Diciembre es un mes especial porque recordamos y celebramos la llegada de Jesús, el Salvador del mundo. Si bien todos los reflectores apuntan a Él, no puedo dejar de conmoverme por el rol protagónico que Dios le da a la mujer con la llegada de su Hijo al mundo.

Dios decidió romper paradigmas al tomar la forma de su creación para redimirla, siguió desafiándonos a través del ministerio ejemplar desarrollado por su Hijo, y hoy nosotros seguimos ese camino con su Espíritu morando en nuestra vida. La forma en la que el Dios del universo decide venir al mundo es a través de la gestación de su hijo en una mujer, adolescente y virgen: ¡qué idea controversial para la época!

En el contexto en el que Jesús es engendrado, reflexionemos sobre qué habrá sentido María al recibir la noticia de que en su vientre estaba quien sería Emmanuel, Dios con nosotros. No puedo dejar de preguntarme qué habrá pensado su entorno y el pueblo judío al enterarse de que su Mesías vendría a la Tierra en forma de bebé, luego de haber sido engendrado por una adolescente comprometida a casarse. 

Pero “Dios escogió lo despreciado por el mundo, lo que se considera como nada, y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante» (1 Co. 1:28).  Y así de contracultural es el valor que Dios le da a la mujer y que Jesús resignifica en su paso por la tierra (la mujer y el manto, la mujer samaritana, la mujer y el frasco de perfume, etc.). Quiero animarte a que hagas el ejercicio de ponerte en los pies de esa adolescente quien se convierte en madre sobrenatural y repentinamente.

¿Qué cosas pasarían por su corazón y mente para poder responderle a Dios “soy la sierva del Señor, que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí”?

1. Dios te ve, te escoge y te favorece. Cuenta el relato en Lucas 1 que Dios envía al ángel a darle la noticia a María y le dice: “Tú has recibido el favor de Dios, el Señor está contigo”. Jesús podría haber hecho su llegada como adulto, con una corona y un ejército detrás de él, pero ve a esta adolescente llamada María, la escoge y le da su favor. Eso mismo sucede con tu vida: eres vista, escogida y favorecida por Dios.

2. Dios te da propósito en la condición en la que te encuentra. Dios no le pidió a María que primero cumpla con una lista de requisitos para luego llevar a cabo los planes sorprendentes que tenía con su vida, sino que en ese mismo momento se devela el misterio sobrenatural para el que la había escogido. Abre tu corazón al obrar de Dios en tu vida y te sorprenderá lo que su mano llena de gracia hará con y por ti.

3. Dios te sella para siempre. Cuando María tuvo ese encuentro con el ángel, creyó y se dispuso, su vida no volvió a ser igual. “Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí” (Lucas 1:48-49). Deja que el Dios del universo selle tu vida para siempre en tan solo un encuentro genuino e íntimo con él. 

Que estos días podamos leer los evangelios nuevamente (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y encontremos ejemplos inspiradores de cómo Dios ve y da valor a la mujer. Tú eres una de ellas, anímate a vivir la historia que Él diseña contigo respondiendo a su llamado como María, “que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí”.

28 años.Casada con Nicolás Vilaseca con quién son padres de Ian. Traductora Pública de Inglés, trabajó como docente y hoy se desempeña como Project Manager en una empresa de interpretación remota. Autora del libro Dormancia y, por sobre todo eso, ama a Jesús con todo lo que es.