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Juan Zuccarelli: «Jesús está en las cárceles»

Entrevistamos al fundador de la primera iglesia en el penal de Olmos y de la obra evangelística más extensa en las prisiones del conurbano bonaerense.

El reverendo y pastor del Ministerio Cristo la Única Esperanza Olmos (Mini CLUE), es uno de los pioneros en todo el mundo en lograr establecer pabellones evangélicos en las prisiones. En exclusiva dialoga con La Corriente sobre la experiencia de llevar a cabo su llamado desde sus inicios, hasta llegar a ser un referente internacional en cómo fundar iglesias dentro de los penales.

Zuccarelli relata que en el año 1983 se encontraba en la plaza Moreno, la principal de la cuidad, cuando sintió que Dios habló profundamente a su corazón. En ese momento se dedicaba a realizar campañas evangelísticas en la calle. El ministro cuenta que “ese día Dios me habló para ir a predicar a la cárcel. Para mí era una situación un poco extraña porque nunca estuve involucrado con personas del ambiente, tampoco estuve preso, ni tampoco mis familiares”.

El pastor nunca había pasado cerca de una prisión, pero afirma que sintió un llamado muy fuerte de parte del Señor. No dudó y lo habló con la esposa, oraron y comenzaron a buscar a Dios. El reverendo cuenta que “clamamos hasta que empecé a tener una real compasión por los presos”. Y añade que “era una tarea difícil porque recién en esos años comenzaba la democracia en nuestro país. Y por supuesto toda la visión dentro de las cárceles era muy militarista”.

En el transcurso de 1983 fue al penal de Olmos, que es la más grande de Argentina y una prisión máxima seguridad. Zuccarelli dice casi con un tono de gracia “fui con mi Biblia en la mano pensando qué iba a poder ministrar libremente, pero me pararon en la puerta y no me dejaron pasar, porque solo entraban los curas en ese momento, claramente yo no era uno de ellos».

Así fue su primer acercamiento al ministerio que Dios lo llamaba a realizar, literalmente lo echaron de una manera despectiva, pero el no se rindió tan fácilmente. Juan recuerda que “en ese momento en la iglesia había un hermano que era evangelista y trabajaba en la cárcel. Así que le pregunté cómo podía ingresar a predicar, y me respondió que la única manera de evangelizar ahí adentro era ser guardiacárcel”.

El ministro logró conseguir y completar un formulario en el que demoraban ocho meses en dar alguna respuesta. Zuccarelli, hace una breve pausa y rememora, «pensé que por ahí zafaba. Yo en ese tiempo quería seguir con lo mío, hacer campañas evangelísticas en las calles». Y agrega “a los días vino este muchacho y me dice que Dios hizo un milagro, lo que tenía que haber tardado casi un año, salió en una semana”. A los días se presentó en Olmos en donde realizó el curso de carcelero, todo para poder predicarle el evangelio a los reclusos.

El Reverendo Zuccarelli es uno de los pioneros en el mundo en desarrollar un ministerio evangélistico carcelario .

Juan cuenta que fue muy difícil predicar en esa época en Olmos, porque con más de tres mil internos, había solo cuatros personas que eran evangélicos. Los pastores de otros ministerios que estaban yendo en ese momento solo iban a predicar, pero no lograban establecer un discipulado, ni reuniones semanales, tampoco había apertura para el evangelismo.

El reverendo narra “empecé a ver quién era evangélico para tratar de reclutarlo, pero todavía no podía ni predicar, ni orar con ellos ni abrazarlos, porque todavía era un guardiacárcel”.  Zuccarelli amplia que “fue complicado predicar el evangelio en el principio, pero Dios nos dio una buena estrategia así que empezamos a orar para llevar a cabo nuestra misión. Resulta que había una radio rota así que la arreglamos y compramos el equipo que faltaba para tener una radio interna propia, nuestra FM, y así fue, todos los días teníamos una hora de programa en la que difundíamos las buenas nuevas. Esa fue la herramienta para que los reclusos comenzaran a oír el mensaje de salvación”.

