La falta de perdón lleva a que las relaciones se conviertan en una mochila muy pesada de llevar.

Cada familia y, en especial, cada pareja es un mundo en sí. Y hay un tema del cual ninguno de nosotros nos podemos adjudicar el título de invictos: las discusiones, los puntos de vista diferentes y los desacuerdos en la pareja.

A veces los desacuerdos se convierten en un asunto recurrente y central de la relación. Y junto con los desacuerdos llegan las discusiones, las peleas, las ofensas y el consecuente dolor que éstas producen. 

Y así, la falta de perdón en las relaciones lleva a que éstas se conviertan en una mochila muy difícil de llevar, cargada de emociones inmanejables, recuerdos y malestares propios de una situación no resuelta. Hay muchas personas que cargan este equipaje por muchos años. Muchos más de lo recomendable. 

Hay parejas que durante años han tenido una relación estable, pero que ante alguna nueva situación límite, quizá una determinada discusión, un tema irresuelto, sacan los famosos “trapitos al sol” y ven la luz. Tal vez emergen cosas que el cónyuge ni siquiera sabía que su pareja tenía guardado en su memoria y lo peor es que lo tenía muy guardado en su corazón. 

Cuando esto pasa, el lente con el que se está viendo y evaluando una amistad o matrimonio, y a la otra persona, se torna muy difuso, las cosas no se pueden ver con la claridad que se necesita.

Hay algunos tipos de personalidad más propensos a la falta de perdón. Hay quienes perdonan y olvidan al instante, pero hay otros que pueden guardar en su memoria una ofensa por años.

María Paula Zuccerino, psicóloga clínica

Ya lo dijo alguien: “No soy rencoroso, soy memorioso”

Aunque puede llegar a sonar gracioso, el rencor está sumamente emparentado con el recuerdo permanente de la herida abierta, aquella que no permitimos que cierre.

¿Alguna vez te pasó sentir que tu relación no es como antes, que no es plena, sana y que además ya no te hace sentir completo? ¿Puede ser que tengas algo tan guardado en tu cajón de los recuerdos y que eso no te permita vivir en plenitud tu matrimonio o una amistad?


Si eso te está pasando, y no sabes cómo resolverlo, quiero darte algunas sugerencias.

Primero lo primero

Lo importante es reconocer que algo nos hizo mal y que no lo podemos olvidar, porque no lo encaramos para solucionarlo. También saber que el perdonar no libera a la otra persona de lo que te hizo, sino que te libera a ti. Quien se quita la mochila de sus hombros no es ni más ni menos que vos mismo. 

La falta de perdón trae angustia, malestar y, principalmente, falta de paz. Muchas veces enferma también el cuerpo. Por eso, el primer paso en el camino del perdón es aceptar lo que pasó y decidir perdonar. Casi es una cuestión de beneficio propio. Es imprescindible que puedas expresar cuáles son tus sentimientos más profundos con respecto a este tema. 

En algunas oportunidades, la persona que nos dañó ya no está cerca de nosotros como para poder decirle lo que nos pasó, y quizá ese es un buen momento para pedir ayuda.

María Paula Zuccerino, psicóloga clínica

Buscar a alguien que nos ayude a procesar esta situación. Un buen consejo es buscar una persona idónea en el tema.

Otro factor importante a la hora de perdonar es aceptar y evaluar que nosotros también cometemos errores, que también a veces ofendemos a otros y que principalmente en la relación de pareja podemos llegar a tener mucho que ver en lo que pasa en la relación. 

Muchas veces somos nosotros mismos los que herimos al otro. Para que se desate una discusión se necesitan dos personas. Y es nuestra responsabilidad también saber qué batallas vamos a pelear y cuáles es mejor dejar pasar.

Haciendo un resumen, una vez que aceptamos que el tiempo no va a volver atrás, que esa herida en nosotros ya se produjo y nos damos cuenta de que esto nos está afectando en nuestro día a día; cuando decidimos perdonar al que nos lastimó y además entendemos que nosotros también fallamos, el último y gran paso es el soltar la pesada mochila de la falta de perdón y dejarla atrás. 

Allí es donde se completa el proceso del perdón verdadero

Te aseguro que lo siguiente no será exactamente “olvidar”, pero con el paso del tiempo, lo que hoy ves como herida lo vas a ver como cicatriz.

María Paula Zuccerino, psicóloga clínica

Aunque a veces no nos es tan sencillo, es un buen momento para reflexionar sobre cómo nuestro Dios es con nosotros y nuestras ofensas

En Miqueas 7:19, la Biblia nos dice que el Señor “arroja al fondo del mar todos nuestros pecados” cuando los confesamos. Esto quiere decir que no solo los perdona, sino que también los olvida instantáneamente.

Ahora bien, luego de este pequeño resumen, me gustaría preguntarte: ¿Te animás a comenzar el proceso del perdón hoy mismo? Desafiate a más.