¿Qué consideramos pérdida? ¿A qué llamamos ganancia? ¿Cuál es la meta que perseguimos? ¿Hacia dónde nos dirigimos con nuestras decisiones actuales? Preguntas que nos pueden dar un registro de nuestra situación actual. En ocasiones, podemos avanzar sin comprender la dirección. La rutina poco a poco toma tanto lugar que podemos olvidar para qué la seguimos. Es allí donde dejamos de ser sensibles a todo nuestro entorno y continuamos en “automático”, haciendo sin comprender, cumpliendo sin entender, continuando sin ver el camino. Estos aspectos son un llamado de atención para registrar que algo no funciona saludablemente en nuestra vida.
Llenarnos de actividades puede parecer una opción conveniente para no pensar, sin embargo, evitar darle lugar a nuestras emociones tarde o temprano tiene consecuencias. Entrar en una estructura que tiende a anular lo que pensamos y sentimos puede ser peligroso. Creyendo que ganamos calma, perdemos registro del daño que crece. Incluso podemos tomar decisiones generando refugios, pensando en soluciones o fuentes alternativas a Dios para salir de nuestros problemas. Otra vez creyendo que ganamos, estamos perdiendo. Creyendo que tenemos las llaves de salida, seguimos encerrados en las mismas dificultades.
Veamos la historia de Saulo, quien luego sería Pablo, una de las personas más influyentes y determinantes del Nuevo Testamento. Era una persona con determinación. Él era un líder devoto que contaba con un gran prestigio. Saulo tenía grandes títulos, capacidades, una imagen, una reputación por la cual era admirado por otros, una posición privilegiada (Filipenses 3:4-6). Es decir, había construido con sus propios esfuerzos un gran castillo aparentemente sólido. Pensemos, podemos rodearnos de nuestros logros momentáneos buscando seguridad, pero el único que logrará satisfacer lo que necesitamos es Dios.
Él es la verdadera fuente. Lo que el sistema puede ofrecernos como un refugio seguro, delante de Dios no nos servirá. Lo que en el mundo vale años construir, en Dios es derribado en minutos. Lo que a nuestros ojos puede parecer una producción extraordinaria, sin Dios, es un intento de mostrar fortaleza pero expresando en realidad una gran fragilidad. Tener apariencia de inconmovible no significa que lo sea. Muchos pasan una vida entera intentando construir estructuras con sus propias manos, a su manera, a su forma, con una creencia de que eso vale la pena, pero hay algo más. Este Saulo, quién dedicó su vida a buscar a Dios, no se dio cuenta que solo se alejaba más.
Creyendo que amaba a Dios perseguía incluso a su iglesia. Solo un encuentro personal con Jesús hizo caer los velos que lo cegaban. Las estructuras aparentemente fuertes no servían de nada, su gran visión quedó inservible ante este encuentro. Este Saulo frágil luego se convertiría en Pablo. Aquel que dio su vida por el evangelio, quien todo lo que había construido lo consideró basura, con tal de conocer más a Cristo (Filipenses 3:8). Cambiando totalmente los parámetros, sus decisiones fueron diferentes. Se dedicó a construir sobre lo inconmovible aunque esto le costara postergar sus propios proyectos personales, aunque significaba que su reputación quedaría arruinada, parece que pudo encontrar alguien mucho mayor, Cristo. Su recompensa ya no sería momentánea, sería eterna. Perder para ganar (Filipenses 3:7).
¿Cuántas veces hemos intentado construir a nuestra manera, intentando mantener todo bajo nuestro control? ¿Cuánto de esto funcionó? Es tiempo de renovar nuestras creencias. Hacer cosas no significa que las estemos haciendo con propósito. Golpear al aire no es igual a ser eficaz, sólo servirá para agotarnos más rápido. Busquemos ayuda, para no solo ser acompañados sino guiados en medio del proceso. Es necesario cuestionar en qué hemos estado creyendo y accionando para registrar aquello que puede estar intoxicando nuestro interior. Todo a lo que estemos acostumbrados no significa que sea saludable.
Tener un hábito no es igual a tener salud integral. Los refugios que hemos construido con nuestras manos, aparentan ser seguros pero aumentan nuestras dudas. La inseguridad crece en donde supuestamente tenía que extinguirse. Pensando que estamos ganando momentáneamente, perdemos una y otra vez. Hoy puede ser el día en que podemos iniciar construyendo algo nuevo. Tal vez hemos invertido tanto tiempo en construir que no hemos visto los fundamentos. Tal vez llamamos tanto tiempo una pérdida a lo que era la puerta para una ganancia totalmente diferente. Estamos desafiados a que Cristo tome su lugar en nuestras vidas.