¿Por qué miramos más la debilidad que la fortaleza? Nos centramos en lo que falta y no en valorar lo que sí hay.

Existe más riqueza en descubrir las virtudes y potencialidades de una mujer con discapacidad, que solo quedarnos con lo que no puede hacer. Vivenciar lo que le pasa, escucharla, mirarla, valorarla y ponernos en su lugar para caminar juntos nos llevará a desterrar tantos mitos que se levantaron a lo largo de los años con respecto a la discapacidad.

¡Mujer, no te limites! Que los límites en la funcionalidad no te lleven a la estrechez, a esconderte, a restringirte. La manera en la que tú te veas determinará la mirada del otro, no obstante, el primero en mirarte de manera correcta y darte valor es Jesús: “Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable, y yo te amo”, Isaías 43.4.

Si pensamos en Jesús vemos que es el primer ejemplo de inclusión de todos los tiempos. Jesús comía con las personas que en aquella época eran consideradas lo peor del mundo, Jesús se acercaba a los leprosos, a los paralíticos, a los ciegos, se acercó a la mujer que por años estaba encorvada, se acercó y se dejó tocar por una mujer que estaba enferma.

Jesús vio en ellos lo que sí podían hacer, y a dónde podían llegar, sin importar la discapacidad o lo que los limitaba en ese momento. Jesús transformó su realidad y generó nuevas oportunidades para avanzar, crecer y cambiar. De la misma manera lo hace hoy, cambia nuestras realidades y transforma nuestra mirada de las situaciones, de modo que nos lleva a ver más allá de las limitaciones. 

Es complejo pensar en la inclusión en una sociedad que se considera inclusiva pero no lo es. Creemos que tenemos un lenguaje de inclusión donde nadie queda afuera, pero en la práctica miramos al costado cuando una embarazada necesita el asiento en el colectivo, cuando una anciana necesita que le llevemos las bolsas, cuando una persona con disminución visual tiene que cruzar la calle, estacionamos obstruyendo las rampas y tantas acciones más que nos llevan a ser una sociedad excluyente. 

Rodéate de personas que te valoren, que te potencien, que fortalezcan tu autoestima y te ayuden a alcanzar tus metas, esto hará que salgas de la incomodidad de la discapacidad y la diferencia para entrar en la igualdad y descubrir que en realidad hay más capacidad en ti de lo que puedes imaginar.

Tener una red de contención con amigos y familia te ayudará a encontrarte y avanzar en tu propósito. 

¡No te limites! No pienses que “no puedes”, ayúdate teniendo metas a corto plazo y evaluando tus propios procesos. 

¡No te limites! Desarrolla perseverancia. Pequeños y firmes pasos son los que finalmente te llevan a alcanzar tus metas.

¡No te limites! Tu vida puede inspirar a muchas mujeres que estén pasando por lo mismo que tú. Deja huella, sé influyente.

¡No te limites! Hay planes de bienestar para tu vida.

Profesora en educación especial, técnica en orientación familiar y diplomada en diversidad y educación. Está casada con Lucas Sinigalle y tienen dos hijos Isabella y Luciano. Junto a su esposo forma parte del equipo pastoral de la iglesia Tierra de Avivamiento en el barrio de Devoto.