Desde que me involucré en Cru como misionero de tiempo completo, ha sido un motivo de ánimo, motivación y energía el esfuerzo de la organización para desarrollar de manera integral a sus misioneros. 

Eso hizo una diferencia en mi vida y Dios lo usó para ver fruto y tener la seguridad de que estaba en un sitio donde era valorado y apreciado y, de esta manera, permanecer sirviendo con la profunda convicción de estar en el lugar al cual Dios me había llamado para cumplir Su propósito para mi vida. Además, mientras viajaba por el mundo, sirviendo mayormente en las universidades, tenía la certeza de que Dios me estaba equipando para la tarea. 

¿Cómo desarrollamos a los líderes que necesitamos para hacer un impacto para y por Cristo en una cultura que cambia tan rápidamente? ¿Por qué necesitamos abordar este asunto? 

Pensemos en los resultados de alguien que está en una posición de liderazgo pero es incompetente en lo profesional, personal y espiritual. Cuando esto ocurre, las personas experimentan conflictos sin resultados espirituales. 

Es por esto que nadie desea trabajar con un líder con estas características, porque no habrá frutos y abundará la frustración. Tampoco habrá motivación, la visión será difusa, no habrá dirección, la falta de amor y compañerismo será notable, y el agotamiento empujará a la gente a alejarse de un grupo donde el líder manifiesta una evidente falta de relación con Dios y ausencia de convicciones bíblicas. 

En contraste, imaginemos lo que sucede en un grupo donde el líder dirige y es un modelo de una vida espiritual profunda. Una persona cuyas habilidades de liderazgo son una evidencia de un sólido caminar con Dios y de un escuchar al Señor cotidianamente. Una persona de carácter e integridad. Este tipo de líder tiene una influencia espiritual notable en las vidas de aquellos que lo rodean y lo seguirán a todas partes. 

Por lo tanto, el desarrollo del liderazgo de aquellos que sirven al Señor, y en definitiva de cualquier cristiano, es un componente absolutamente esencial en nuestra búsqueda de tener un impacto poderoso para Dios, por lo que si fallamos en esto, no produciremos la clase de líderes necesarios. Dios nos ha llamado a amar y cuidar a las personas, si no lo hacemos, no tendremos los resultados deseados. Pero si caminamos en la senda correcta, veremos a Dios usándonos para formar siervos poderosos que dirigen por amor, que llevan la gente a Cristo y se involucran con ellos en un proceso de desarrollo espiritual que se reproduce de generación en generación. 

El desarrollo de liderazgo es la expansión de la capacidad de una persona para que sea efectiva en los roles y procesos del liderazgo, esos que permiten que los grupos de personas trabajen juntos en maneras productivas y significativas.

Mario Bloise

El desarrollo de liderazgo debe contemplar la capacidad, motivación y dones que Dios ha dado a cada persona, y que deberían combinar con la posición y responsabilidades que ellos tienen. 

Cuando estamos involucrados en el desarrollo de líderes estamos demostrando que cuidamos y nos interesamos por las personas. Todos queremos ser cuidados, ser tenidos en cuenta, y todos deseamos que nos ayuden a desarrollar las capacidades que Dios nos ha dado para cumplir su propósito. Cuando invertimos tiempo, dinero y energía, estamos demostrando a las personas que estamos comprometidos con ellos para ayudarlos a ser buenos siervos de Dios, a tener fruto y a crecer espiritualmente. 

Dentro del ministerio tenemos una variedad de imágenes mentales de lo que es un líder llamado por Dios a servir en ese rol:


-El pionero, emprendedor, iniciador, fuerte, enérgico y visionario.
-El pastor que sirve, cuida y es sensible. 

-El maestro profundo y espiritual, orador público.
-El administrador y planificador, organizado y disciplinado. 

Deseamos y necesitamos líderes con diferentes competencias ministeriales. Esto implica que se necesita tener más énfasis en maximizar los equipos de liderazgo para equilibrar estas necesidades. Un equipo que busca resultados, deberá tener en cuenta la necesidad de contar, en la medida que crece, con estas capacidades o roles que aseguren un equilibrio en las tareas planificadas. Cada etapa de crecimiento necesitará un tipo de liderazgo más visible. Al principio será necesario un líder visionario, enérgico, emprendedor, mientras que en otra etapa será necesario un líder planificador, organizado. En otro momento será imprescindible un líder pastor que cuide y cree un ambiente de aceptación y ánimo. 

Las áreas de desarrollo que debemos tener en cuenta son: 

– Madurez personal y espiritual.
– Habilidades ministeriales prácticas.
– Equipamiento bíblico y teológico. 

– Equipamiento profesional.
– Equipamiento personal.
– Equipamiento organizacional. 

Bill Lawrence, en su libro Pastorado Efectivo, menciona que desarrollar a otros es un propósito que debe llenar nuestras mentes, consumir nuestra energía, ocupar nuestro tiempo, y convierte nuestras vidas en un resplandor de la gloria de Dios. 

Todos estamos de acuerdo que el desarrollo de los líderes es un imperativo. Pero recordemos que solo Dios puede producir el cambio profundo en la vida interior. El Espíritu Santo produce Su fruto y Su Palabra es fundamental. 

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12 LBLA

Mario Bloise: Director ejecutivo de la Red Sembradores. Cofundador, director ejecutivo y profesor de la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires.

La Facultad Teológica Integral de Buenos Aires es una institución inter-denominacional que nace de la Red de Sembradores y tiene el propósito de formar ministros y líderes laicos con la mayor exigencia académica, teológica y bíblica. Actualmente, es la única institución académica en Argentina que provee una Maestría en Divinidad.