“Las armas con que luchamos no son del mundo si no que tienen el poder Divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo”. 2 Corintios 10: 4-6.
Me gustan los pasajes que hablan de la mente, y este en especial ya que la salud mental es una conquista y como tal requiere una buena batalla. De este pasaje me quiero enfocar en tres conceptos asociados: Fortalezas, altivez y argumentos.
- Las fortalezas en los tiempos bíblicos servían para proteger a una población y es por eso que estaban construidas con tal fin: “que resulten difíciles de derribar”.
- La Altivez no solo apunta al orgullo o a la soberbia, en su etimología se encuentra esta definición “cualidad de alto”.
- Los argumentos son razonamientos que tienen el fin de convencernos de cierto asunto.
Si tuviera que graficar una imagen de este pasaje la altivez sería un monte y los argumentos serían como los soldados que están al servicio de proteger ese lugar alto.
En nuestra mente entonces tenemos fortalezas, un lugar construido hace tiempo y se encuentra custodiado. El problema de estas construcciones es que tienen su cuota de razón, por eso las aceptamos mentalmente. Esto es lo que hace que se dificulte derribarlas. Las fortalezas son fuertes valga la redundancia.
Vamos a detectar algunas fortalezas en ejemplos bíblicos para entender un poco más estos conceptos: fortalezas, altivez y argumentos.
Moisés argumenta: “tengo un trastorno del habla”, “una discapacidad”, “se me enredan las palabras”. Estas razones que no paran de llegar están alrededor y rindiendo servicio a algo que Moisés está poniendo en un lugar más alto que la palabra de Dios. Lo que tiene “alto” Moisés no es la palabra libertador, es su propia discapacidad.
Su historia clínica no nos revela el por qué esto se levantó en su vida, pero podemos sacar algunas conclusiones, ¿será que pasar tiempo sin su figura de apego en la canasta en un río peligroso llenó su psiquis de temor?, ¿Habrá sufrido burlas en el kindergarden de Egipto? o quizás el haber sido criado en un imperio “omnipotente” le arrojó en su cara su propia impotencia.
Sea como sea los argumentos o razonamientos que presenta Moisés van en contra de lo que Dios dice sobre él, pero a favor de lo que él piensa de sí mismo. Lo cierto es que argumentos y altivez van de la mano, Moisés tiene una fortaleza que se llama imposibilidad.
Y no solo Moisés, si no también Jeremías, presenta buenos argumentos, “es que soy niño”, “un poco inmaduro” “esta no es mi hora”. Otra vez razonamientos acordes a lo que Jeremías tiene en alto, esos argumentos estaban defendiendo y son coherentes con la emoción que siente este joven. El monte “alto” de Jeremías que impide conocer la voluntad de Dios en su vida tiene un nombre, se llama miedo.
Ester también, se enfrenta con un monte “alto” y sus argumentos asociados “no me llamó el rey” ,“hace treinta días que el rey no pide por mi presencia”. Si tuviese que ponerle un nombre a este monte lo llamaría orfandad, o rechazo ya que ella no se siente parte en este llamado. Hasta que Mardoqueo con un golpe certero derriba esta fortaleza con estas palabras ¡para esta hora fuiste llamada mujer! Ester 4:14.
Creo que parte de estas fortalezas se encuentran en un área del cerebro llamada precuña. La precuña se halla en el lóbulo parietal superior. En esta zona se guardan las reflexiones acerca de nosotras mismas, nuestro autoconcepto. Este autoconcepto es como una huella ligada a la relación con las experiencias con nuestros vínculos primarios, palabras oídas en nuestro recorrido por la vida, etc.
Es por esto que muchas veces nosotras, con nuestras precuñas afectadas estamos como Moisés y nos quedamos mirando la enorme imposibilidad, o como Jeremías levantando el temor cada día, quizás como Ester llenas de dudas, sintiéndonos fuera del llamado de Dios para nuestras vidas. Y así el miedo nos arrasa y la imposibilidad nos aplasta, el llamado se nos pasa.
Capturamos como prisioneros de guerra, cada pensamiento e insistimos en que se incline en obediencia al ungido. (2 Corintios: 10 TPT).
La buena noticia es que el pasaje de Corintios tiene una estrategia efectiva de guerra para derribar estas fortalezas, atrapar intencionalmente cada pensamiento, para desarmar de a poco este ejército que batalla en nuestra mente, capturando los soldados(pensamientos) encargados de proteger lo que tiene que derribarse, para que poco a poco Su palabra en nosotras sea lo más alto. Realmente una reconfiguración cerebral, una precuña alineada a la suya; una verdadera metanoia.
Me pregunto qué está escrito en tu precuña, ¿qué hay grabado allí que se levanta en contra de que conozcas la voluntad de Dios?, ¿una imposibilidad como Moisés? , ¿una emoción como Jeremías?, ¿una herida de rechazo como Ester? Sea cual fuera todas tenemos la oportunidad de conectar con la precuña de Dios, el concepto que Él tiene sobre nosotras, en Su precuña hay palabras como elegida, llamada, amada, empoderada, palabras que revelan quién sos de verdad, palabras que no se lleva el viento porque tienen peso y carácter Eterno. Estas si valen la pena custodiar.