La tarea no fue fácil, con mucho trabajo arduo, pero en el año 1985, luego de hablar con el director del penal de Olmos, le otorgaron un espacio para realizar su primera campaña evangelística. Lograron reunir a 300 internos en un salón donde tocaba una banda de rock cristiano, Zuccarelli detalla que “le pedí al guardia que pusiera candado por cuestiones de seguridad. Yo sabía que cuando vieran al pastor iban a volver a sus celdas. Cuando quisieron salir y no podían, se sentaron obligadamente a oir el mensaje. Ese día, cien internos entregaron su vida a Jesús, pero lo más loco fue que cuando empezamos a orar, muchos presos se caían manifestados al suelo y entre ellos los guardias de seguridad, así que esa noche liberamos a todos y vimos la mano poderosa de Dios trayendo libertad”.

A partir de esa campaña, se comenzaron a abrir puertas de manera sobrenatural. El director les otorgó un pabellón en el que catorce personas fueron discipulados y transformados por el poder de Cristo. La obra del Espíritu Santo comenzó a extenderse a otros pabellones, hasta colmar todo el penal de Olmos.

Fue un mover que empezó en Olmos y luego se trasladó a todas las cárceles de la provincia.

Zucarelli cuenta que el desafío no era ir a predicar sino lograr crear iglesias dentro de las cárceles, para que los convictos puedan experimentar la transformación en sus vidas y desarrollar el llamado de Dios para su vida. En todas las cárceles en donde hay un ministerio evangélico, hay institutos bíblicos en el que se preparan líderes y ser ordenan pastores. La visión del ministerio es replicar lo que se hace afuera, pero adentro.

Actualmente el 50% de los internos de la provincia de Buenos Aires son cristianos evangélicos y por estadísticas que brinda el Gobierno sabemos que el 47% de los convictos reincide. Sin embargo, los que están en el culto evangélico solo el 4%. Lo cual deja en evidencia que el camino de la fe no es solo algo religioso sino efectivo para la sociedad. Zucarelli declara que “por nuestro ministerio han pasado más de 35 mil internos y eso solo es por la Gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo, que transforma los corazones quebrantados y los convierte en un agente de bendición para la ciudadanía argentina”.

Diferentes ministerios los invitaron a dar conferencias en Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, Alemania, Austria, Hong Kong, Malasia, Chile, Paraguay, Perú entre otros.

Después de años de estar sirviendo y ministrando en el penal de Olmos, comenzaron a venir mucha gente del extranjero a ver el modelo de iglesia dentro de las cárceles, porque realmente era extraordinario lo que el poder del evangelio hacía en la vida de los reclusos. Juan explica que “fue el primer modelo del mundo donde había una iglesia cristiana evangélica dentro de una cárcel y fuimos los primeros en abrir pabellones exclusivamente evangélicos”.   

Juan expresa “nuestra misión siempre fue discipular porque a diferencia de predicar e irte, es que vos construís una iglesia adentro, entonces preparas líderes, pastores, maestros que cuidan y alcanzan a otros, entonces vez cómo cambia el ambiente espiritual, por qué todos los días están orando, todos los días están ayunando, todos los días leen la palabra”. Además, él detalla que “muchos de los que estudian en el instituto bíblico, salen siendo pastores, profetas, apóstoles y saben que propósito divino tienen fuera del recinto”.

Zucarelli hace una última pausa y reflexiona “ojalá todas las iglesias pudieran ir a ministrar, discipular y predicar en las cárceles, porque es algo bíblico. Jesús mismo declaró que él estaba en la cárcel y no lo fuimos a visitar, cuando entendí eso, fue algo que me impactó demasiado cómo para dejarme igual.”

“la tarea de la iglesia es ser luz en los ámbitos más oscuros. Sal en los lugares más insípidos”.

Muchos de los internos que son transformados por la vida del Señor, después cuando salen no quieren volver a la villa o a las casas porque está la droga, la violencia, la prostitución y la mala junta. Pero estas personas se encuentran que no tienen dónde ir y ese proceso suele ser dramático para ellos. El ministerio CLUE en el año 2002 compró una granja de cien hectáreas donde los internos que quedan en libertad y no tienen donde vivir y van allí para reintegrarse de nuevo poco a poco.

En ese lugar les enseñan a trabajar con los animales, la siembra y la cosecha, entre otras actividades. El personal a cargo les tramita el documento nuevamente, les brindan atención médica, para que tengan un cuidado integral. Por último, le buscan un trabajo para que se reinserten en la sociedad nuevamente. Por el centro de recuperación ya pasaron más de cuatro ciento hermanos transformados por el poder de Dios.

Redacción
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