Vivimos tiempos complejos y como mujeres estamos en el ojo de la tormenta de una sociedad convulsionada, confundida y colapsada.

Días atrás nos rompía el corazón y nos llenaba de impotencia la noticia de una violación en grupo a una joven de 20 años. Lamentablemente, una víctima más entre las miles de mujeres que a diario sufren distintos tipos de violencia que en muchos casos sigue invisibilizada y hasta naturalizada por el entorno.

En este escenario especial y a su vez doloroso que nos genera sensaciones encontradas, nuevamente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer.

Hoy quiero alentarte y desafiarte a que el contexto no se convierta en un pretexto para el desaliento, sino que elijas verte como una posibilidad de bendición para otras, sin perder la perspectiva de que sos parte de algo mucho más grande que vos misma.

A veces creemos que no podemos hacer nada frente a circunstancias similares a las descritas anteriormente, o pensamos que nuestra contribución es poca o no tendrá llegada, que no tenemos herramientas concretas para realizar aportes que cambien la realidad de otras personas y menos a un nivel macro. Pero no es así.

Siempre me gustó una conocida historia que cuenta que para entretener a su hijo mientras lo acompañaba en el trabajo, un padre tomó una hoja de revista en la que se veía un mapa del mundo. La recortó en muchas partes, las mezcló, le dio cinta de pegar  y papel y  desafió al pequeño a armarlo diciendo: “aquí tienes, arregla el mundo”, creyendo que como era tan pequeño tardaría mucho o ni siquiera lograría el objetivo y esto le daría tiempo suficiente para concluir su trabajo sin interrupciones. 

Sin embargo, a los pocos minutos el niño ya tenía armado el rompecabezas. El padre, notablemente sorprendido, le dijo: “hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lograste armarlo?” Y el niño respondió: “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa para recortarlo, vi del otro lado la figura de un hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a unir al hombre. Y cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y me di cuenta de que había arreglado al mundo”.

Nunca olvides que somos iglesia, y que la iglesia sigue siendo el plan de Dios para este mundo. Como mujeres de fe, que integramos el Cuerpo de Cristo, unidas por un mismo Espíritu, tenemos un propósito y estamos llamadas a marcar la diferencia, juntas.

Con lo que sos y lo que Dios puso en vos, podés ser un eslabón de cambio. No hacen falta grandes recursos, lo que precisamos es asumir el compromiso inherente a nuestra fe y sostenerlo en el tiempo. Somos luz y Cristo en nosotras es la esperanza de gloria. Esa esperanza se comparte, se imparte y se expande con fe y acciones.

Nuestro compromiso se demuestra en lo concreto, no es un deseo, no son palabras ni una intención, es acción. Los hechos demuestran cómo, cuánto y con qué estamos comprometidas y esto se aplica a todos los ámbitos.

Entonces, frente a las situaciones que vivimos como mujeres, o que viven las mujeres que nos rodean, tenemos la opción de quedarnos varadas en una linda narrativa sin acciones concretas, o podemos permitir que esa tristeza, enojo o dolor por lo que vemos a nuestro alrededor, o por lo que padecemos, se encauce y convierta en una plataforma de activación para la transformación. Porque toda transformación, por mínima que sea, hace que las cosas no queden como están.

  • ¿Hay algo que Dios puso en tu corazón para ayudar a otras mujeres pero todavía no te activaste? ¿Qué estás esperando?
  • ¿Superaste alguna experiencia difícil que puede ser de testimonio para impulsar a otras a hacer lo mismo? ¡Dejate usar por Dios y compartila!
  • ¿Tenés ideas, propuestas, sueños que pensás que son “una locura” o que no sabés cómo llevar adelante y por temor o inseguridad las estás reteniendo? Asesorate, animate a contarlas, formá equipo, hacé redes con otras mujeres (al final del artículo te dejo una invitación al respecto) pero no te quedes solo en la intención. ¡Sé parte del cambio!
  • ¿Ya estás trabajando, ministrando, sirviendo a otras mujeres? Si es así, preguntate ¿Cómo podés crecer, avanzar y expandirte en lo que hacés? ¿Por dónde vas a empezar y cuándo?
  • ¿Te capacitaste en algunas áreas que pueden ser útiles para bendecir a otras, en tu profesión, oficio, etc.? ¿Cómo podrías ponerlas a su servicio para hacer una diferencia en sus vidas?

Todas tenemos algo para decir, hacer, contar, implementar, proponer y accionar, que puede traer una luz de esperanza y abrir puertas para la mente, el corazón, el espíritu, el alma y el cuerpo de otras mujeres.

Si sos una mujer de fe siempre tenés la oportunidad de manifestar a Cristo en lo que hacés. 

¡Que nada te detenga! ¡Ni siquiera vos misma!

En 2021 y a pesar de que tenía mil excusas internas y obstáculos externos, puse un nuevo sueño en marcha: la Red de Activación Integral para mujeres cuyo lema es: “Capacitadas para capacitar, empoderadas para empoderar y bendecidas para bendecir”. 

Su misión es conectar,  impulsar, inspirar, mentorear, capacitar y ayudar a las mujeres a descubrir su potencial, activarse para cumplir su propósito y consolidarse como agentes de transformación que abren caminos y son una posibilidad para otras. Entre los recursos disponibles compartimos talleres y charlas gratuitas de profesionales con herramientas concretas en temas como violencia contra la mujer, gestión emocional, autoestima, liderazgo, etc. 

¡Vos podés ser parte!

Mayra Djimondian
Licenciada en Orientación Familiar, Coach Ontológico y escritora. Mediante sus libros, conferencias y talleres, capacita, potencia y activa a mujeres y familias desde un abordaje integral para desarrollar ser su mejor versión y vivir en plenitud. Es mamá de tres hijos y, junto a su esposo, pastorea la iglesia Tierra de Avivamiento, CABA.