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La Corrupción, la sustancia que degrada al hombre

La desobediencia a la voluntad de Dios en el huerto del Edén introdujo en la humanidad una sustancia mortal llamada corrupción: ¨el día que de él comieres, ciertamente morirá» (Génesis 2:17) y desde aquel tiempo hasta nuestros días, esta sustancia creció, se multiplicó y se fortaleció, produciendo en las naciones resultados nefastos que son de público conocimiento.

Sus consecuencias han producido tantas víctimas que han llevado a nuestra generación más que nunca a levantar un clamor global: «¿Quién nos hará justicia?”.

Deberíamos de saber que solo la verdadera justicia puede detener tanta corrupción. Y la efectiva justicia solo puede venir de Dios, y esta ya vino, porque la justicia de Dios ¨es la manifestación de Cristo¨.

«Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús».

Romanos 3:21-26

Frente a tantos hechos públicos de corrupción, nadie dudaría en reconocer que es una epidemia social que está carcomiendo todas las bases fundamentales de la sociedad misma, en contraposición con la justicia, la equidad, el correcto funcionamiento de la autoridad y la conciencia de los intereses comunes.

La realidad de la corrupción

El término corrupción en el lenguaje gramatical: Deriva del verbo corromper y se define como “todo acto que tiende a causar un daño, una alteración o un vicio sobre una cosa determinada”.

En términos sociales:

Son innumerables los enfoques que se le puede dar a la corrupción en los diversos tipos, ya que existe corrupción en la familia, corrupción administrativa, corrupción educativa, corrupción artística, corrupción sexual, corrupción deportiva, corrupción judicial, corrupción religiosa, corrupción política, corrupción en los medios, etc. (los sociólogos llegaron a la conclusión de que donde haya seres humanos habrá corrupción).

La corrupción es un mal universal que corroe abiertamente las sociedades y las culturas; se vincula con otras formas de injusticias e inmoralidades, provoca crímenes y asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad; genera marginalidad, exclusión y miedo en los más pobres, mientras utiliza legítimamente el poder en su provecho.

Afecta la administración de justicia, los procesos electorales, el pago de impuestos,  las relaciones económicas y comerciales nacionales e internacionales, la comunicación social.

Está por igual en la esfera pública como en la privada; y una y otra se necesitan y complementan. Se liga al narcotráfico, al comercio de armas, al soborno, a la venta de favores y decisiones, al tráfico de influencias, al enriquecimiento ilícito.

La corrupción refleja el deterioro de los valores y virtudes morales, especialmente de la honradez y de la justicia. Atenta contra la sociedad, el orden moral, la estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos.

La corrupción ha acompañado al ser humano desde tiempos inmemoriales. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que el inicio de la corrupción es desde que el hombre se puso en pie en el huerto y fueron engañados junto a la mujer por la serpiente, al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.

La historia nos dice que la corrupción ha acompañado a la humanidad, pero en nuestros días ha alcanzado tales extremos, que los verbos derivados de su significado etimológico: descomponer, depravar, dañar, viciar, pervertir, sobornar y cohechar, no parecen suficientes para describir plenamente este cáncer de la sociedad, convertido en anticultura generalizada.

La creación gime ser liberada

Más allá de esta lectura triste acerca de la condición humana, existe otra realidad, que es la que marca nuestro destino, misión y asignación como Cuerpo de Cristo, y es la que entendemos en la palabra ¨verdad de Dios, porque en las Escrituras el término “verdad” significa “la realidad de Dios expresada¨.

Cuando Dios nos da su Palabra, nos otorga su verdad, o sea nos está mostrando su realidad, que es la verdadera.

Como hijos de Dios y siervos del Señor Jesucristo, vamos caminando en dirección a la esperanza de esta verdad profética mencionada en Romanos 8:21: “la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. Por causa de tener a Cristo en nosotros como la Verdad, decidimos creer en la realidad de Dios sobre la Tierra, por la cual trabajamos y nos entregamos como sacrificio vivo, santo y agradable.

Debemos dejar de ser una generación que declara ávidamente su esperanza de ver ciudades y naciones transformadas como simple fanáticos de la fe, basados en un entusiasmo conceptual, sin fundamentos apropiados, sin contenido de entendimiento de la operación de la sustancia de la corrupción que funciona en el mundo, y necesitamos con urgencia transformarnos en conocedores excelentes de la Vida de Cristo y su naturaleza divina en nosotros, como lo menciona Pedro:

Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.

2 Pedro 1:3-4

Caminemos en dirección al entendimiento de los dos estados:

Incorrupción: Estado de un cuerpo que no está sujeto a deterioro, descomposición, ni destrucción.

Corrupción: Estado donde aquello que es corrupto se echa a perder.

El conflicto inicial y presente de la humanidad se define entre dos simientes: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón” (Génesis 3:15).

Es importante entender estas dos naturalezas, producidas de los dos árboles en el huerto:

“Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal” (Génesis 2:9). 

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17, RVR60).

«Una da vida eterna, la otra muerte, separación y destitución de la gloria de Dios».

Continuará…

Gustavo Lara
Gustavo Lara
Es apóstol, pastor y maestro, reconocido conferencista internacional que ha llevado el mensaje de Dios a distintos ministerios de América Latina, Europa, Asia y África, cuidando y proveyendo guía y dirección a centenares de pastores de dichos continentes.

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