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Leo Arribas: “Llevar comida también es predicar el evangelio”

El pastor de Nueva Generación, nos compartió por qué llevan a cabo esta misión como iglesia.

En medio de un año de crisis, en el que la pandemia nos obligó a vivir en aislamiento social, hay personas que rompen el molde y nos inspiran a estar más cerca de los necesitados. Es el caso de Leonardo Arribas, quien junto a su congregación asisten a personas en situación de extrema pobreza. En diálogo con La Corriente, Leo nos cuenta de su labor de asistencia y evangelismo.

LC: ¿Hace cuánto tiempo se dedican a la ayuda en social?

LA: Desde el comienzo de la iglesia, hace unos 11 años. Todo fue muy de a poco. Y aunque en nuestros inicios no teníamos espacio físico, eso no nos limitó. De hecho, empezamos a asistir a personas con problemas de adicción en las calles. Y al día de hoy son más de 500 jóvenes los que dejaron las adicciones a través de nuestro trabajo, y muchos de ellos están ayudando a otros con nosotros.

LC: ¿Cuántos comedores en total tienen como fundación y como están repartidos?

LA: Estamos atendiendo en cinco comedores, dos en Berazategui, uno en Moreno, otro en la Boca y un último en la Paternal.

LC: ¿Cuántas personas participan en la fundación?

LA: Toda la iglesia está involucrada en la labor, tratamos de no separar una cosa de la otra. Aunque tenemos personas abocadas exclusivamente a atender los comedores, que suman unos 150 colaboradores dedicados de lleno a esta misión.

LC: ¿A qué cantidad de personas asisten diariamente?

LA: Entre los comedores y las recorridas en las que salimos a repartir comida, que es todas las noches, solo el mes pasado hemos entregamos más de 5 mil raciones de comida. Y estimamos que esto se traduce a unas 400 personas por días.

LC: ¿Qué los motivó a iniciar esta misión y ser luz a otras personas?

LA: Hay dos razones básicas por la que hacemos esto, la primera es el amor y la segunda es la misericordia. Para nosotros se trata de ejercer la misma compasión que tuvo Jesús con nosotros y hacer lo que Cristo hizo cuando transitó en la tierra.

En una situación el Maestro no quiso despedir al pueblo en ayunas, y les dijo a sus discípulos «denle vosotros de comer». ¿Y sabés lo que pasa cuando dejamos de vernos a nosotros para ver la necesidad del otro? Comienza lo sobrenatural, lo impensado de Dios.

Por ejemplo, el último comedor que abrimos comenzó con una familia en Berazategui que preparaban viandas de comida desde su casa desde que empezó la pandemia. Hoy funciona una de nuestras bases de operaciones que, además de brindar alimentos, dan apoyo escolar y talleres de oficios, entre otras cosas. Y como esas te puedo contar que con cada centro de ayuda pasó algo similar, pero el motor de todo es la compasión.

LC: ¿Y de dónde nació esta idea de poder asistir a los más necesitados?

LA: Fue muy loco como empezó el primer comedor, me acuerdo que en la iglesia de Moreno teníamos un buffet para compartir con los hermanos y además juntar fondos para realizar algún arreglo. Pero me acuerdo que, un día, vi a un chico parado frente a la vitrina observando un pancho con tantas ganas que parecía que se lo devoraba con la mirada.

Sin dudarlo le compré uno y, al rato, me trajo al hermano. Después, cayo otro hermano, después tres primos, y ahí me di cuenta de la necesidad que muchos estaban pasando.

LC: ¿Por qué es importante como iglesia realizar este tipo de tareas?

LA: Porque es muy fuerte ver la necesidad y no podemos quedar indiferentes ante ella. Es replicar lo que hizo Jesús, es llevar el evangelio no solo con una biblia sino también con un plato de comida. Hacer esto nos da la capacidad de desarrollar, de manera práctica, el amor. Y así, la iglesia se vuelve más humana sin caer en el humanismo.

Cuando podemos sacar la mirada de nosotros mismos y ponerla en lo demás, lo que sucede es muy poderoso. Porque ahí realmente estamos sirviendo al Señor. Y esto va más allá de dar solo alimentos, sino dar consejos de vida, ayuda espiritual y emocional, capacitar en todas las áreas, brindar consuelo, dar un abrazo y entender cuántas cosas hay que todos podemos hacer.

La iglesia tiene el poder de dar libertad al cautivo, y eso es expresar nuestra fe de una manera práctica y tangible, tal como dijo el apóstol Santiago, “la fe sin obras es muerta”.

Redacción
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