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El cansancio y la familia

El cansancio lleva nuestro nivel de tolerancia al mínimo y puede malograr un hermoso momento familiar ¿Cómo hacemos para evitarlo?

Sin importar la manera en la que hemos llegado a ser padres y cabezas de un hogar, muchas veces luchamos con situaciones difíciles. Me refiero a aquellas en las que un problema parece estar ganando la pulseada a las ganas de seguir adelante. En muchos, esto lleva a la destrucción misma de la familia.

Para quienes hemos vivido esto, son comunes las circunstancias en las cuales nos vemos imposibilitados de salir por nuestros propios medios. Simplemente, no tenemos fuerzas. Estos son los escenarios en los cuales se pone en evidencia nuestra capacidad de transferir las cargas.

Digo “capacidad de transferir”, pues como cristianos sabemos que Cristo se presenta en nuestra vida deseando llevar esas dificultades, pero en muchos casos no logramos dárselas. El asunto es que nos apropiamos de las dificultades y no las queremos largar.

En una situación así estamos divididos interiormente. Por un lado, problemas que se deben solucionar y, por otro, una responsabilidad que no podemos descuidar mientras trabajamos en la solución de nuestros conflictos. Cuando pasa algo como lo que estoy relatando, nos sobreviene el cansancio.

El cansancio es la falta de fuerzas después de realizar un esfuerzo físico, intelectual o emocional.

Sucede porque, sencillamente, no tenemos descanso. ¿Cuántos no se sintieron así alguna vez? Todos lo hemos experimentado.

El cansancio se suele presentar por aburrimiento, infelicidad, desilusión, fastidio, carencia de sueño o trabajo duro. En muchos de estos casos se trata de un cansancio obvio, que desaparece después de un periodo de descanso. Pero ¿y si no se va? Aquí llegamos al punto en el que los problemas producidos por nuestro estado nos van a complicar a nosotros de manera personal, y a nuestra familia como consecuencia.

Tipos de cansancio

Cansancio físico: Es la reducción de la energía física, la cual provoca dificultad o desánimo para realizar las actividades diarias.

Cansancio mental: Se trata de la dificultad en la concentración, falta de memoria y bajo rendimiento intelectual.

Cansancio emocional: Sucede cuando experimentamos depresión, desánimo, falta de optimismo, irritabilidad, pérdida del apetito, llanto, tristeza profunda. Estamos llenos de cargas y emocionalmente deshechos. Todo esto nos lleva a no tener motivación para buscar tener una vida espiritual plena.

El cansancio es una condición que nos acecha a todos, y debemos estar atentos a las situaciones que nos llevan a él. Jamás nos olvidemos que el maligno es muy astuto, y aprovecha esa circunstancia de debilidad para atacarnos. La fatiga nos hace cobardes a todos, y en esa cobardía perdemos o dejamos pasar momentos realmente importantes.

Hay un ejemplo de la Palabra que grafica bien esto. Génesis 25:30 cuenta la historia de cómo Esaú perdió su primogenitura por un plato de comida, atribuyendo su decisión a lo cansado que estaba. Él es la muestra de que podemos perder lo que tenemos a causa del cansancio.

En Mateo 26:40-43 encontramos también cómo los discípulos de Jesús no habían podido estar orando con Él porque se quedaban dormidos. Entendamos que dejamos de hacer lo que tenemos que hacer por estar cansados, y muchas veces los principales perjudicados de nuestro estado son los miembros de nuestra familia.

Nuestros cónyuges y nuestros hijos reciben poco tiempo y, cuando lo reciben, tan solo es el resto que sobró de nuestro día. Al no ser intencionales en separar un tiempo de calidad, ya no hay fuerzas para compartir con ellos al final de una larga jornada de actividad. El cansancio lleva nuestro nivel de tolerancia al mínimo, y un momento familiar que debería ser hermoso, puede resultar poco agradable.

¿Cómo evitamos el cansancio?

Primero debemos ser personas equilibradas, aunque eso nos resulte difícil de lograr. A su vez, debemos darle relevancia al descanso (en todos los planos que vimos), y verlo como una actividad fundamental.

El Salmos 127:2 dice: “En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados”.

A veces la actividad más espiritual que podemos hacer es irnos a dormir. Es increíble cómo podemos ver mucho mejor las cosas después de haber dormido bien en la noche. Veamos algunos otros tips prácticos para mantener nuestro ser saludable:

-Solucionar primero las cosas más importantes del día, cuando tienes más energía y mayor lucidez.

-Depositar en el Señor las cosas que no puedes solucionar y descansar en su presencia. Que tu vida de oración te lleve a transferirle a Él sus cargas.

-Guardar tiempo y energía para compartir con tu familia, pues de estos momentos obtendrás la motivación para continuar al día siguiente.

-No soltar a la familia, sin importar la gravedad de los problemas que estés atravesando.

No debes olvidar que Dios siempre llega a tiempo.

Jorge y Cecilia Libutzki
Jorge y Cecilia Libutzki
Pastores del Centro Familiar Cristiano, de Eldorado (Mnes., Arg.). Desde hace 10 años trabajan en el liderazgo, especialmente enfocados en a las familias. Buscan fortalecer a los matrimonios, ayudándolos a desarrollar un ámbito familiar sano.

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