mail

Suscribite a nuestro boletín

Misionera en Naciones Unidas

Desde que era pequeña, me encontré con cosmovisiones muy distintas de la realidad. Mis padres eran muy diferentes, siempre me han enseñado opiniones y formas de vida que no solo son distintas, sino realmente opuestas. Y, por supuesto, diferentes maneras de enfrentar el mundo.

De mi madre recibí los valores cristianos tradicionales. Me llevaron a la iglesia, aprendí sobre los valores morales, el sacrificio y el deber. En cuanto a mi padre, las «enseñanzas» trataban de buscar la felicidad. Desde esa fuente, cualquier pensamiento de carácter trascendental se veía como un detalle de poca relevancia y eso era válido siempre y cuando estos trajeran sentimientos positivos.

Durante muchos años escuché acerca de Dios, pero no lo vi de manera tangible. A los 13 años, el Señor escuchó las oraciones de mi madre y Él se me reveló a mi vida. Orando en un retiro cristiano, vi mi pecado, mi necesidad de Dios, confesé y creí que Él me estaba limpiando. Entonces, recibí la salvación y algo cambió en mí.

Desafortunadamente, ser parte del Pueblo de Dios no me sacó del todo fuera “de Egipto”, que era mi realidad. Me refugiaba en las reuniones de la iglesia y escuchaba la Palabra de Dios con regularidad. Sin embargo, yendo a la universidad y estudiando Relaciones Internacionales me expuse a un mundo que de hecho no buscaba al Señor y que estaba lleno de caos, ambición, orgullo e inmoralidad.

Esto me molestó, porque escuché las promesas de Dios, pero no pude verlas hechas realidad en la gente y “en el mundo real”. Quería arreglar el mundo, pero estaba exhausta y no veía ninguna esperanza. Esto me llenó de frustración, desamparo e incluso cierto cinismo.

Sin darme cuenta, el Señor guiaba mis pasos

Cuando terminé mis estudios, decidí tomarme un año sabático y tomar un curso de JUCUM en Londres. Sin saber lo que estaba haciendo, sentí que Dios estaba guiando mis pasos y hoy veo que me estaba llevando a un lugar donde lo vería más plenamente y también vería cumplidas sus promesas en el mundo.

Cuando llegué, descubrí que para ver al Señor cambiando el mundo, primero necesitaba pedirle que transformara mi corazón más profundamente y que me diera una visión de la realidad solidificada en la verdad. Tuve que dejar de lado mi complejo de salvadora y ver que era una hija amada y que estaba al servicio del Rey en el universo.

Pasando un tiempo de dejar mucho de mí misma atrás, Dios comenzó a revelarme la forma en que me usaría.

Purificó los deseos de traer transformación al mundo y me reveló que yo, de hecho, tenía una unción para gobernar y que Él traería su Reino a la Tierra a través de mí. Me dijo: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Me reveló que en aquellos lugares que ya parecían dominados por el enemigo y en los que muchos cristianos no se atrevían a entrar serían ocupados por el Reino de los cielos. Dios nos los devolvería a medida que avanzáramos. Con poco tiempo sirviendo en la base de JUCUM Londres, he visto al Señor usándome de una manera sorprendente, mucho más allá de lo que podía imaginar.

En mi primer año, me convertí en parte de un pequeño grupo en el Parlamento inglés y pude orar y hablar con mujeres influyentes que trabajan ahí.

Años después, frente a la crisis de refugiados, pude ser parte de la respuesta al caos. Visité y hablé sobre el Reino de Dios en campos de refugiados en Francia y Líbano; visité a refugiados huérfanos en Italia e incluso ayudé a una familia siria a recibir asilo político poniéndome en contacto con las Naciones Unidas.

Como si eso no fuera suficiente, el Señor abrió una puerta en Naciones Unidas para mi equipo. Desde 2015 soy parte de los representantes de JUCUM en Naciones Unidas y como equipo pudimos participar y organizar conferencias en el edificio oficial en Ginebra. 

Declaramos el poder de la Biblia como fuente de cultura de vida, hablamos de varias obras que tenemos alrededor del mundo, denunciamos injusticias contra la Iglesia perseguida y la realidad detrás del tema del aborto. 

En estas reuniones nos pudimos conectar con otros grupos cristianos y, para mi sorpresa, me di cuenta de que muchos cristianos ya estaban allí, en el campo de batalla, hacienda una diferencia. Dios ha estado trabajando durante mucho tiempo y simplemente hemos venido a reforzar su obra. 

Hoy veo que no hay dos realidades, la de la Iglesia y la del mundo. La Palabra de Dios es soberana, Él está salvando a las personas y las culturas de sí mismas todo el tiempo, lo que necesitamos es que Él abra nuestros ojos para ver.

Rebeca Biato
Brasil . 31 años, 8 años en JUCUM
Desde 2015 parte de los representantes de JUCUM en Naciones Unidas.

JUCUM
JUCUMhttp://jucumitu.com.ar
Juventud Con Una Misión es una comunidad misionera de cristianos provenientes de diferentes trasfondos, culturas y tradiciones cristianas, dedicados a servir a Jesús alrededor del mundo. Servimos principalmente de tres maneras: a través del entrenamiento, la proclamación del Evangelio y al preocuparnos por aquellos en necesidad. Actualmente trabajamos en más de 1,200 lugares en alrededor de 180 países.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]