Qué fácil es leer que Dios lo puede absolutamente todo, pero qué difícil es, en muchas ocasiones, bajar esta verdad al corazón, vivirla como certeza y hacerla nuestra cuando atravesamos pruebas.
No cabe duda de que el ser humano trata constantemente de demostrar su autosuficiencia, su capacidad de superación e independencia. Pero todo cambia cuando enfrentamos un desafío que va más allá de nuestras posibilidades.
Cuando llama a la puerta un “imposible” que quebranta el orgullo, nos lleva a pasar de la teoría a la práctica real de la fe y provoca el clamor por un milagro. La vida está llena de “imposibles”. Quizás se trate de la sanidad ante un diagnóstico médico adverso, el anhelo de forjar una familia o el deseo de que aquellos que amas conozcan a Cristo. Cada uno de ellos es una invitación para ver obrar la omnipotencia de Aquel que sustenta con sus manos la inmensidad del universo.
La realidad es que nuestros planes jamás serán mejores que los de Dios.
Estaba en Bogotá, Colombia, cuando el cielo me regaló una lección que me marcó para siempre. Mientras conversaba con Dios, escuché en mi corazón:
“Tu visión humana es muy limitada, pero desde la perspectiva eterna yo veo el mapa completo”.
Es como unas gafas que solo permiten ver tras sus pequeños cristales. Pero las lentes de Dios no tienen medidas ni dimensiones; con una nitidez perfecta, Él contempla el pasado, el presente y el futuro de cada persona.
Dios ve el mapa completo, mucho más allá del “imposible” que estás enfrentando ahora mismo.
Quizás tienes en tus manos una pieza del rompecabezas y una mente desesperada por saber el propósito final de esa obra. Pero no hemos sido llamados a resolver el rompecabezas de nuestras vidas, sino a confiar en que sus planes son mejores.
Según Isaías 55:8-10, Dios dice:
“Mis pensamientos no se parecen en nada a los de ustedes, y mis caminos están muy por encima de lo que puedan imaginar”.
¿Te cuesta romper con el velo de la incredulidad? ¿Luchas por creer que Dios tiene la respuesta a lo “imposible”?
Hay buenas noticias. Qué privilegio es reconocer que ya no caminamos en tinieblas, sino como hijos de la luz.
En Jeremías 29:11, Él declara:
“Pues conozco los planes que para ustedes tengo. Son planes de bien y no de mal, para darles un futuro y una esperanza”.
Dios nunca falla, aunque las circunstancias sean adversas y enfrentemos desiertos. Nada puede detener el propósito celestial.
La pregunta es:
¿Estás dispuesto a soltar el control de tu “imposible” y creer que Jesús tiene el mapa completo de tu vida?
Ora conmigo
“Jesús, necesito darte el control de mis imposibles. Ayúdame a descansar en ti, a creer en tu propósito y reconocer que tu bondad no se ha acabado para mi vida. Hoy decido aferrarme a tu Palabra, a tu plan y vivir este desafío como oportunidad para ver tu gloria en medio de mis limitaciones. Gracias, Jesús, por salvarme, perdonarme y amarme primero siempre. Amén”.