“Imiten a Dios… y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes…” Efesios 5:1 y 4:32).
“Perdonen (…) si el Señor los perdonó, están ustedes en el deber de perdonar” (Colosenses 3:13, NT-BAD).
¿Y qué sucede si no perdonamos? ¡Dios no nos perdonará!
“… si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo 6:14- 15).
¿Puede Dios revocar el perdón de los pecados?
Todo indica que no; sin embargo en la parábola de los dos deudores Jesús parece enseñar que sí (Mateo 18:21-35). ¿Recuerdas la historia? Un rey decidió arreglar cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía “miles y miles de monedas de oro” (Mateo 18:24). Como no puede pagar decide venderlo como esclavo. Pero no lo hace porque el siervo implora.
Conmovido por las lágrimas y, creyendo a su presunto arrepentimiento, le perdona la deuda: “… Te perdoné (…) porque me lo suplicaste” (Mateo 18:32). El siervo obtuvo la bendición más grande de su vida, pero la perdió. Al salir del palacio tomó del cuello a
quien le debía unas pocas monedas de plata y le exigió el pago total e inmediato. El deudor suplicó de rodillas para que le diera más tiempo, pero él no quiso y lo metió en la cárcel.
Cuando el rey supo lo que había sucedido llamó a aquel que había perdonado y le dijo:
“… ‘¡Siervo malvado! (…) Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?’. Y, enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía” (Mateo 18:32-34).
Presta mucha atención: el rey revocó el perdón de la deuda y ordenó que lo torturaran. ¿No sucede lo mismo con las personas que se niegan a perdonar? Son atormentadas día y noche. El odio las encierra en prisiones de oscuridad y las expone a los torturadores espirituales. Es bien sabido que el origen de algunas enfermedades, tanto físicas como psíquicas, es la falta de perdón. El rencor bloquea la sanidad. ¿Te sientes estancado emocional o espiritualmente? ¿Han dejado de fluir las bendiciones?
¡Suelta a los presos de tu corazón!
¿Quieres estar seguro de que tus pecados han sido cancelados?
Entonces evalúa tu disposición a perdonar. Si perdonas a quienes pecaron contra ti puedes estar seguro de que Dios te ha perdonado. Jesús enseñó que nuestro perdón está relacionado con el que otorgamos a los demás: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores” (Mateo 6:12).
¡Cuidado con las oraciones que hacemos! No perdamos el precioso regalo del perdón divino reteniendo el perdón a quienes nos ofendieron. De gracia lo recibimos y de gracia debemos darlo: “… Perdonen… y Dios los perdonará…” (Lucas 6:37, TLA).
¿Cómo pudo el rey meter en la cárcel al siervo que ya había perdonado? La respuesta es sencilla: el perdón no era incondicional.
El siervo perdonado conservaría su regalo siempre que adoptara la misma actitud de su señor. Lo mismo sucederá con nosotros.
¡Cuidado con relajarnos y creer que porque Dios ya nos perdonó podemos retener el perdón! ¡Sin obediencia las bendiciones se pierden!
DEBE QUEDAR MUY CLARO. DIOS NO NIEGA SU PERDÓN NI LO REVOCA A QUIEN SE ARREPIENTE DE TODO CORAZÓN, PERO SE LO NIEGA A QUIEN NO LO HACE SINCERAMENTE.
Los que no están dispuestos a perdonar a sus deudores demuestran no estar arrepentidos de sus propias equivocaciones. Por lo tanto, lo que se les quita es solamente lo que parece que tenían, pero no lo poseían en realidad.
Además Jesús dijo: “… Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre (…) les perdone a ustedes sus pecados” (Marcos 11:24-25).
¿Lo ves? Para que Dios conteste nuestras oraciones se necesita fe, pero también un corazón perdonador. La falta de perdón es un dique que detiene la bendición. Sé brutalmente honesto: ¿has perdonado a todo el mundo, a TODO EL MUNDO? ¿A cuántas personas tienes en la cárcel de tu corazón?
SI SIEMBRAS PERDÓN COSECHARÁS
EL PERDÓN DE DIOS.
El día que estuviste delante de su trono rogándole clemencia por la millonaria deuda que tenías con Él? ¿Recibiste misericordia y perdón? ¡Claro que sí!Y si Dios te perdonó estás en el deber de perdonar a los demás. Suelta de una vez y para siempre a quienes están presos en tu interior. ¿Quién es esa persona que te lastimó, te debe dinero, te fue infiel, traicionó tu confianza, te acarició imprudentemente o te calumnió? Perdónala y libérala. Y sal tú mismo de la prisión en la que estás. ¡Sal de la prisión de la amargura, la tristeza, el temor, la enfermedad y la miseria! ¡Sal de ahí para vivir en paz! Vivirás en libertad. Vivirás en victoria. ¡Vivirás bendecido!