Marcos 1:9-11
«Sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían… y vino una voz de los cielos, que decía: «Tú eres Mi Hijo amado; en Ti me he complacido».»
Dios en lo ordinario
En el relato del bautismo de Jesús aparece un detalle que no podemos pasar por alto:
«Vino de Nazaret de Galilea…»
Nazaret no era un lugar relevante. No era Jerusalén, la ciudad santa. No era Belén, la cuna profetizada del Mesías. Era un pueblo sin renombre, una aldea humilde, sin importancia religiosa ni política. De hecho, en todo el Antiguo Testamento no se menciona ni una sola vez.
Su reputación era tan baja que cuando Natanael oyó que Jesús era de allí, respondió con incredulidad:
Juan 1:46: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Pero Dios nunca se guía por la grandeza humana. Dios elige lo ordinario para manifestar su gloria.
La elección de Nazaret no fue un error ni una casualidad. Fue una declaración poderosa de cómo Dios obra en lo menospreciado y en lo inesperado.
Dios en nosotros
Así como Natanael cuestionó si algo bueno podía salir de Nazaret, quizás nosotros podríamos hacer la misma pregunta sobre nuestras propias vidas:
¿Puede Dios hacer algo bueno en mí? ¿Puede Dios venir a alguien como yo? ¿Puede Dios usar mi vida para su obra?
La respuesta es un rotundo SÍ.
1 Corintios 1:26-29:
«Pues consideren, hermanos, su llamamiento. No hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte. También Dios ha escogido lo vil y despreciado del mundo: lo que no es, para anular lo que es, para que nadie se jacte delante de Dios.»
Pablo llega a una conclusión abierta y contundente: No hay muchos sabios entre nosotros. No hay muchos poderosos. No hay muchos famosos, inteligentes o de clase muy alta.
Este asombro ante lo que Dios elige y usa nos debe llevar a una reflexión profunda: ¿Cómo Dios pudo venir a mí? ¿Cómo Dios pudo usarme para algo bueno?
Y no solo nuestro asombro, sino también el de los demás: ¿Cómo Dios pudo usar a esta persona?
El mensaje de Nazaret
El mensaje de Nazaret es claro: no necesitamos ser «grandes» o «importantes» a los ojos del mundo para ser instrumentos de Dios.
Dios se complace en lo ordinario porque es allí donde su gloria brilla más intensamente. Es en lo sencillo, en lo aparentemente insignificante, donde Dios se mueve de maneras extraordinarias.
«Dios obra poderosamente a través de lo débil, para que todos reconozcan que el poder es de Él y no de nosotros.»
J.I. Packer:
Este mensaje nos invita a ver nuestras vidas desde una nueva perspectiva. Aunque nuestra historia, nuestra familia o nuestras circunstancias no sean perfectas o «dignas» según los estándares del mundo, Dios puede usarnos poderosamente.
Quizás el lugar o las condiciones de nuestra vida parecen ser insignificantes, pero en las manos de Dios, cada detalle tiene un propósito eterno.