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Más de 200 personas se bautizan en una tribu remota tras escuchar por primera vez el Evangelio

Una poderosa historia de fe, obediencia y transformación espiritual está impactando a miles de personas en todo el mundo. En una tribu remota y no alcanzada, más de 200 personas entregaron su vida a Jesucristo tras oír el Evangelio por primera vez, gracias a la labor misionera de la estadounidense Angi Magoulis.

La misionera compartió que los miembros de esta comunidad jamás habían escuchado hablar de Jesús. Sin embargo, cuando se les predicó la Palabra de Dios, la respuesta fue inmediata y unánime: clamaron con gozo y se prepararon para ser bautizados, obedeciendo al llamado de Cristo.

Bautismos en el desierto: una señal de fe viva

Uno de los desafíos más grandes fue la falta de agua cercana para realizar los bautismos. Pero la tribu no permitió que las dificultades físicas se interpusieran entre ellos y el mandamiento bíblico. Cavaron un hoyo en medio del desierto y caminaron kilómetros hasta el pozo más cercano para recolectar el agua necesaria.

“Este pozo tenía cerca de 100 metros de profundidad; por eso, llevar el agua tomó más de dos días para llenar el hueco donde serían bautizados. Uno a uno entraron al agua con total fe de que todo lo que cargaban sería sepultado con Cristo y saldrían renovados”, relató Magoulis.

El día del bautismo fue un momento inolvidable de llanto, liberación y gozo. La misionera expresó: “Vi cómo lloraban, cómo eran liberados y cómo caían bajo el poder del Espíritu Santo”.

La multiplicación del Evangelio desde adentro

En un acto que evidencia la obra del Espíritu Santo, Dios levantó a Mesac y su esposa Carolyn, miembros nativos de la tribu, para continuar con la misión evangelizadora. Ellos mismos se bautizaron y comenzaron a sumergir en el agua a otros miembros de su pueblo.

Este acto de multiplicación de la fe desde la propia comunidad refleja el poder del Evangelio cuando es recibido y apropiado de forma local. La misionera aclaró:

“Algunos creen que se necesita ser pastor o ministro para bautizar. Pero Jesús dijo en la Gran Comisión: ‘Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos…’. Este mandato es para todos los seguidores de Cristo—jóvenes, adultos, hombres y mujeres”.

Un nuevo comienzo para una tribu transformada por Cristo

Lejos de ser el final, la jornada de bautismo marcó un nuevo comienzo. Se levantaron nuevos discípulos, líderes y obreros comprometidos con la misión de extender el Reino de Dios.

“Dios está formando un equipo. No nos detendremos hasta que cada tribu, lengua y nación oiga el Evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”, concluyó Magoulis.

Una historia que inspira a la iglesia global

Esta conmovedora historia misionera nos recuerda que Dios sigue levantando testigos aún en los lugares más remotos, y que su Palabra no conoce fronteras. Nos desafía a orar, a sostener la obra misionera y a comprometernos con la Gran Comisión hasta que todos oigan.

Redacción
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