura complicada” para los estudiantes más jóvenes del sistema educativo obligatorio y agregó que “tradicionalmente, en América, la Biblia se enseña mejor, y se entiende mejor, en el hogar, y alrededor de la chimenea, como una familia».
La Unión de Padres no se rinde
Como la queja de diciembre hacía referencia a la Biblia del Rey Jacobo (King James, como se conoce en inglés una de las versiones más extendidas en el cristianismo en EE. UU.), los colegios que tengan otras versiones mantendrán sus ejemplares tras la decisión, que la semana pasada fue apelada por otro padre o madre buscando que se reinstaure la Biblia para todos los alumnos. Ahora un comité de tres miembros estudiará ese recurso, y hará una recomendación a la Junta Escolar, que será la que tome la decisión final.
Conclusión final
La batalla cultural por la mente de nuestros niños cada vez será más rigurosa y avasallante; por eso, los padres y maestros cristianos no pueden dejar librada al azar la educación de nuestros hijos. El desafío consiste en presentar “el Evangelio” como una alternativa, no solo espiritual sino cultural, a este sistema de valores anticristo.