Quiero agradecer todo lo que ha sucedido este año y que nos permitió continuar y finalizar un año más, de la mano del Señor.
Lo bueno que tiene el final de un año es que nos permite realizar balances sobre lo bueno y lo malo que nos sucedió. Probablemente, a nivel mundial, la situación de los últimos años no admite un balance optimista o “de buenas noticias”, sin embargo, la Biblia nos enseña a siempre tener esperanzas y creer en SUS buenas nuevas.
Con respecto a las fiestas de fin de año, primero hay que decir que corresponden a un asunto cultural, es decir, que son festejos, tradiciones o acciones a las que les atribuimos una importancia simbólica -por ejemplo, juntarse en familia, brindar exactamente a la medianoche, armar o decorar la casas con luces y pinos navideños- que va variando según la historia y la situación social.
La Navidad no es bíblica
Si nos tenemos que poner estrictamente bíblicos, la Navidad no existe. Con esto me refiero a que no fue un mandato el celebrar el nacimiento de Jesús. No voy a ahondar en detalles, porque lo he profundizado en otras notas, porque otros también han escrito sobre el tema y porque ya todos lo sabemos no hay exactitud de cuándo nació Jesús, ni han indicios de cuándo podría haber ocurrido.
Con total seguridad se puede decir que no fue en diciembre, por ser una época de frío en Palestina, por lo que es muy poco probable que los pastores yacieran a la intemperie cuando los ángeles le anunciaron el nacimiento del Mesías. Entonces, tenemos la fe y la certeza del nacimiento de Jesús, sabemos las profecías que se cumplieron acerca de su venida, dónde nació, pero no cuándo.
¿En qué momento se comenzó a celebrar la fiesta de la Navidad? Pues en los primeros siglos del cristianismo, alrededor del 300 después de Cristo, aproximadamente.
Como lo decíamos anteriormente, la decisión correspondió a lo que sucedía en la época, se estableció que el 25 de diciembre era la Natividad. Podría haber tenido relación con una fiesta pagana que se realizaba al sol a fines de año. Y aquí hago una aclaración para los detractores: que nos juntemos el 24 a la noche no significa que estemos participando de un rito pagano, siempre y cuando nos enfoquemos en estar en familia y disfrutando de la noche en compañía.
14 de abril: ¡Feliz Año Nuevo!
El inicio del año sí quedó establecido en la Biblia, por lo menos en el Antiguo Testamento. En este versículo lo dice explícitamente:
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”, Éxodo 12:1-2
Tal como lo dice el versículo, la Pascua era la celebración de algo nuevo, era el símbolo del paso de una vida de esclavitud a la Tierra Prometida. Por lo tanto, Dios instituyó que esta celebración sirviera como inicio del año nuevo, y se debía festejar con ciertas comidas y con una determinada familia. Como la Pascua, que se debía celebrar en determinado mes y entre determinados días, si lo pasamos al calendario gregoriano, el que usamos actualmente, la Pascua y el año nuevo debería comenzar aproximadamente el 14 de abril.
La religión judía tampoco celebra el inicio del año en abril, sino en septiembre, sin embargo, el “PESAJ”, o pascua judía, es una de las conmemoraciones más importantes del año hebreo. Los judíos usaban un calendario siguiendo el movimiento de la luna. El actual nuestro es solar que ya ha sido modificado más de 3 veces.
“En mi final está mi comienzo”
Esta frase correspondía a la reina María de Escocia, la cual fue decapitada por razones políticas en el siglo XVI. La frase hacía referencia a que cuando fuera ejecutada, comenzaría su mito y su leyenda que la haría perdurar por siempre. Y es lo que sucede en la actualidad, con una docena de películas, novelas, escritos y musicales que se han hecho con respecto a ella y a su vida. ¿Qué tiene que ver esto con estas fiestas? Pues el siguiente versículo lo resume:
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”, Apocalipsis 1:8.
Ya celebramos este 25 a aquel que consumó todo en Él y espero que celebremos el nuevo año de la mano de Él. Es mi invitación a que tengamos fe en aquel que es el final de cualquier padecimiento o contratiempo que podamos haber tenido este año, y sobre todo, que Jesús sea el principio de la esperanza.