Hace diez años que, junto a nuestra familia, servimos como misioneros, actualmente nos encontramos en Brasil.

Nosotros movilizamos equipos misioneros de corto plazo a África y distintos lugares de Europa. Nos encontrábamos establecidos y llevábamos años de inversión en esa hermosa tierra. Hasta que el Señor nos invitó a salir de lo instaurado. Así es como desde hace dos años nos encontramos radicados en el nordeste de Brasil, en el Estado de Bahía, en una ciudad llamada Senhor do Bonfim, a 110 kilómetros del famoso río San Francisco que divide los estados de Bahía y Pernambuco.

El proceso de mudanza comenzó con una palabra de Dios en Apocalipsis 22:2 diciéndonos: “las hojas del árbol son para sanidad de las Naciones”. Al mismo tiempo, tuvimos una visión de hojas secas cayendo de árboles y siendo sopladas por el viento. Una característica de la región donde nos encontramos actualmente es la falta de agua y la sequía.

Movidos por el Señor, decidimos dejarlo todo. Con incertidumbres, pero agarrados de la palabra de Dios, y con apenas lo que cabía en el auto emprendimos el viaje a este desafío de fe. En el camino otros matrimonios y amigos se fueron sumando al sueño de Dios.

En medio de la obediencia vivimos momentos difíciles. Al salir de Argentina, personas dejaron de apoyarnos económicamente de forma tal que nos vimos grandemente afectados. En ese entonces aún no sabíamos que estábamos cercanos a experimentar una de las más grandes pérdidas posibles. Tras un aborto espontáneo, nuestro segundo hijo partió a la presencia del Señor. La tristeza nos desbordó y las lágrimas fueron insuficientes para expresar nuestra tristeza. Sin embargo, aferrados al Consolador continuamos el camino.

Así fue como luego de unos meses dimos inicio a nueva sede misionera. Al principio no teníamos un lugar físico dónde desarrollarla, hasta que amigos de la iglesia de la ciudad nos cedieron un campamento en una chacra sin uso. Lo reformamos para habitar, arreglamos los alojamientos para recibir misioneros y otros cuartos para poder recibir jóvenes que están siendo entrenados para las misiones.

El trabajo está en curso

Estamos muy felices con la apertura de la base misionera. En enero de este año comenzamos nuestra primera Escuela de Discipulado y Entrenamiento, con 12 alumnos de diversos lugares de Brasil. Teníamos alumnos extranjeros, pero por cierre de fronteras no alcanzaron a llegar.

Dios ha sido muy bueno, hemos podido servir y tener alianzas con más de 50 iglesias de la región. A las cuales hemos podido brindarles cursos, seminarios y talleres, han sido experiencias maravillosas.

Durante la pandemia también pudimos ver la provisión de Dios con milagros sobrenaturales.

Hacía más de 3 meses no teníamos agua, por la intensa sequía en la región. Un hombre que frecuenta nuestros cultos de comunidad se entregó a Jesús. Resultó ser un vecino, ya que su chacra está cerca a la nuestra. Un día nos vio comprando un camión de agua y dijo que Dios tocó su corazón para darnos agua, porque él tenía una cisterna muy grande y nos podía abastecer estos meses, quisimos darle una ofrenda para la bomba que gasta mucha energía, pero no lo aceptó. Ahora nos pide que lo bauticemos.

Otro milagro es que vino un hombre de una ciudad cercana a visitar y conocer la base, él tiene algunas panaderías y nos ofreció ayuda con provisión de pan diaria y cada vez que lo necesitemos. Literalmente, Dios nos da el PAN Y EL AGUA. Esta provisión milagrosa nos ha permitido bendecir a muchas familias durante la pandemia. 

Hemos tenido la oportunidad de servir a nuestra sociedad, de diversas formas. Una de ellas es poder ayudar en el combate del coronavirus. Fuimos invitados a integrar una mesa llamada “Comisión Religiosa del COVID”, en la cual hemos podido ayudar de forma concreta.

Dios nos ha dado el privilegio de pastorear y discipular a varias personas del gobierno de la ciudad; entre ellos el vicealcalde, la secretaria de educación y el coordinador de las asociaciones civiles, el presidente del consejo deliberante, asesores, entre otros. Todos ellos han podido visitar la base y oír palabra del Señor.

Identidad, propósito y destino

Nuestra sede misionera está trabajando fuertemente con estos tres pilares bien claros.

Identidad: que los jóvenes que llegan a nuestra comunidad puedan descubrir su verdadera identidad de hijos y su lugar en el mundo.

Propósito: que ellos descubran para qué están en esta tierra, conocer sus dones, talentos y llamado.

Destino: que todos sepan su ministerio, campo misionero, y su lugar de influencia en las diversas áreas de la sociedad en la nación, pueblo, o tribu que han sido encomendados por el Señor.

Estamos muy desafiados también con la erradicación de la pobreza bíblica, y nos unimos a esfuerzos de Juventud Con Una Misión en el mundo en este proyecto. 

La realidad analfabetismo en nuestra región nos hizo crear alianzas y estrategias diferentes. Hoy tenemos dos: una radio portátil llamada “PRACLAMEITOR”, que se carga con energía solar y tiene una memoria SD con la cual las personas pueden oír la Biblia entera sin necesidad de leer, solo escuchar la palabra.

El segundo recurso con el que contamos son tarjetas micro SD que damos en los tiempos de evangelismo. Éstas sirven para cualquier celular Android, contienen la biblia entera, la película Jesús y 500 horas del programa de radio con mensajes de la Palabra.

Hay muchos milagros que Dios está haciendo en la tierra seca del Sertao da Bahia, y la tierra continúa manifestando la gloria del Señor.

Hoy tenemos viviendo en nuestra comunidad a más de 30 personas de Chile, Argentina, Brasil, Colombia, y anhelamos de todo corazón que muchos jóvenes vengan a nuestro campus, sean entrenados, discipulados y enviados a las Naciones.

Les abrazamos en Cristo Jesús.

Mi nombre es Marco Saez, soy chileno, casado con Nea, brasileña. Tenemos una hija, Anita, quien es argentina. Como familia misionera estuvimos sirviendo en Buenos Aires, Argentina, por 10 años. Durante ese tiempo trabajamos con jóvenes universitarios, acompañando y discipulándolos.

Juventud Con Una Misión es una comunidad misionera de cristianos provenientes de diferentes trasfondos, culturas y tradiciones cristianas, dedicados a servir a Jesús alrededor del mundo. Servimos principalmente de tres maneras: a través del entrenamiento, la proclamación del Evangelio y al preocuparnos por aquellos en necesidad. Actualmente trabajamos en más de 1,200 lugares en alrededor de 180 países.