Cómo Vimar pasó de estar al borde de la quiebra, a convertirse en una empresa con propósito: llevar esperanza y fe a través de cada alfajor.
En 2007, la fábrica de alfajores Vimar estaba al borde de la quiebra. Las deudas eran insostenibles, las ventas se desplomaban y todo indicaba que el final era inevitable. Pero en medio de la desesperación, uno de sus dueños, Jorge Paretti, tomó una decisión radical: entregar la fábrica a Dios.
“Ese día entendí que no era mía, sino de Él. Y cuando hice esa entrega, todo cambió”, recuerda Jorge con emoción.
Lo que parecía un gesto desesperado, se convirtió en el inicio de una historia sorprendente, marcada por la fe y un nuevo propósito.
Una decisión contracorriente
La transformación espiritual de los dueños de Vimar pronto se tradujo en un cambio concreto: imprimir versículos y mensajes de fe en los envoltorios.
En tiempos donde otras marcas apostaban por mensajes superficiales o hasta ligados a la muerte, Vimar eligió otro camino para sembrar esperanza: “Una simple frase puede cambiar un corazón”.
La decisión no tardó en generar resistencia. Algunos clientes se negaron a seguir comprando, otros se burlaban de la propuesta, e incluso hubo amenazas legales por usar textos bíblicos en una golosina comercial. Pero en lugar de retroceder, la empresa se sostuvo en la convicción de que Dios abriría nuevas puertas. Y así fue: las ventas se multiplicaron en otros canales y comenzaron a llegar testimonios que confirmaban que la decisión había valido la pena.
“Perdimos muchos clientes al principio. Pero no podíamos dar marcha atrás. Ya habíamos puesto a Dios primero”, recuerda Jorge.
Historias que trascienden un alfajor
De pronto, Vimar no solo fabricaba dulces: fabricaba experiencias transformadoras.
Una niña que, al leer la frase en su alfajor, reconoció que “Dios le estaba hablando”. Una maestra que usó el envoltorio como disparador para hablar de valores en el aula. Un preso que encontró paz leyendo cada mañana un mensaje del paquete hasta que recuperó su libertad.
“Una simple frase puede cambiar un corazón. Nosotros damos el paso y Dios hace el resto”
Más que un negocio
Con el tiempo, la empresa no solo se levantó de la crisis, sino que adquirió un propósito más grande que la rentabilidad. “Entendimos que Vimar ya no era nuestra. Era de Dios. Nosotros solo somos administradores”, explica Jorge.
Hoy, la fábrica no se define por los alfajores que produce, sino por el mensaje que transmite. Cada envoltorio es una semilla, y cada semilla tiene el potencial de transformar una vida.
La historia de Vimar es, en definitiva, la de un negocio que renació en medio de la crisis al poner a Dios en el centro. Una crónica que demuestra que la fe puede transformar no solo corazones, sino también empresas enteras.