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La historia de Isaac Watts, el compositor del himno “Al Mundo Paz”

Seguramente escuchaste este reconocido himno que suena en las navidades de todas partes del mundo, pero quizás no conocías la historia que se esconde detrás de las melodías en la vida de su autor, nombrado como el padre de la himnología inglesa.

Isaac Watts nació en Southampton el 17 de julio de 1674, fue el primero de los ocho hijos de Isaac Watts y Elizabeth Taunton. Su padre, un diácono independiente, no era miembro oficial de la iglesia de Inglaterra, sino que se adhería a la fe congregacional. Esto era un asunto serio en la época, ya que dependían de la tolerancia del monarca en el trono inglés para practicar libremente su culto, pero siempre se les negaban ciertos derechos civiles y sufrían acoso frecuente por parte del gobierno.

Debido a su independencia, le fue privada la libertad por ser “disidente” de la Iglesia de Inglaterra. Por esta razón, según cuenta la tradición, la madre de Isaac Watts lo amamantó sentada en una gran piedra cerca de la puerta de la prisión, protestando en silencio contra el trato injusto que recibía su marido.

Después de ser liberado, el padre empezó a dar clases particulares a su hijo cuando este tenía cuatro años de edad. Rápidamente el niño Isaac desarrolló una notable habilidad verbal y lingüística. Aprendió latín y progresó rápidamente en conocimientos elementales. Desde muy pequeño era propenso a rimar, recurso que incluso usaba a menudo para conversar. Fue un niño que aprendió a leer casi tan pronto como pudo articular una palabra y que escribió versos a una corta edad.

“Soy un vil trozo de tierra contaminada, así he continuado desde mi nacimiento, a pesar de que la gracia de Jehová me provee todos los días. Como seguramente este monstruo de Satanás me engañará, ven pues, Señor, de las garras de Satanás líbrame. Lávame en tu sangre, oh Cristo,
y la gracia divina imparte”.

Uno de los primeros poemas de Isaac Watts de niño/ Fuente: Byte Project

En 1680 a los seis años fue enviado a la escuela gratuita de Southampton. Tres años más tarde, el padre de Isaac fue nuevamente encarcelado por la persecución de los disidentes en Inglaterra y Escocia. Si bien fue liberado a los seis meses, se vio obligado a abandonar a su familia y vivir en Londres durante dos años. El joven Watts continuó en la escuela de gramática y comenzó a aprender griego, francés y hebreo. 

Su padre, lejos de casa, escribió una carta a sus hijos exhortándolos a leer con frecuencia las Escrituras y hacer que sus corazones se deleiten en ellas: “Sobre todos los libros y escritos tengan en cuenta la Biblia como el mejor libro y léanla más seguido; guarden la verdad de ella en sus corazones”.

Dos años después de una fuerte experiencia que llevó al joven Isaac a creer en Jesucristo como su Salvador, se la pasó en su casa estudiando las Escrituras y orando. De esa manera, sin saberlo, Dios estaba preparándolo para contribuir al arte, al culto y a la alabanza de todo el mundo.

Watts fue enviado a la Academia Disidente de Stoke Newington, en Londres, hasta 1694, academia a la que era un privilegio asistir. Allí recibió las enseñanzas de Mr. Thomas Rowe, presidente de la institución y ministro independiente. Isaac se aplicó al estudio de los clásicos, la teología y el hebreo, con una diligencia y un éxito poco comunes. 

Mr. Thomas Rowe

En esa época, Watts se congregó en la iglesia del profesor Rowe. En diciembre de 1693, a los veinte años de edad hizo por primera vez profesión pública de fe y se volvió miembro de esa comunidad. Sin embargo, en abril de 1694, habiendo terminado con el mayor mérito, su carrera académica, y completado un curso de estudios teológicos, regresó a la casa de su padre en Southampton para descansar, pues se encontraba cansado debido a su aplicación excesiva. 

Durante los dos años de su estancia en casa (1694-1696), comenzó a reflexionar sobre las melodías que se entonaban en las congregaciones.

El inicio de un legado musical

Para ese entonces, a fines del siglo XVII, muchas iglesias cristianas cantaban salmos bíblicos en versos. Generalmente la gente tenía poco conocimiento musical y los momentos musicales en el culto consistía en «encajar a la fuerza» los versos de los salmos bíblicos en métrica y rima. Andrew Wilson-Dickson, en Una Breve Historia de la Música Cristiana comenta al respecto diciendo: «Cada línea del salmo era recitado, a menudo cantado, por una voz líder que debía ser contestada por la congregación. Tanto el líder como la congregación tendían a seguir un tiempo propio (usualmente muy largo, quizás de medio minuto por línea)».

Las armonizaciones generalmente se hacían sin el apoyo de algún órgano o instrumento y con improvisación. La velocidad lenta del canto permitía decorar y ornamentar la melodía con notas adicionales, cosa que se hacía en forma espontánea y que generalmente ocurría simultáneamente por varios cantores. Es decir, que casi siempre consistía en improvisaciones. 

