Evangelizar es la manera en la que el mundo puede conocer la salvación que hay en Cristo, anunciar el mensaje de la vida, que es Jesús, es un gran privilegio y una gran responsabilidad.

El impacto que genera anunciar con nuestra boca Su obra en la cruz y cómo afectó directamente en nuestro corazón es algo que no puede ser medido con la razón humana, ni está en su totalidad al alcance de nuestros ojos naturales.

Hay un arma muy poderosa que cada hijo de Dios posee y es la del testimonio del amor y poder de Cristo en nosotros, muchos de nosotros tenemos un testimonio, algo para contar y estoy segura que esa historia de amor con Jesús, puede impactar de manera positiva y radical en la vida de alguien más.

Solemos lamentarnos por lo que pasó, escondernos de nuestro pasado o avergonzarnos; pero, que tal si tomamos una postura distinta y esa postura es la de volver a recordar de donde Cristo nos rescató para tomar fuerzas y predicar Su palabra acompañada del testimonio vivo del Hijo de Dios en nuestra vida.

Identificar cómo era nuestra vida antes de que Él se revele cómo lo que es Él,  el Alfa y Omega, principio y final, es un gran ejercicio de gratitud y un impulso para poder contarle al mundo la verdad:

Él siempre fue antes que todo y cuando lo conocemos somos devueltos al diseño original antes de que todas las cosas fueran creadas.

Un diseño en el cual tenemos la vida misma, Jesús, somos libres y ya no somos esclavos del pecado, esa es la gran noticia. Veamos por las escrituras la historia de una mujer que al encontrarse con Jesús, su vida cambió y su testimonio produjo un avivamiento en su ciudad.

Jesús y la mujer samaritana

 “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.  La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;  porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.  Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.  Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo”. Juan 4.

Sed natural y Sed espiritual

La mujer samaritana se acercó al pozo por una necesidad natural, ella necesitaba beber agua natural pero Jesús conocía la sed espiritual que ella portaba en su interior, esa sequedad interna que necesitaba ser saciada por el agua de vida, Jesús.

  • Lo primero que tenemos que entender cuando se trata de evangelismo es que todas las personas poseemos dos tipos de sed: Sed natural: que se sacia con lo natural. -Sed espiritual: que se sacia con Cristo.

Así como la sed natural no puede ser saciada por algo espiritual, la sed espiritual no puede ser saciada por agua natural.  En esa sed, que es necesidad que las personas poseen de Cristo es donde nosotros debemos manifestar su Reino y darles a conocer el agua de vida.

“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.  Juan 4:14
  • Lo segundo que debemos comprender es que Jesús impacta la vida de la mujer Samaritana no solamente con sus palabras, sino con su poder y su amor manifestado, dando a conocer, que Él conocía su historia de vida, sin necesidad que ella se la tenga que contar.

Su Palabra + Su poder= Su amor.

Ni las palabras de Jesús son más importantes que Su poder, ni su poder es más importante que Su palabra, ya que su poder opera por medio de Sus Palabras y Sus palabras operan por medio de Su poder y todo esto es su eterno amor manifestado en nuestra vida. Jesús nunca nos deja iguales, Él nos transforma.

La mujer samaritana no calló su testimonio. La mujer samaritana luego de ser impactada por el amor, las palabras y el poder de Jesús comenzó a evangelizar a toda su ciudad a través del testimonio del Hijo en su vida, muchos se acercaron a Jesús por causa del testimonio de esta mujer.

Te animo a que no calles la obra del Hijo en tu corazón.

Cantautora argentina, estudiante en EMBA (escuela de música de Buenos Aires). Actualmente trabajando y participando activamente en la comunidad Iglesia cristiana para la ciudad. Amante de la escritura y autora del libro de poesías “El artista” . Con una carrera artística, musical en pleno proceso y crecimiento.