Pensamientos para revisar el qué y el para qué enseñamos la Biblia en la infancia.

Como profesora de Educación Especial, estoy en continua actualización y preparación educativa, ya que la mayoría de las herramientas que adquirí en mi proceso de formación quedan atrasadas ante una realidad tan cambiante.

La realidad de nuestra educación bíblica actual

Mi observación es que, dentro de la educación cristiana, nos vamos adaptando en las cuestiones prácticas, esto es en el cómo enseñar. Comenzamos a usar la tecnología, las clases son más creativas y participativas, entre otras cosas. Pero el eje central, el qué y el para qué de la educación bíblica en niños sigue siendo, en gran parte, enseñarles historias de la Biblia y luego traerlas a reflexión a la vida diaria. 

Por ejemplo, la historia de Noé nos cuenta que hizo un arca, obedeciendo a un pedido de Dios, para evitar que su familia y los animales murieran en un diluvio, enviado también por Dios. Entonces les contamos a los niños muchos detalles de cómo se hizo el arca, de los animales, del diluvio (tratamos de omitir o suavizar el detalle del enojo de Dios, para que no se asusten). Luego finalizamos diciendo que, así como Noé fue obediente, nosotros tenemos que serlo en todo a Dios, en nuestra casa, a nuestros padres, a los maestros, etc. 

Probablemente como maestros nos iremos a casa felices de lo bien que salió la clase; probablemente el niño se vuelva a su casa con la idea de que quien no obedezca será castigado por Dios. Él no lo sabe aún, pero a lo largo de su crecimiento irá construyendo fuertemente esa idea, fruto de muchas historias que sus maestros y sus padres les contarán acerca de la Biblia.

Esto traerá como consecuencia en el futuro adulto que esta persona en lo profundo de su corazón obedezca porque le tiene miedo a Dios y no porque ama a Dios y entiende su identidad como hijo. Y ese, mi querido amigo lector, es el proceso errante de la construcción de ideas que tenemos sobre Dios, que cuesta tanto deconstruir en la adultez.

«Una educación bíblica basada en capacidades fundamentales forma cristianos competentes».

Natalia Aluen

Un cristiano competente

Hace ya algún tiempo que, en Argentina, los docentes nos hemos capacitado para plantear una propuesta educativa que promueva la construcción de diferentes competencias. Una competencia se conforma tras un proceso de adquisición de capacidades. Es decir, un conjunto de capacidades conforma una competencia.

Un cristiano debe construir primeramente su identidad como hijo amado por Dios, y que solo llega a Él a través de Jesús, siendo principio y fin de todas las cosas. Pero, ¿cómo aprende esto último un niño? Básicamente, dirigiendo todo lo que enseñamos a la persona de Jesús. Luego irá aprendiendo las capacidades para ser un cristiano competente, pero siempre atravesado por Jesús.

Perdonar, amar al prójimo, ayudar, ser generoso, poner la otra mejilla, orar al Padre continuamente, vivir en el consejo y sabiduría del Espíritu Santo, entre muchísimas otras, son capacidades cristianas que enseñó y vivió Jesús.

Natalia Aluen

Siguiendo con el ejemplo de Noé, al enseñarlo, en primer lugar, deberemos preguntarnos ¿qué enseñar? Esto nos llevará a desarmarlo en varias partes, eligiendo qué es lo más adecuado para cada edad. Si en la escuela les complejizan los aprendizajes según la madurez, ¿por qué a los niños pequeños cuando les enseñamos la Biblia les mencionamos al Diablo, al castigo de Dios, a los demonios, etc.? ¿Necesita saber eso un niño para entenderse como hijo de Dios o acercarse a Jesús? ¿No deberíamos respetar la madurez y el entendimiento de ellos?

Al preguntarnos el ¿para qué enseñar? deberemos focalizarnos en los principios bíblicos, que ayudan a la construcción de un cristiano competente. Por ejemplo, el hecho de que Dios y Noé tenían una relación muy cercana, con diálogo fluido, nos da pie a enseñarles a los niños que hoy nosotros, gracias a la obra de Jesús en la cruz, podemos hacerlo también. Entendiendo así que hablar con Dios diariamente es una capacidad que un cristiano debe tener.

Pregunto, ¿qué es más importante? ¿que un cristiano sepa cuántos animales entraron en el arca de Noé? O ¿que entiendan que ya no necesitamos a personas como Noé, porque Jesús nos subió a la barca y nos guardó de la tormenta de vivir una vida eterna sin Dios? No es que lo estamos haciendo mal, es que lo podemos hacer mejor.

Profesora de educación especial en diferentes niveles educativos y modalidades. 33 años, felizmente casada. Hija, hermana, tía y amiga cuya vocación es la educación y su pasión la música. Miembro de una comunidad de fe, en donde aporta desde la gestión y la educación. Tallerista sobre temáticas afines a la educación y la discapacidad en los ámbitos de la Iglesia.