Para exponer los fundamentos más elementales acerca de la salvación otorgada en Cristo Jesús nos preguntamos ¿de qué debo ser salvo?, ¿cuál es la salvación que busco y cuál es la que Dios me ofrece?, ¿qué valor tiene la salvación para mí?, ¿qué valor tiene la salvación para Dios?
2 Timoteo 1:8-10 dice: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”.
“El entendimiento acerca de la salvación debe ser abierto, para que nuestro camino de crecimiento en el Señor sea firme y sin detenimiento”.
Si no entendemos la vida que nos fue dada en Cristo Jesús, nunca podremos entender la salvación que Dios nos otorgó por medio de su Hijo. Podríamos entonces creer que fuimos salvados de una “mala situación” o de una “mala vida”. Cuando conocemos la vida espiritual entendemos que fuimos salvados, no por estar mal, sino porque estábamos muertos.
Por lo tanto, en la muerte no teníamos manera de saber lo que en realidad necesitábamos. No fuimos salvos porque pedimos salvación, sino por el puro efecto de la voluntad y Gracia de Dios. Salvación es un inicio verdadero, pero que nos desafía a conocer el llamado de Dios a una nueva vida. Entonces podremos decir como el Rey David: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” (Salmos 51:12).
Salvación por gracia, por medio de la fe
1- Hemos sido salvados por Gracia
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:4-9).
El entendimiento de la grandeza y gloria de la salvación debe dejarnos sin lugar para el orgullo o la vanagloria personal. Nada pudimos hacer para recibir salvación. Nada hicimos por esa salvación y nada podremos hacer para ser salvos. Esa sentencia debe permanecer para mantener nuestras almas y corazones con altos niveles de humildad delante del Señor.
Este entendimiento de la salvación humilla nuestro pasado. No sólo son humillados nuestros errores, sino también nuestros aciertos y bondades humanas.
“Toda fortaleza personal, logros y ventajas, son nada delante de Dios y este evangelio nos establece en un fundamento firme en la Gracia”.
2- Hemos sido salvados por medio de la fe
- “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4).
- “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, (26) pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús…” (Gálatas 3:25-26).
- “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:1-2).
La fe es un sello y evidencia indubitable de que hemos sido llamados por Dios a la salvación. La fe es un don de Dios. Nadie puede tener fe si no le es dado de Dios.
- ¿Cree usted en Dios?
- ¿Cree que Jesucristo es el Hijo de Dios y Él murió en la Cruz para salvarle a usted?
- ¿Cree que la muerte del Señor ha sido precio suficiente para que usted sea quitado de la muerte y llevado a la vida?
Si cree y hay convicción plena en su corazón acerca de eso, debe tener certeza de que en usted está el mayor y más valioso regalo de Dios: la fe.
3- Hemos sido salvados por las intenciones y expectativas de Dios
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad…” (2 Tesalonicenses 2:13).
La salvación no nos fue dada por nuestra búsqueda. Fue el Padre quien se acercó a nosotros y nos reconcilió consigo mismo por medio de Su Hijo. Fue Su accionar. Sólo hemos correspondido a Sus intenciones, y eso debería mantenernos atentos a Sus expectativas.
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12).
4- Salvación es una nueva vida en Cristo
En lo humano y natural, estábamos muertos y en tinieblas y nada había en nosotros que pudiera hacernos dignos de tan grande salvación.
- “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (1 Juan 3:14).
- “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).
- “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (25) De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Juan 5:24-25).
- “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Debemos entender que la salvación no nos otorga una “salida” a problemas personales. La Salvación no mejora nuestras vidas. Salvación nos otorga acceso a lo verdadero y eso comienza con una verdadera vida.
¿Qué de la vida que antes llevaba sin Dios? No era vida, sino un suspiro temporal, una estructura de mentira. Vamos comprendiendo más y más la salvación cuando entendemos que la antigua vida era falsa y mentirosa, decidiendo cada día vivir en la nueva y verdadera vida: una vida con calidad eterna.
En una próxima entrega reflexionaremos sobre cómo reconocer las señales de que una persona ha experimentado la verdadera salvación y las evidencias de la fe no fingida y cómo esto se manifiesta en nuestra vida espiritual.