“La Biblia es una colección de cartas, poemas, historias, visiones, oráculos proféticos, sabiduría y otras clases de escritos. El primer paso para una buena lectura y comprensión de la Biblia es acercarse a esta colección de volúmenes como la diversa clase de escritos que es, y leerlos como libros completos”, así inicia el apartado que da comienzo a las Biblias de la Nueva Versión Internacional. La idea es darle al lector las herramientas para que entienda a la Palabra de Dios como un diálogo continuo con su creación: el hombre.
En general, la Biblia es una narración. Estos libros se unen para contar la verdadera historia de Dios y su plan para enderezar de nuevo al mundo. Esta historia de la Biblia se desarrolla naturalmente en seis actos principales. Pero no una narración cualquiera, sino la de un drama (o varios). Como tal, al leer las Escrituras uno toma protagonismo al identificarse con los personajes, y al entender que Dios nos está hablando aún hoy a través de las líneas sagradas de cada libro, capítulo y verso. El drama es una historia en acción. La Biblia se escribió para que pudiéramos entrar en su historia. Significa que debe vivirse.
ACTO 1: La Intención de Dios — Escena primera
Tenemos al Creador de todo jugando con materia y componentes químicos. Planificando un mundo sin sobresaltos para su futura creación: el hombre y posteriormente la mujer, la compañera que le brindó. Había desorden. Estaba todo mezclado. Pero en su mesa llena de tubos de ensayo comenzó a mezclar ingredientes, a limpiar el desorden, a darle luz a la oscuridad y forma a lo amorfo.
“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dios consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas. Y dijo Dios: ‘¡Que exista la luz!’ Y la luz llegó a existir. A la luz la llamó ‘día’, y a las tinieblas, ‘noche’. Y vino la noche, y llegó la mañana: ese fue el primer día”, Génesis 1:1-5.
Es evidente que la magnánima mente del Creador comenzaba la Historia de la Humanidad, aunque hasta aquí es sólo el escenario que se comienza a vislumbrar. Echarle luz a un cuarto oscuro es mostrar aquello que nadie quiere ver. Comenzar a darle orden al caos.
La luz de Dios es la que necesitamos en nuestras vidas para todos los días caminar hacia la Cruz y rendirnos ante Jesús por su amor tan grande. La luz del Creador pone en orden mi vida y la tuya, porque comenzamos a ver aquello que no nos hace bien, y que queríamos evitar. Pero ahora está frente a nosotros, como una montaña de basura que no nos permite ingresar a nuestro hogar. Hay que retirarla, quitarla de la vista y principalmente del paso. Permitir que el aroma a fresco y sano se disperse porque ya la podredumbre está siendo quitada del lugar que ocupaba.
“¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados”, Isaías 43:19.
El primer día de la Creación, que pudo durar 24 horas o 2 siglos, ya tenía al hacedor de todo haciendo algo nuevo. Hoy, todavía lo hace. Permite que el Creador juegue en su mesa de laboratorio y mezcle en sus tubos de ensayo el material con el cual te hizo. Permite que ponga luz en tu oscuridad y ordene tu vida. Créele que está haciendo algo nuevo en tu vida. Que este año sea uno lleno desafíos y esperanzas, aunque las noticias no sean las más alentadoras. ¡Dios sí puede y quiere transformar nuestras vidas!