Hoy quiero presentarles algunas características únicas de uno de los profetas que más escribió y a quien le tocó predicar en un tiempo compulsivo, casi como el que estamos viviendo.

El profeta “llorón”

El profeta Jeremías nació en el actual país de Israel y vivió en la misma época que otros profetas llamados mayores, como Ezequiel. Es llamado el profeta llorón por varios estudiosos de la Biblia, debido al libro de Lamentaciones, donde se queja afligido por la invasión extranjera y la cautividad de los hebreos por parte de los babilonios. Esto afectó a la vida del profeta, quien falleció en Egipto, producto del exilio que hoy podríamos llamar forzado. 

Dejando de lado la parte triste y melancólica de Jeremías, el libro que él escribió se caracteriza por ser uno de los más extensos de los profetas —detrás de Isaías—, en el cual es notoria la cantidad de simbología que utiliza, como imágenes por las cuales Dios mandaba un mensaje específico para el pueblo de Israel.

Uno de los más conocidos es el del capítulo 18, donde Jeremías tiene que ir hasta la casa del alfarero. Allí se realiza una analogía entre el barro y el pueblo de Israel, que también es una enseñanza útil para cada uno de nosotros hoy en día. 

Otras imágenes o representaciones son las del capítulo 24, donde ve dos canastas de higos; el capítulo 13, donde debe comprar un cinturón, que luego esconde y se pudre o en el 19, donde quiebra una vasija de barro frente a varios líderes de Israel. 

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Jeremías lamentándose por la destrucción de Jerusalén.Pintura de Rembrandt van Rijn. Imagen de dominio público

Insistiendo en el arrepentimiento

Desde el capítulo 2, el libro de Jeremías insiste al pueblo de Israel en que se arrepientan de sus malas decisiones, debido a que habían abandonado el camino del Señor y se habían volcado a los ídolos de las naciones vecinas. En reiteradas ocasiones, por varias imágenes y representaciones, predica acerca de la necesidad de cambiar la conducta, porque si no, vendría el juicio divino. En este caso, de parte de Nabucodonosor, el rey de Babilonia, quien conquistó Jerusalén y deportó a los judíos. 

A pesar de esta triste imagen, predijo que habría un período de restauración, donde Dios haría un Nuevo Pacto que se cumpliría con la venida de Jesús. ¡Lo dijo 500 años antes de que el Mesías naciera!

Estos avisos de una tragedia inminente sobre el pueblo judío no causaron más que ira, bronca y repulsión por parte de los reyes, líderes y aun por parte del pueblo de Israel. Por lo tanto, Jeremías fue encarcelado por parte del rey, primero en una cárcel en un patio, y luego, en una cisterna o pozo, tal como lo relata el capítulo 37

Contrariamente a lo que podríamos pensar, fue el rey invasor babilonio quien liberó a Jeremías de su cárcel, lo puso en libertad y le dejó marchar hacia Egipto, donde terminó sus días. Por supuesto, se cumplieron todas las palabras que él había dicho: el rey terminó encarcelado en Babilonia, junto con sus mujeres e hijos. 

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Jerusalén conquistada por los babilonios. Fuente: Diario Judío

Rescatar lo mejor de la tragedia

Como dije antes, a pesar de que todo el libro de Jeremías, y aun el de Lamentaciones, podrían no ser tan positivos para un comienzo de año, quiero enfatizar en dos acciones que podemos imitar de este profeta.

La primera es que nunca dejó de interceder por el pueblo de Israel, a pesar de que no le hacían caso y que el mismo Dios le había dicho que no hiciera tal cosa:

“Y ahora, Jeremías, escúchame bien: no me ruegues ni me supliques por este pueblo. No me insistas, porque no voy a escucharte”, Jeremías 7:16.

La otra cosa que quiero resaltar es que siempre habló de esperanza, incluso en momentos difíciles y confusos, tal como lo demuestra el siguiente pasaje:

“Sé que cada mañana se renueva su gran amor y fidelidad, por eso digo que confío en Él ¡Dios es todo para mi”, Lamentaciones 3:23-24.

Que este año sea completamente diferente, quizás no porque las cosas mejoren afuera, sino porque imitemos a los grandes hombres que nos dejó de ejemplo la Biblia: intercediendo y confiando ciento por ciento en Él. 

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.