Un estudio reciente realizado por thechurch.digital muestra un reflejo de cómo la cultura, las personas y la sociedad nos ven, hablan de nosotros, los cristianos, en los diferentes medios digitales, desde calculando cuánto gana la iglesia como el nivel bajo de interés de los no creyentes por las transmisiones de los servicios online.
Esto me ha hecho reflexionar varios días sobre la manera en que publicamos y comunicamos a las personas nuestra vida, la fe e identidad como hijos de Dios y cuán intencionales estamos siendo para conectar con los que no conocen a Cristo online. Lo que publicamos o cómo lo hacemos es un reflejo de lo que nos gusta y lo que hay en nuestro corazón.
Si bien es cierto que en nuestras redes sociales tenemos un plan, es clave definir una audiencia objetivo que vamos a alcanzar, desde no creyentes, curiosos por la fe o cristianos que quieren seguir creciendo, con lo cual podemos ofrecer el contenido correcto para acompañarlos en su caminar y en cada clic estén más cerca de Jesús.
También nuestras redes personales, en su mayoría, son contactos de amistades de muchos años en diferentes etapas de nuestras vidas, colegio, universidad, equipos deportivos o los papás de los amigos de nuestros hijos, con diferentes trasfondos, creencias y metas, a los cuales podemos acompañar a que conozcan a Cristo con lo que publiquemos.
En artículos anteriores hablamos sobre el propósito del contenido para desarrollar una estrategia digital adecuada para tu ministerio e iglesia y así conectar con las personas no creyentes. En esta ocasión quiero enfocarme en la manera como interactuamos online con las personas y la importancia de ser genuinos en una comunidad digital diversa y global.
Colosenses es una de mis cartas favoritas, principalmente ya que habla de la supremacía de Cristo, y en él está todo poder y autoridad, además de hacer un énfasis en la vida cristiana. En Colosenses 4:5-6, el apóstol escribe: «Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno«.
El apóstol nos anima a que nuestras conversaciones siempre sean amenas y de buen gusto, aunque en ese tiempo que lo escribió no había redes sociales, hoy vivimos un contexto donde el cristiano suele discutir, buscar la polémica o defender un punto en la Biblia de forma algo hostil en los medios digitales, por comentarios spam o de haters.
Algunos consejos que puedes tener en cuenta al momento de responder a mensajes:
- Considera si el comentario necesita ser respondido o no: Muchas veces es sabio decidir si es necesario dar una respuesta a la persona que escribe, aunque sientas que pierdes por el comentario que deja, es mejor considerar nuestras emociones y actitudes para dar una respuesta. Recuerda que de la abundancia del corazón habla la boca.
- Borrar los mensajes puede ser más dañino que responderlos o no: Si el comentario publicado es negativo, elegir responder, o no, es sabio, pero borrarlo quiere decir que vos cancelas a quienes no están de acuerdo. Estamos usando nuestras redes para crear un espacio libre donde las personas sientan que pueden opinar, aun cuando nuestros pensamientos no se alineen a los de ellos, pero encuentran en nosotros refugio para expresarse y abrir sus corazones. Son oportunidades grandes para compartir sobre Cristo y edificar vidas.
- Considera si es mejor hablarlo en público o en privado: Si nuestra intención en una discusión es dejar mal al otro o ganar la conversación, no estamos siendo intencionales en entender o comprender al otro y la razón de su frustración a la fe o a los cristianos. Es una tremenda oportunidad hablar en privado y conocer la realidad de la persona que quizá busca una respuesta a sus preguntas o comentarios.
Jesús no necesita ser defendido, ya que Él es la verdad.
Una generación que anhela lo genuino
Las redes sociales han creado beneficios y oportunidades para compartir, crear comunidad y llevar el Evangelio a lugares donde antes era imposible. También el rápido avance de las tendencias hace que haya una cultura de moda o de lo inmediato, que ha generado ansiedad, depresión y afecta la identidad de los más jóvenes.
Los problemas de salud mental son críticos de atender en una sociedad que está afrontando una pandemia que nos ha afectado en muchas maneras y que vemos sus resultados entrando a la post pandemia, y como iglesia, cada uno tiene la oportunidad de ser una persona de refugio para aquellos en internet, que son o no creyentes, que anhelan rodearse de gente genuina, que vive, comparte su fe y conectar con la necesidad del prójimo, de forma que pueda ver a Cristo y conocerlo.
«Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos», (Gálatas 3:27).
Aun cuando mi vida digital es un reflejo de mi vida real, el desafío como iglesia es que podamos llevar a Cristo en los medios digitales, no con la intención de ganar discusiones o cancelar las malas opiniones, sino de que puedan ver a Cristo a través de lo que decimos y hacemos. Nuestra vida real y virtual no están separadas.
Sobre el autor:
Manuel A. Samaniego Lao. Panameño. Seguidor de Jesús desde 2010. Esposo de Elsa, papá de Otniel y Juliette. Estudiante de la Maestría en Divinidades de la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires, Ingeniero de Sistemas y Computación, juntos somos misioneros de tiempo completo Liderando Estrategias Digitales para Cru en Argentina, donde creamos experiencias digitales para conectar a las personas con Jesús, acompañar su proceso de edificación y enviarlos para que sean embajadores de Cristo de por vida. Disfruto pasar tiempo con mi familia, ver programas juntos, escribir historias, dibujar cómics y programar.