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Mito o realidad: ¿José y el pueblo de Israel realmente vivieron en Egipto?

Todos nos hemos conmovido con la historia de José, relatada en el libro de Génesis, pero ¿ocurrió realmente? ¿Ha encontrado la arqueología evidencia del tiempo de José en Egipto? En esta nota intentaremos responder estas preguntas.

El portal académico y científico Biblical Achaeology publicó un interesante artículo sobre este tema, que resume un poco de investigaciones de años acerca de la historia de Israel y Egipto. Compartiremos algunos puntos importantes de dicha investigación.

Comencemos recordando un poco de esta historia. Según el libro de Génesis, José, el hijo favorito de Jacob, fue vendido como esclavo por sus hermanos y terminó en Egipto, donde se convirtió en administrador de la casa de Potifar antes de ser encarcelado injustamente. Allí, interpretó los sueños de otros prisioneros y, finalmente, los del faraón, lo que lo llevó a ser nombrado administrador de Egipto. Durante una terrible hambruna, José se reencontró con sus hermanos y, después de ponerlos a prueba, les reveló su identidad y los perdonó, permitiendo que su familia prosperara en Egipto y se convirtiera en la nación de Israel. Cuatrocientos años después, esa nación resultaría esclavizada, pero Dios levantó a Moisés, quien liberó a su pueblo y los dirigió con la guía de Jehová a la tierra prometida.

Representación animada del momento de la reconciliación entre José y sus hermanos en la película «José, el rey de los sueños»

Este relato nos enseña mucho acerca de Dios, de su misericordia y su poder. Pero a más de uno se le podría llegar a cruzar por la cabeza la pregunta de si hay registros históricos que corroboren estos sucesos. 

Gracias al desciframiento del antiguo Egipto y a las extensas excavaciones arqueológicas, ahora sabemos que Egipto prosperó durante el período conocido como el Reino Antiguo (c. 2600-2200 a. C.). Esta fue la era de la construcción de pirámides, cuando el gobierno central y la economía eran fuertes. Pero al final de este período, las cosas comenzaron a cambiar. La mayoría de los eruditos creen que hubo una mala sequía. Los escritos de los gobernantes locales, como Ankhtyfy de Mo’alla, describen una hambruna. Otros textos, como las Advertencias de Ipuwer, describen cómo el gobierno central se vino abajo por completo. 

Advertencias de Ipuwer

El gobierno estaba en ruinas (llamamos a esta era el Primer Período Intermedio), hasta que la dinastía indígena con sede en Tebas restauró el orden y comenzó el período llamado Reino Medio (c. 2000–1750 a. C.).

Desde casi el comienzo del Reino Medio, la gente de Canaán se estaba infiltrando en el delta del Nilo oriental, aunque es probable que estos cananeos llegaran primero a Egipto como comerciantes. El rey Amenemhet I construyó un muro para mantener a los «asiáticos» fuera del país. Claramente los percibió como una amenaza.

Hay evidencias aun más sorprendentes de que los egipcios se sintieron amenazados por estos norteños conocidos como hicsos. Los sacerdotes egipcios los maldecían ritualmente, con la esperanza de eliminarlos como un problema. Hay varios textos de maldición dirigidos contra las ciudades de Canaán y sus gobernantes, conocidos como los Textos de execración, que se encontraron en buenos contextos arqueológicos en muchas ciudades de Egipto. Están inscritos en pequeñas piezas de cerámica e incluyen los nombres de ciudades y reyes de Canaán. 

Estos objetos fueron rotos y enterrados ritualmente, para promulgar las maldiciones. Las ciudades de Canaán que aparecen en los Textos de execración incluyen Hazor, Acre, Afec, Siquem, Ascalón e incluso Jerusalén. 

Textos de execración

Los egipcios tenían buenas razones para estar preocupados. Las excavaciones arqueológicas en sitios del delta del Nilo oriental muestran que a fines del Reino Medio, en el período conocido como el Segundo Período Intermedio, los cananeos que habían estado viviendo en la región se expandieron y se apoderaron de gran parte del delta del Nilo oriental, esencialmente conquistando Egipto desde adentro. Los textos egipcios se refieren a ellos como heqau khasut, que significa ‘gobernantes de tierras extranjeras’, un término que historiadores griegos como el sacerdote del siglo III a. C., Manetón, usaron al explicar que las dinastías 14, 15 y 16 fueron todas dinastías hicsos.

La idea de ser gobernados por extranjeros horrorizaba a los egipcios, que se consideraban superiores a todos sus vecinos. Aunque algunas dinastías egipcias nativas mantuvieron el control sobre las partes del sur del país (centradas en Tebas), estaban casi impotentes.

Pero ¿cómo sabemos con seguridad que estos hicsos eran cananeos? La mejor manera es observar los restos arqueológicos de Avaris, la capital de los hicsos, en el delta del Nilo oriental. El sitio de Avaris se llama hoy Tell el-Dab’a.

La arqueología muestra que Avaris definitivamente fue construida y colonizada por cananeos. Las excavaciones de Manfred Bietak han revelado la cultura material cananea en todo el sitio, incluida la arquitectura, la cerámica y los entierros de estilo cananeo. 

