Entre esas conductas inaceptables en la dinámica familiar y difíciles de controlar está la agresividad que se ejerce de hijos a padres, ¿es posible corregir esta conducta para lograr la armonía en las relaciones?

En primer lugar, es necesario distinguir el enojo de la violencia, ya que muchas veces se los equipara. El enojo es una emoción necesaria y saludable que nos ayuda a distinguir situaciones injustas y que nos hacen mal. En cambio, la violencia es una agresión exacerbada donde se pierde el control de la conducta. 

La violencia filio-parental ocurre cuando los hijos agreden a sus padres. Estas agresiones son verbales, contra objetos (portazos, golpes en la pared) o físicas (empujones, manotazos). La edad en que se inician estos comportamientos violentos suele ser durante la preadolescencia.

¿Cómo se inician estos episodios agresivos?

Suelen ocurrir por dos razones: cuando se le pide algo al adolescente y éste no lo quiere hacer; o cuando quiere algo y se le niega. Entonces el adolescente recurre a la agresividad como método para evitar lo que no quiere hacer o para obtener aquello que quiere y se le niega.

«Este adolescente ‘tirano’ es poderoso solo en apariencia, porque a través de su ira está expresando un sufrimiento muy grande. En tanto haciéndose el ‘fuerte’ no puede autorregular sus emociones, y se queda sin que nadie lo proteja de su propia agresividad».

Marivelia Burquin, psicóloga

Habitualmente estos padres vienen a consulta solicitando que el psicólogo vea a su hijo, pero los primeros que necesitan apoyo psicológico y aprender a solucionar este problema son los padres. Es importante destacar que la violencia filio-parental no es un problema del adolescente, sino que es familiar. Por eso, toda la familia tiene que repensar sus vínculos y afrontar un cambio en su conducta.

¿Se puede corregir?

La buena noticia es que aún estamos a tiempo de actuar para corregir este comportamiento. Además, al formar parte de una comunidad cristiana, contamos con familias cercanas que nos pueden servir de ejemplo y aprendizaje.  La mala noticia es que este proceso va a ser duro y difícil.

A continuación, les presento estrategias para afrontar la violencia filio-parental:

  • Ser firmes:  Tu hijo ha aprendido que la violencia es una forma útil de conseguir lo que quiere. Sabe que cuando se pone agresivo consigue lo que desea, por lo que repite ese comportamiento cada vez que le niegas algo. El primer paso es dejar de ceder ante su violencia. Tu hijo tiene que aprender que por mucho que grite, dé patadas a las puertas y amenace, no va a conseguir nada de sus padres. Sabemos que muchas veces es más fácil ceder, para no escuchar gritos, insultos o amenazas por parte de nuestros hijos, pero de esta manera estamos favoreciendo que su conducta violenta siga persistiendo. 
  • Establecer límites claros: Es importante que tu hijo sepa qué conductas puede tener y cuáles no estás dispuesto a tolerar como padre. Estas normas son obligatorias y no se negocian. Cada norma según las características de las distintas familias puede variar. Pero en el caso de un adolescente las normas suelen ser: de cuánto dinero va a disponer, qué horarios tiene que cumplir, qué tareas de la casa son su responsabilidad, qué responsabilidades tiene (estudiar, trabajar).  Esto hace que las normas no cambien según el estado de ánimo del padre o madre, sino que ya están preestablecidas. 
  • Cumplir con tu palabra: el adolescente está acostumbrado a que las amenazas de sus padres no se cumplan, y siempre cedan ante su violencia. Es necesario y básico cumplir con lo que se le dice para que empiece a aceptar la autoridad de sus padres. Amenazar con grandes castigos (“no vas a volver a salir”, “no te voy a dar más dinero”, “no vas a volver a esta casa”) y no cumplirlos sólo sirve para que los padres pierdan autoridad
  • No desautorizarse: para que una norma funcione es necesario que ninguno de los padres desautorice al otro delante del adolescente. Con palabras o gestos uno de los padres puede desautorizar al otro. Si no estoy de acuerdo con el límite que puso el otro, se lo tengo que comunicar en privado. De esta manera evitamos que el hijo busque hacer alianza con uno de los adultos para lograr hacer lo que desea. 
  • Nunca usar la violencia: recuerden el texto bíblico de Efesios 6:4Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor”.

Si te encuentras en una situación similar, te recomiendo que empieces a afrontarla desde hoy mismo. Es importante que busques ayuda profesional y pastoral para que te acompañen durante este proceso.

Lic. en Psicología, recibida en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Psicóloga en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Cofundadora de Plano Norte, junto a su esposo Jonás Ranellucci (Lic. en Cs. de la Familia) brindan consultoría online y presencial referida a problemáticas familiares y vinculares.