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El rostro que imaginamos de Dios: ¿tirano, lejano o amoroso?

Por Dr. Pablo Polischuk

¿Con qué cara Dios nos mira? ¿Cuál es nuestra imagen de Dios?

Una encuesta realizada por investigadores de la universidad Baylor de Texas (Baylor Religion Survey, 2006) ha arrojado resultados acerca de la desconexión que existe entre las creencias acerca de la imagen de Dios basadas en proposiciones bíblicas –un Dios benevolente y amoroso– y su experiencia personal, caracterizada por cierta aprensión hacia un Dios a quien consideran distante, crítico, rencoroso y castigador.

La percepción de la imagen de Dios derivada de las respuestas de los participantes ha sido agrupada en cuatro categorías: Un Dios

  • 1- Autoritario (31.4%), enojado;
  • 2- Crítico (16%), poco accesible y desilusionado con sus criaturas;
  • 3- Distante (24.4%), quien, aun cuando no está enojado, no necesariamente se involucra con los asuntos cotidianos de las personas; 4
  • 4- Benevolente (23%), activo y partícipe en la vida de los creyentes, no tan castigador como el Dios autoritario. Los ateos, quienes descartaron la creencia de que Dios no existe, representaron el 5.2% de los participantes.

Las posibles causas de la disonancia cognitiva entre las creencias formales y las existenciales han sido exploradas en términos del efecto del desarrollo temprano de las personas, la dinámica familiar, tales como la noción del apego a los progenitores vertidos en esquemas relacionales inconsistentes, provocadores de ansiedad, ambivalentes, su carácter áspero, abusivo, castigador, etc., los posibles traumas emocionales experimentados en el pasado (abusos físicos y sexuales, negligencia).

La neurobiología interpersonal nos provee datos que corroboran el hecho que las mentes forman mentes, los cerebros forman cerebros, debido al arrastre sensorial, cognitivo y emocional (cara a cara) mediado por neuronas espejos que registran las experiencias tempranas y formatean el desarrollo de las percepciones, las atribuciones de significado y las emociones que entran en juego en el desarrollo del carácter y el apego interpersonal.

Estos factores negativos pudiesen entrar en juego y afectar positivamente o impedir el desarrollo de una imagen positiva de Dios y menguar el goce de una relación satisfactoria con Él.

Los modelos mentales negativos acerca de un Dios autoritario, crítico, juzgador, enojado, y constantemente desilusionado, al cual es necesario aplacar de alguna manera, al ser alojados y consolidados en las mentes de las personas, pueden afectar el desarrollo del carácter y la conducta del creyente y sus atribuciones de significado a la realidad espiritual; no encomian ni refuerzan su sentido de bienestar emocional-espiritual –su paz, sosiego y confianza; no instan al establecimiento de una relación personal deseable que goce de su amor. Resulta difícil sentirse cobijado, seguro, tranquilo y feliz en la presencia de un padre airado, crítico, distante y castigador.

En general, la perspectiva cristiana ha sido polarizada, dando lugar a los extremos que pintan a un Dios sonriente y accesible vs. un Dios huraño y distante al cual hay que aplacar. Por un lado, el cuadro de un Cristo sonriente que abraza al pecador pudiese negar la realidad de sus reclamos de tomar su cruz, de desarrollar su carácter santo, recto y sobrio, e imitar su conducta abnegada, y tener en mente su segunda venida, acompañada de juicio y de galardón; por el otro, el Cristo airado, demandante, y amo absoluto (Señor), pudiese ofuscar la confianza en su amor benigno y su gracia unilateral e incondicional hacia el creyente.

La carencia de reconocimiento de las imágenes distorsionadas y polarizadas de Dios afectan la efectividad con la cual el discipulado es efectuado y a las relaciones interpersonales en la comunidad de fe son actualizadas.

Dado el hecho que, en general, la imagen airada y crítica ha prevalecido en las mentes sujetas a las enseñanzas doctrinales entre nuestras congregaciones, es justo balancear el encuadre y pintar una imagen positiva que corresponda al Dios cuyo rostro es alegre, que se goza sobre su pueblo, que canta con júbilo acerca de sus criaturas según lo expresa Sofonías: «Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor [o, te apaciguará, sosegará con amor], se regocijará sobre ti con cánticos (3:17, parafraseado, con énfasis añadido).

El profeta Sofonías anticipó el cautiverio de Israel en Babilonia y su regreso a la tierra prometida; anunció el castigo divino que sería aplicado debido a su desobediencia a Dios, su derrota y degradación espiritual. Sin embargo, luego del cautiverio devastador, la promesa de restauración por parte del Dios fiel es dada, acoplada a una imagen descomunal de Dios, registrada como una representación denotativa de la imagen de Dios quien se goza y canta con júbilo porque se siente feliz y se deleita al contemplar a su pueblo: Un Dios que cambia el oprobio en libertad y el llanto en alegría, cuyo rostro es sonriente.

En línea con la perspectiva de Sofonías, la visión profética-escatológica de Jeremías expresó el deseo de Dios de restaurar y bendecir a su pueblo, de establecer finalmente un Nuevo Pacto, y darles un nuevo corazón y un nuevo camino, embargado de emociones positivas: «Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.» (Jeremías 32:37-42).

El término expresivo del amor de Dios usado por Sofonías no se refiere al amor fiel (hesed) característico de su pacto, sino al amor pasional (ahaba), similar al amor de Jacob hacia Raquel (Génesis 29:20), o al amor de David hacia la ley de Dios (Salmo 119:97). Denota antropomórficamente la emoción profunda, el sentir hondo que insta a Dios a amar a su criatura, contemplándola con un rostro sonriente y feliz. Insta integralmente a la criatura –desde sus neuronas espejo a capacidad cognitiva-emocional y espiritual– a relacionarse cara a cara y corresponder de la misma manera y amar a Dios con todo su corazón y todas sus fuerzas.

Es necesario balancear nuestra perspectiva acerca de la imagen de Dios y considerar su rostro radiante, tal cual es registrada en el salmo vespertino de David: «Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.» (Salmo 4:6), y considerarlo en línea con la bendición antigua, «Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.» (Números 6:24-26).

Como pueblo de Dios actual, somos encomiados a contemplar –por fe– la imagen del Dios radiante –positiva y feliz– y a cantar con júbilo, por el hecho de haber sido redimido de la esclavitud del pecado y del oprobio de satanás, y de gozar de la paz y de la comunión pericorética con Dios; el apóstol Pablo nos insta a contemplar la faz radiante de Jesucristo y ser transformados a su semejanza (2 Corintios 3:18). El Dios alegre nos insta con su Palabra: «Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal…» (Sofonías 3:14-15). De modo que, al contemplar su imagen, es propio usar el refrán «Sonríe, Dios te ama.»

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La Facultad Teológica Integral de Buenos Aires es una institución inter-denominacional que nace de la Red de Sembradores y tiene el propósito de formar ministros y líderes laicos con la mayor exigencia académica, teológica y bíblica. Actualmente, es la única institución académica en Argentina que provee una Maestría en Divinidad.

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