Buenos Aires, 24 de noviembre del año 1991. Una familia del chamamé, oriunda de Alvear, un pueblo de la provincia de Corrientes viajaba en un auto con destino a su próxima presentación musical. A la altura de la estación de Merlo, el chofer decide cruzar el paso a nivel a pesar de que la barrera estaba baja y la campana avisaba que el gigante de hierro se aproximaba. 

Solo hubo tiempo para escuchar un desesperado grito: “¡Cuidado con el tren!”. Grito que solamente sirvió para anunciar el golpe inminente. Los vidrios estallaron, las chapas se doblaron, el aire caliente del enorme motor y el olor a quemado invadieron ese auto gasolero que cada vez se hacía más pequeño. 

El tren de la línea Sarmiento embistió a esta familia, arrastrándolos por más de sesenta metros, dejándolos muy próximos a la zona altamente electrificada. Cuando la policía y los bomberos llegaron para intentar retirar sus restos, se encontraron con la sorpresa de que las cinco personas que viajaban dentro de ese auto estaban con vida. 

Y no solamente ellos se hallaban intactos, sino que los instrumentos que iban dentro del baúl lo estaban también. El mensaje era muy claro, Dios les había dado una segunda oportunidad, Él había frenado aquel gigante de hierro justo a tiempo para evitar el trágico final, convirtiendo aquel terrible accidente en un milagro increíble.

A partir de ese día, esta familia decidió cambiar el nombre de su agrupación, que hasta esa fecha había sido el de Juan Domingo Souza, por Tupa Noy, que en guaraní significa ‘Bendición de Dios’. Y se comprometieron a aprovechar esa milagrosa segunda oportunidad para continuar haciendo la música que tanto amaban, el chamamé.

Pero ya no como antes, sino que ahora el objetivo de sus letras y melodías sería el de agradecer al Señor y contarles a todos acerca de lo que Él había hecho en sus vidas. Fue así como comenzó la historia de este grupo de chamamé, que decidió luego radicarse en Buenos Aires para así poder dedicarse a tiempo completo a esta misión encomendada.

Tupa Noy tiene grabados 16 discos hasta el día de la fecha, han tenido el privilegio de recorrer 21 provincias argentinas, además de países como Brasil, Paraguay, Uruguay, Alemania, Holanda, Bélgica y Suiza. Y en cada escenario que Dios les permitió estar, haya sido multitudinario o no, han llevado el mismo mensaje, un mensaje de salvación, que brinda esperanza y alegría a quienes se acercan a escuchar y deleitarse con su música de chamamé.

Tupa Noy, una familia de tres generaciones de músicos

La primera está formada por Juan Domingo Souza en la guitarra y Noelia Pereyra en el sapucay. La segunda, por Darío Souza en el acordeón y Mónica Souza en la voz principal, Alfredo Balmaceda en la guitarra y María Rosa Bernardi en el bajo. Y la tercera, por Genaro Souza (17) en el bandoneón y canto, Millán Souza (9) en la voz y quien tiene el placer de dirigirse a ustedes para contarles nuestra historia, Adriel Balmaceda, en el acordeón. 

Personalmente debo decir que, a pesar de no haber estado allí en aquel accidente, soy más que consciente del hecho de que si mis padres hubiesen fallecido bajo las ruedas de aquel tren, yo no habría venido a este mundo tres años más tarde. Es así como este milagro nos abraza a toda la familia.

Cada año, cuando llega el 24 de noviembre, nos juntamos para recordar aquel día, y a todos nos desborda una gratitud inconmensurable. No solo por lo que el Señor hizo en 1991, sino por todo lo que ha hecho a partir de allí. Nos ha sostenido y resguardado, nos ha levantado una y otra vez, nos ha puesto en lugares que jamás imaginamos, y nos sigue demostrando que está con nuestra familia en todo momento. Dios ha sido fiel.