Cristo deja en los evangelios el testimonio de su resurrección como un hecho fundamental de las Buenas Nuevas que se predica.
La Pascua marca el comienzo del cristianismo debido a que la prédica del Mesías resucitado es lo que impulsó que los apóstoles pudieran difundir el mensaje. ¿A qué me refiero? Que tanto los milagros, como las sanaciones y otras cosas más, eran parte de las buenas noticias del reino. Pero lo más importante era su muerte y resurrección.
La principal diferencia con el pueblo judío —con sus costumbres, mejor dicho— era que ellos tenían la convicción de que al final de los días se produciría la resurrección de todos los muertos. En ese Mesías había que creer.
«Luego de que Cristo fuera crucificado, muerto y resucitado, sucedieron varias cosas destacables. Se apareció a sus discípulos, pero también, a muchos desconocidos»
Guido Marquez, Historiador.
Jesús se aparece un domingo. ¿Por qué?
Una de las primeras manifestaciones de Jesús fue presentarse ante María Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé, quienes llevaban ungüentos y sustancias aromáticas para conservar, en lo mejor que se pudiera, el cadáver de Él. Ellas iban preocupadas por quién removería la pesada piedra:
“Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro. Iban diciéndose unas a otras: ‘¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” (Marcos 16:1-3).
De este pasaje podemos sacar varias conclusiones interesantes:
- Los seguidores de Jesús —aclaro que seguidores como la multitud, tanto hombres como mujeres, no solo sus discípulos— no creyeron, o quizás se olvidaron, que Él iba a resucitar al tercer día.
- El primer día de la semana es el domingo, no el lunes como lo es actualmente. ¿Cuándo cambió esta designación? Con el cristianismo de los primeros siglos. El domingo pasó a ser el día sagrado, debido a que fue el día en que Jesús resucitó. Los judíos siguen manteniendo el sábado.
- Evidentemente, era irreconocible Jesús resucitado. Aparentemente, algo había cambiado en su fisonomía.
- Las primeras que vieron este milagro fueron mujeres. No eran varones, ni sus seguidores, ni siquiera los discípulos.
Emaús, el encuentro con desconocidos
Como dice el Diccionario Bíblico de Douglas y Tenney, Emaús es una localidad cercana a Jerusalén. Queda ubicada a 12km de esta. Este hecho, relatado en los evangelios, remarca la situación de lo que había sucedido en aquella ciudad, aún tres días antes y cómo se había divulgado por toda la zona. Los dos caminantes están yéndose de Jerusalén a Emaús y comentan lo sucedido.
“Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban conversando sobre todo lo que había acontecido. Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados” (Lucas 24:13-16).
Por qué Jesús se les apareció a dos desconocidos, en mi opinión, es que ellos volvieron a Jerusalén y dieron fe que había resucitado a los discípulos.
Buscando a Pedro, el más testarudo pero valiente discípulo
Pedro, como ya sabemos, fue quien negó tres veces a Jesús, mientras este era enjuiciado. El remordimiento y la culpa lo afectaron de sobremanera. Tanto así, que hasta volvió a su antigua labor: pescador.
Los discípulos tampoco lo reconocen al aparecerse. Hasta les da una orden:
“—Muchachos, ¿no tienen algo de comer? —les preguntó Jesús. —No —respondieron ellos. —Tiren la red a la derecha de la barca, y pescarán algo. Así lo hicieron, y era tal la cantidad de pescados que ya no podían sacar la red. —¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: ‘Es el Señor’, se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua” (Juan 21:5-7).
Al hacer esto demuestra dos cosas: primero que solo Él podía hacer milagros y, la otra, que no le guardaba rencor ni remordimiento a Pedro.
La aparición a los discípulos. Tomás es el incrédulo
Una de las más importantes manifestaciones es a todos los discípulos. Este pasaje es rememorado por todos por las palabras de Tomás, quien no cree que verdaderamente haya resucitado.
“Luego le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe. —¡Señor mío y Dios mío!—exclamó Tomás. —Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (Juan 20:27-29).
«No hace falta que explique por qué se apareció. Sí quiero destacar que combatió la incredulidad de Tomás con firmeza y amor, no con castigo».
Guido Marquez, Historiador.
Como podemos ver, Jesús deja en los evangelios el testimonio de su resurrección como un hecho fundamental del Evangelio que se predica. Además de que es un milagro y de que afirma nuestra fe en las Escrituras, nos demostró que no hace acepción de persona ni género, nos enseñó la importancia de no guardar rencor, de dar testimonio aun a desconocidos y nos mostró cómo tratar la incredulidad.
Pero, como si fuera poco, nos dio un mandato: salir y predicar. Que estos días sean importantes para recordar la marca fundamental de Cristo.