Esto motivó al joven Isaac Watts cuando un domingo llegaba a casa después de la iglesia quejándose de lo pesado, monótono y sin vida que eran los himnos. Su padre, quién nunca dejó de instruirlo en el camino de Cristo, le dijo, «¡No te quejes y escribe algo mejor!» ,y eso hizo. El domingo de la semana siguiente la congregación cantó un himno «Mirad las Glorias del Cordero». Este se convertiría en el primero de los 750 himnos que Watts compuso para la Iglesia.

Al volver a Londres, en 1696, predicó su primer sermón en la iglesia un 17 de julio de 1698 (día de su cumpleaños) y al año siguiente fue elegido como asistente del Dr. Isaac Chauncy, pastor de la iglesia independiente o congregacional Mark Lane, en Londres. En aquella congregación alguna vez predicó el conocido teólogo puritano John Owen

En medio de todo lo que estaba viviendo mientras predicaba el Evangelio y dejaba salir aquellas melodías y poemas, ese mismo año en 1699 comenzó a padecer la enfermedad que sufrió durante la mayor parte de su vida. En el verano siguiente volvió a afectarle, y aún más gravemente en 1701. A pesar de esto, por petición de la congregación en Londres, Watts sucedió a Chauncy como pastor principal en 1702, también con un asistente.

Aunque los luteranos alemanes habían estado cantando himnos durante 100 años, Juan Calvino había instado a sus seguidores a cantar solo salmos métricos; Y los protestantes ingleses habían seguido el ejemplo de Calvino.

Watts no rechazó los salmos métricos; simplemente quería verlos más apasionados. “Deberían traducirse de tal manera que tengamos motivos para creer que David los habría compuesto si hubiera vivido en nuestros días”, escribió.

Muchos de sus colegas ingleses no podían entenderlo.

Watts no se disculpó, argumentando que deliberadamente omitió varios salmos y gran parte de otros, conservando porciones “que podrían adaptarse fácil y naturalmente a las diversas ocasiones de la vida cristiana, o que al menos podrían brindarnos algunas hermosas alusiones a los asuntos cristianos”. 

Además, donde el salmista luchó con enemigos personales, Watts volvió la invectiva bíblica contra los adversarios espirituales: el pecado, Satanás y la tentación. Finalmente, dijo: “Donde los vuelos de su fe y amor son sublimes, a menudo he hundido las expresiones al alcance de un cristiano común”.

Sin embargo, más que un poeta, Watts también fue un erudito de amplia reputación, especialmente en sus últimos años. Escribió cerca de 30 tratados teológicos; ensayos sobre psicología, astronomía y filosofía; tres volúmenes de sermones; el primer himnario infantil; y un libro de texto sobre lógica que sirvió como trabajo estándar sobre el tema durante generaciones.

Pero su poesía sigue siendo su legado duradero y le valió elogios en ambos lados del Atlántico. Benjamin Franklin publicó su himnario, Cotton Mather mantuvo una larga correspondencia con él y John Wesley lo reconoció como un genio, aunque Watts sostuvo que “Wrestling Jacob” de Charles Wesley valía todos sus propios himnos.

Hasta el día de hoy se reconoce a Isaac Watts como el padre de la Himnología Cristiana. Y no es poca cosa, ya que mientras desarrollaba su ministerio de múltiples formas, continuaba padeciendo aquella terrible enfermedad que lo mantenía acostado en su cama. Con la fuerza que solo podía venir de Dios, continuó trabajando en nuevas melodías, sermones y tratados.

Su enfermedad volvió a hacer mella en su salud al regresar a él con mucha violencia en el otoño de 1712. Una fuerte fiebre y la consiguiente y angustiosa neuralgia lo dominaron hasta el punto de privarlo, en ocasiones, de toda conciencia aparente. Por petición del propio Watts, su asistente, un tal señor Price, fue ordenado su copastor el 3 de marzo de 1713. 

Predicaba los domingos siempre y cuando le fuera posible, aunque con gran debilidad, pero solía pasar apartado del púlpito semanas y hasta meses. Para compensar la falta de servicio público, ocupaba su tiempo en la preparación de publicaciones útiles. Preparó y entregó a su iglesia y al mundo varios volúmenes de sermones a lo largo de los últimos veinticinco años de su vida.

Isaac Watts poco a poco fue decayendo en sus fuerzas hasta que murió en la tarde del viernes 25 de noviembre de 1748, a los 75 años. Nunca se casó.

Una gran multitud de personas acompañó el cuerpo hasta su última morada en el cementerio londinense Bunhill Fields, y un monumento a su memoria fue erigido en la abadía de Westminster. Se le suele recordar como el gran reformador del culto público en lo que respecta a la alabanza congregacional, así como el padre de la himnodia evangélica y su principal promotor. 

Monumento a Isaac Watts

Hoy, Watts es conocido especialmente por sus himnos. Sin dudas en esta fecha podemos oír con más frecuencia “Al mundo paz”, cuyo nombre original es “Joy the World”. Estas melodías suenan tanto en ámbitos eclesiásticos como seculares, lo que hace que el mensaje del Evangelio pueda llegar a los oídos de miles de personas en todo el mundo

Te compartimos la interpretación que se desarrolló en nuestros estudios para que puedas cantarla y adorar a Dios en las vísperas navideñas.

Redacción
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