mail

Suscribite a nuestro boletín

¿Cómo atravezar los traumas?

Nuestras vidas están llenas de traumas, esas pequeñas heridas que se generaron a lo largo de nuestra historia. Algunos tienen historias con grandes traumas; otros, con traumas más pequeños, al punto que ni se dan cuenta de que están allí. 

Un trauma es una herida en el alma, por donde entró una sustancia espiritual llamada angustia, y se genera, mayormente, por algún tipo de violencia. La violencia es toda acción que se ejecuta contra la voluntad de alguien. Es una acción forzada. Los traumas pueden ser chistes en la escuela que llevaron a la humillación, o bien rechazos explícitos o implícitos por parte de padres, profesores, pastores o líderes espirituales. Pueden tratarse de situaciones de burlas en el ambiente laboral, o aun de abuso, en que se aprovechan de la bondad, la hospitalidad, la confianza. Traumas por traición, por decepción, por intimidaciones generadas en ámbitos de peligro, y muchísimas situaciones más. 

¿Qué es un trauma?

Un trauma es un momento específico cuando la angustia patológica entra a nuestras vidas por algún hueco en la confianza; se genera cuando, por alguna razón, somos separados violentamente de una idea, una amistad, una expectativa o pensamiento. Son situaciones tanto físicas como mentales. Estamos llenos de traumas, y esos traumas nos cargan de angustia. Yo le llamo “microtraumas”, pequeños huecos por donde entran destellos de angustia, que van cargando nuestras vidas de asperezas y durezas que nos quitan la libertad. Esto genera angustia, cuya presencia a veces nos pasa desapercibida, pero de alguna forma comenzamos a experimentar vidas cansadas, desganadas, iracundas, etc. 

Esos traumas se acomodaron a nosotros, pero sin que nos demos cuenta, fueron generando en nuestro ser ataduras emocionales, a las cuales nos sujetamos para conciliar bienestar. Alguien vio sufrir a su padre por el dinero, y se alió con este temor, asumiendo que debía esforzarse mucho más de lo normal para evitar situaciones de desprovisión. Otro se sintió muy aprobado y amado cuando comenzó a ayudar a las personas, y en función del temor al abandono de esas personas, se volvió alguien que ayuda sin medida pero desgastándose desmedidamente.

Hay también quien sufrió una situación de abandono por parte de su padre o madre, y desde entonces, el pánico a que lo dejen en cualquier ámbito de su vida llena su existencia de angustia y cansancio. 

«Los traumas agotan, cansan y nos hacen perder el gozo. Los hijos de Dios, cuando venimos a Cristo, somos renovados, pero los traumas no desaparecen como por arte de magia».

Sebastián Palermo

Él vino a traernos el poder de la libertad, pero debemos ser llenos de Cristo en esas áreas de nuestras vidas que están dañadas. Es un proceso de santificación por el que todos debemos pasar. Muchas personas me preguntan si con educación emocional podemos resolver esas cosas, y la realidad es que no: la educación emocional sirve para evaluar síntomas, para saber cómo gobernar nuestros pensamientos una vez que estamos en Cristo, una vez que aprendemos a discernir su mente de la nuestra; pero no resuelve los traumas ni el problema de la angustia.

Cuando la terapia psicológica funciona sin la vida de Cristo llenando el alma, solo será un parche temporal, hasta que el síntoma aparezca por algún otro lado de la vida. La angustia es una entidad vinculada al espíritu de muerte (si no es la misma entidad), y esta es una batalla que solo Cristo puede ganar. Es la razón por la que animamos a la gente a pasar procesos de sanidad interior. 

¿Qué es la sanidad interior?

Es un autoexamen en que invitamos a Cristo a llenar todas las áreas de nuestras almas, de manera que su vida vaya tomando cada esfera de nuestro ser interior. Muchos me dijeron: “¿Pedro habrá hecho sanidad interior?”. La respuesta es que no, no creo que haya seguido las formas que tenemos hoy con base en nuestra cultura, tales como aislarnos en una habitación y estar quietos, meditando en diferentes situaciones específicas.

También dudo que le hayan puesto melodías para ayudar en la atmósfera ni que se hayan valido de recursos como los que hoy usamos para ayudar en el propósito. Pero sí estoy seguro de que los tres años que pasó —día y noche— con Jesús le sirvieron para ir resolviendo cada una de las áreas de su vida. Vivió en estado continuo de sanidad de su alma, al igual que todos los que en su tiempo vivieron con Él y sus apóstoles. Isaías 61 habla claramente del ministerio de sanidad que tenía Jesús, entre otros. 

Pero volviendo a la libertad de los traumas, esta no viene por obras mentales sino por la llenura de Cristo en el alma de las personas, lo que va transformando el espíritu que opera en la mente. Resulta que para ser libre de los traumas, debo también soltar a los traumáticos, los que dañaron. El dolor del trauma está en el pasado y en el presente, y eso solo tiene poder si sigo bebiendo de la valoración que Lucero puso en nuestros corazones cuando fuimos dañados. Resulta que por los huecos que generan los traumas se meten los pensamientos que los espíritus inmundos siembran; por ello estos huecos deben ser cerrados, y hemos de expulsar esos pensamientos que aprendimos sin percatarnos de su presencia. 

La resolución de los traumas, por más pequeños que sean, se inicia con el PERDÓN.

Sebastián Palermo

Perdonar a los que de alguna manera participaron en el acto traumático, y perdonar el trauma en sí mismo. Esto nos libera de la demanda de justicia y habilita a Cristo a sumergirnos en la gracia. Jesús diría esto de otra forma, como lo hace en Mateo 6: si no perdonamos a los hombres sus ofensas, nuestro Padre celestial no está habilitado para perdonar nuestros pecados. 

Luego del perdón, debemos renunciar a las ideas y pensamientos aprendidos, que tomaron sustento en el trauma; esto es debido a que luego de las heridas, el diablo y sus aliados nos llenaron de mentiras y comenzamos a edificar nuestras vidas sobre tales engaños, que incluyen creer que no somos amados, o que lo malo va a pasar en cualquier momento, sin que a Dios le importe, o cualquier otra mentira que genere en nosotros comportamientos evitativos. Una vez que hemos renunciado a esas mentiras, tenemos libertad para romper vínculos con los espíritus inmundos que gobernaban nuestras vidas desde los aires. Efesios dice que cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos sujetaba el espíritu que opera desde la potestad del aire. Los vínculos con esos demonios se rompen renunciando a ellos y expulsándolos abierta y claramente. 

Por último, todo proceso debe cerrarse (o iniciarse, porque luego de la sanidad, en realidad, iniciamos nuestra verdadera vida en Cristo) con la llenura de vida del Espíritu Santo, a quien le entregaremos todas las áreas de nuestras almas, aun aquellas que desconocemos. Que esta llenura sea para nosotros la comida diaria que nuestras almas digieren a cotidiano. 

¡¡El Señor es bueno!! 

Sebastian Palermo
Sebastian Palermohttp://ayudaenlasemociones.com
Casado con Luciana con quién tiene tres hijos, Gianna, Nicolás y Allegra. Es un hombre apasionado por su relación con Dios, siendo consejero espiritual y pastor de una joven congregación en la ciudad de Córdoba. Médico formado en psiquiatría y especializado en terapia cognitiva y educación emocional.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]