Sus hallazgos arquitectónicos incluyen un templo que fue construido de acuerdo con un plan de templo tripartito cananeo típico con un pórtico exterior y una sala principal y un nicho o una sala separada en su parte trasera, un plan que es muy diferente de los templos egipcios contemporáneos pero muy similar a los templos en sitios cananeos, como Hazor. 

El período de los hicsos terminó c. 1550 a. C., cuando los egipcios locales, que todavía se aferraban a algún territorio alrededor de Tebas en la región sur de Egipto, finalmente resurgieron. Un rey tebano llamado Kamose marchó hacia el norte y libró una guerra contra los hicsos atacando su capital, Avaris. El sucesor de Kamose, Ahmose (quien es considerado el fundador de la fuerte XVIII Dinastía de Egipto), continuó con sus políticas persiguiendo a los hicsos hasta Canaán y atacando y conquistando las ciudades cananeas. 

Detalle de pintura mural de una delegación extranjera en la tumba de Khnumhotep II (aprox. 1900 a.C). En la imágen se puede leer «Abisha el Hicsos» en jeroglíficos.

Esencialmente, Ahmose y los reyes fuertes que lo siguieron les dieron la vuelta a los hicsos. En lugar de que los cananeos gobernaran Egipto, los egipcios ahora conquistaron y gobernaron las ciudades de Canaán, formando un imperio que eventualmente se extendería a Siria.

Durante la Dinastía XVIII, los ejércitos egipcios dominaron por completo el resto de Canaán, establecieron bases permanentes y colocaron a sus soldados y gobernadores en las ciudades de Canaán, incluso en las del norte, como Beth Shean. Las otras grandes ciudades de Canaán se convirtieron en meros vasallos de Egipto durante la Edad del Bronce Final.

Podemos resumir toda esta historia egipcia en una o dos oraciones: un grupo de personas que se originaron en Canaán se convirtieron en gobernantes de Egipto durante varios siglos, pero luego regresaron a Canaán, perseguidos por el ejército egipcio. En otras palabras, el breve resumen del material egipcio es casi idéntico al del relato bíblico. Cuando uno deja de lado los detalles del “complot” de la Biblia, ignorando los conflictos personales entre José y sus hermanos, la historia bíblica se alinea con las fuentes egipcias.

En la Biblia, los numerosos descendientes de José y sus hermanos son esclavizados por un faraón posterior, hasta que escapan y regresan a su tierra natal original de Canaán, perseguidos por el faraón y su ejército (Éxodo 14:6-9). Fuentes egipcias indican de manera similar que cuando los reyes egipcios locales finalmente se hicieron lo suficientemente fuertes como para tomar el poder (primero Kamose, al final de la XVII Dinastía, y luego su sucesor Ahmose, primer rey del Nuevo Reino), obligaron a otros poderosos hicsos a huir de Egipto y regresar a Canaán, y el ejército de Ahmose los persiguió hasta Canaán.

Las historias bíblicas sobre la vida de José en Egipto en realidad podrían ser recuerdos populares del período del gobierno de los hicsos, mientras que las narraciones sobre la esclavitud y el Éxodo son recuerdos populares de la expulsión de los hicsos y la conquista egipcia de Canaán. Los cananeos fueron “esclavizados” en su propia tierra, obligados a servir a Egipto.

Aunque hay mucha erudición sobre la fecha del Éxodo, la mayoría de los eruditos asocian al faraón mencionado en la Biblia con Ramsés II, quien gobernó en el siglo XIII a. C. Pero la expulsión de los hicsos tuvo lugar antes de eso: los gobernantes egipcios del siglo XVI Kamose y Ahmose, respectivamente, lucharon contra los hicsos en Avaris y los persiguieron hasta Canaán. Además, el Imperio egipcio en Canaán —los egipcios “esclavizaban” a los pueblos de Canaán en su propia tierra— no alcanzó su apogeo hasta principios del siglo XV. Esta es la razón por la que la teoría de la “memoria popular” funciona tan bien: a medida que la relación entre cananeos y egipcios evolucionó a lo largo de cuatro siglos, las narrativas sobre la relación también lo hicieron, hasta que se solidificaron en la memoria popular que nos llega a través del libro del Éxodo. 

A lo largo de los años, la arqueología se encontró con evidencia que no hacía más que confirmar que lo relatado en los escritos bíblicos tuvo realmente lugar en la historia del mundo. Pero más allá de que los registros concuerden o no con las historias bíblicas, estos textos tienen que servirnos para que se nos revele la persona de Jesús en nuestras vidas. De nada serviría leer la historia de José o Moisés como un cuento, aunque su trama sea maravillosa, sino que debemos leer las Escrituras entendiendo que todas ellas hablan de Cristo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. 

Cada historia bíblica nos habla del amor más grande de todos: Dios. El mismo que buscó la reconciliación, aun cuando su propio pueblo le dio la espalda.

Rodrigo Acosta
Rodrigo Acosta
Escritor, redactor, músico, productor y compositor argentino. Forma parte de la banda Fila 9 desde el año 2016 como bajista y segunda voz.

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