Tuvimos el agrado de dialogar con Santiago sobre el ministerio que desarrolla con cristianos perseguidos, el perdón y cómo es ayudar en medio de la persecución cristiana a nivel mundial.
Además, explicó cómo desde Argentina o los diferentes países de América Latina podemos orar e interceder por nuestros hermanos torturados en Medio Oriente y África, en su mayoría.
Surgimiento del ministerio
Servimos a la familia que sufre persecución. Richard, fundador del ministerio quien junto a su esposa estuvo más de catorce años preso, y la mayor tortura la vivió con el comunismo. Decidieron entonces ser la voz de aquellos que, como decimos nosotros, no tienen voz, que el día de hoy están en una prisión, están perdiendo sus familiares, y eso es lo que hacemos: tratar de asistirlos de manera práctica y de manera espiritual, sobre todas las cosas.
Nuestro trabajo hoy en Argentina y en América Latina es unir al Cuerpo de Cristo. Siempre me gusta decir: “No hay la Iglesia perseguida y nosotros”. Toda la semana, tenemos reportes de lo que está pasando en el mundo y de lo que como organización podemos ir haciendo, que es una gotita en un mar inmenso. Pero vamos con eso, y creo que hemos decidido, como organización, contar, ponerles nombres, rostros a las oraciones que se están levantando.
Yo me pregunto: ¿qué pasaría si fuera realmente tu hermano de sangre, tu mamá, tu hijo o lo que sea? Uno se preocupa por su propia familia, por eso le pedí a Dios: “Quiero sentir eso para orar por mi hermanos y para actuar”.
Lo que sucede hoy en día con los perseguidos
Hay mucho por hacer. El año pasado, asistimos a cuatro millones de hermanos de manera directa, y su pedido número uno es oración. Es impresionante ver cómo Dios se mueve a través de nuestras oraciones y cómo nuestros hermanos son fortalecidos de manera sobrenatural.
No somos una agencia misionera; no enviamos misioneros, solamente asistimos a nuestra familia bajo persecución.
Cuando empezó la persecución en Jerusalén, los discípulos tuvieron que salir de su lugar. Esto fue, entonces, para que se desplazaran y no se acostumbraran a Jerusalén. Y muchas veces nos pasa que nos acostumbramos a nuestras cosas mientras que Dios nos está diciendo: “Vayan, lleven el Evangelio a toda criatura, a toda tribu, lengua, nación, hasta lo último de la Tierra”.
Actualmente, hay 80 naciones que persiguen a la Iglesia y tenemos mucha gente en diferentes países; también trabajamos con ministerios asociados, que nos permiten alcanzar y dar asistencia a lugares a donde nosotros no llegamos; lógicamente, por una cuestión de cuidados, no damos mayores detalles sobre esto.
El deseo del ministerio
Nuestro deseo es servir al Cuerpo de Cristo, en esta unidad. Con ese fin, hemos elaborado materiales. Una facilitación de seis sesiones que son para las iglesias en las cuales hablamos de la persecución y tocamos temas como sacrificio, valentía, gozo, perseverancia, perdón, fidelidad a la luz de la Escritura y de la Iglesia perseguida, con un testimonio.
No estamos en el país por ofrenda, solo queremos asistir a nuestra iglesia y, por sobre todo, anhelamos que se levanten iglesias que oren por sus hermanos desde Argentina y hasta lo último de la Tierra. Ese es nuestro objetivo.
Queremos que la Iglesia adopte este mensaje y empiece a orar; que en cada reunión que tengamos en nuestras congregaciones no nos olvidemos de clamar, porque ahora mismo están torturando a alguien (y a muchos, diría). Muchos hogares están siendo irrumpidos, y se están llevando a su papá, su hijo o su hermana.
Tomarlo como propio
Hebreos 13:3 dice: “Acuérdense de los presos como si ustedes fueran compañeros de la cárcel y de los que sufren, los que son maltratados, como si ustedes sintieran en carne propia el dolor de ellos”. Y esa es mi oración y nuestra oración, es un versículo lema. Somos por naturaleza seres sentimentales; necesitamos sentir, ver, para actuar. Que el Señor ponga en nuestros corazones el decir: “No me voy a dormir un día sin clamar por nuestros hermanos”. Este trabajo recién empieza en Argentina y en América.
A veces, pensamos que hay persecución en Corea del Norte, en Afganistán: ‘Uh, allá, tan lejos”. Pero también la hay en el sur de México, Colombia y Cuba, lugares donde les sacan la piel a los pastores, los cuelgan, los crucifican, queman iglesias. Verdaderamente, la Iglesia tiene que prepararse.
Creo que va a venir un tiempo en que no va a haber lugar para grises: será blanco o negro. Y la pregunta que yo me hago cada día y nos hacemos como familia: ¿qué costo estoy dispuesto a pagar por Cristo y para llevar el mensaje?