Recuerdo una historieta que solía usar en talleres para padres como disparador, en la que se ve a un niño subido al tobogán con la intención de tirarse, su carita desconcertada resalta en la escena ya que, en ese mismo lugar puede observarse también a su mamá, tratando de abrigarlo con más ropa de la que lleva puesta, al tiempo que intenta “controlar” el recorrido que su hijo transitará mientras se arroja.
Además de graciosa, es una escena desafiante. Luego de compartirla, continuaba el taller preguntando algo como esto: “¿Qué opinan? ¿Cuál es la línea entre proteger y sobreproteger, entre cuidar y controlar, entre ser incondicionales o condicionantes? ¿Si tuvieras que elegir uno de los dos personajes de la historieta con cuál te identificás más? ¿Por qué?
Me gusta pensar en algunos posibles desenlaces respecto a la escena, que ilustran vivencias de la vida cotidiana que como madres muchas veces transitamos y que a su vez nos desafían a observarnos en este rol desde distintos ángulos.
Desenlace escena 1:
Ante la situación el hijo se resiste a tirarse del tobogán y comienza a llorar entonces la mamá lo baja a upa. Si como madres hacemos todo por nuestros hijos, ellos no tendrán el espacio ni la oportunidad de aprender a hacer las cosas por sí mismos.
Hay niños que crecen en ambientes en los cuales todo está “cercado” y no hay suficiente aire emocional. En este sentido, cuando no se les brinda la posibilidad de intentar, de moverse por su propia cuenta, de arriesgarse, de desarrollar autonomía, se cierra la puerta a la superación personal, a la satisfacción del logro, al desarrollo de la autoconfianza.
“La conducta que se presenta en el tobogán se traslada a diferentes ámbitos y se expresa a través del temor, la negativa a asumir desafíos, la dependencia e inseguridad”.
¿Cómo se siente en muchos casos esa mamá? A veces con incertidumbre, otras con una sensación de insatisfacción o culpa, o tal vez alimenta la idea de que “evitó” que su hijo se lastimara, ensuciara o enfermara.
Desenlace escena 2:
Ante la situación el hijo se resiste a que su mamá lo sostenga al tirarse del tobogán, pero ella no lo suelta y lo va llevando hasta el final del recorrido en una suerte de tira y afloje.
Los chicos buscan autonomía naturalmente, y nuestra forma de afrontar cada situación irá marcando un rumbo mediante el cual los guiaremos en el trayecto mientras van creciendo.
Si como mamás somos de las que tienden a sostenerlo en el tobogán mientras desciende (aplicá la metáfora a distintas situaciones) podemos preguntarnos ¿Mi actitud lo ayuda a desarrollar autonomía? ¿Mi actitud lo equipa con herramientas para desenvolverse por sí mismo? ¿En esta situación es imperioso que lo acompañe de esa manera o puedo encontrar mejores alternativas? ¿Qué es lo peor que puede pasar si dejo que lo intente solo? ¿Qué es lo mejor que puede pasar?
Desenlace escena 3:
Ante la situación la mamá se detiene a reflexionar por un momento, lo mira a los ojos y le dice, “dale, vos podés”, te espero del otro lado. Para generar confianza en nuestros hijos, tendremos que trabajar en superar nuestras inseguridades. Siempre damos de lo que tenemos y existe un legado emocional y espiritual invisible pero poderoso que vamos transmitiendo aún sin palabras y es de tremenda influencia en sus vidas.
El ejemplo del tobogán aplica para distintas situaciones cotidianas en las que nos encontramos en disyuntivas similares. Nuestras decisiones y acciones pueden ir abriendo caminos espaciosos en los cuales nuestros hijos aprendan a moverse en libertad física, emocional y espiritual, siguen contando con nuestro apoyo, pero desde un lugar diferente.
En el ejemplo, estamos “esperándolo del otro lado” y esto le da un mensaje claro: creo en vos, lo vas a lograr.
Así mismo nuestras decisiones y actitudes pueden ir cerrando posibilidades si no somos conscientes de cómo estamos funcionando en este sentido. Por eso es importante hacernos preguntas que nos ayuden a identificar y revisar dónde estamos, qué queremos, si hay algo para cambiar o mejorar como mamás, cuáles son nuestros puntos fuertes y cómo podemos ser nuestra mejor versión en la etapa por la que estamos transitando hoy.
Superar nuestros límites
Si te preguntás cómo superar nuestros propios límites como mamás en cuanto a los temas puntuales que venimos compartiendo, hay algunos desafíos que podemos tomar y acá te los comparto:
- -Trabajando hacia adentro en nuestra propia autoconfianza, seguridad, autonomía y autoestima. Como comparto en mi libro Familias emocionalmente sanas, “para desarrollar una autoestima sana es clave determinarnos a desarrollar nuestro potencial a crecer de adentro hacia afuera valorándonos como mujeres y en nuestro rol como mamás”.
- -Destinando tiempo en el que podamos hacer algo que nos gusta y conectarnos con nuestros propios sueños y proyectos personales. Esto es clave para no cargar sobre las espaldas de nuestros hijos mochilas de anhelos inconclusos o deseos frustrados que no son de ellos.
- -Proponiéndonos ser intencionales en enseñarles a nuestros hijos “el cómo” en lugar de resolver todo por ellos. Es un camino más largo, pero sin duda la única forma de que exista un aprendizaje significativo en cualquier área.
- -Conociendo y teniendo en cuenta cuáles son las responsabilidades que pueden asumir acorde a su edad y brindándoles espacio para llevarlas adelante por sí mismos.
- -Confiando en que Dios, si se lo pedimos y lo buscamos, nos da sabiduría para encontrar los recursos internos y externos que mejor se adaptan a nuestra realidad y mediante los cuales podemos ser una influencia de bendición a todo nivel en la vida de nuestros hijos.