Fuimos creados para ser llenos de eternidad. Y esa eternidad comienza con Jesucristo, que lo llena todo.

En una serie de mensajes emitidos durante uno de los contextos más dramáticos para la generación de este siglo, el pastor Gustavo Lara nos trae una revelación fresca sobre la paternidad de Dios. La cual muchas veces tiende a disiparse a lo largo de los caminos sinuosos a los que puede llevarnos la vida. Hemos sido creados para adorar. Pero no es posible hacerlo si la silenciosa reverencia no se transforma progresivamente en disfrute. Nueve capítulos que nos guiarán a una mayor conciencia de lo que es verdaderamente una existencia de adoración continua.

“Podemos tener la real certeza de que en la medida en que más vayamos conociendo el inmenso amor de nuestro Padre Eterno cruzaremos de una alabanza mediocre y rutinaria a una adoración digna de Él”.

Gustavo Lara

La adoración no es algo que pueda reproducirse. Partiendo de esta premisa, se nos llevará a una segunda: no existe otra forma de agradar a Dios si no es de forma integral. Una vez que experimentamos verdaderamente la real, soberana y eterna presencia de la autoridad de Dios esto produce un mayor sentido de responsabilidad para corresponder a su amor. Y es imposible que esto surja del miedo. La adoración genuina produce un estado de profundo disfrute incapaz de satisfacerse en la mediocre reproducción impersonal.

Miren cuánto nos ama el Padre que somos llamados hijos de Dios. ¡Y de veras lo somos! Como la mayoría de la gente no conoce a Dios, tampoco reconoce lo que somos. (1 Juan 3:1 NBV)

¿Cuál es la evidencia de una persona quebrantada por el Espíritu? La respuesta: un corazón enseñable. La demolición de nuestra vieja naturaleza amanecerá con una nueva creación de Dios. Ninguna norma o reglamento, asegura el autor, podrá satisfacer nuestra alma impregnada con la imagen de Dios. Solo la eternidad podrá hacerlo, y la experimentación de la misma comienza ahora pues: “Todo lo que no nace a causa de disfrutar a Dios, es o será religiosidad”. (pp. 22). 

“En tanto que no tengamos su presencia, no tendremos su dirección. Su dirección en su presencia. Nuestra naturaleza carnal busca dirección sin haber disfrutado primero de la presencia del Señor, pero su presencia produce descanso y es allí, en el descanso, que su voz se hace más clara”.

Gustavo Lara

Alguien que no disfruta a Dios no puede llevar su fruto. Y el fruto, como alguna vez enseñó Jesús, no puede nacer por sí mismo. La pasión nace de una exposición directa a la verdad. Pero cuando las iglesias pierden ésta esencia, los estándares celestiales comienzan a rebajarse.

Así lo asegura el autor: una iglesia vacía de pasión y adoración, ambas producto del amor, ya no tiene razón de ser y se encuentra completamente vacía. ¿Durante cuánto tiempo solo hemos sido una carreta ruidosa sin nada dentro? Si reconocemos habernos estado moviendo de esa forma, solo Dios puede traernos de regreso y llenarnos otra vez de anhelo por su presencia.

“Dios es todo lo que necesitamos, si Él no es todo, siempre viviremos como si Él no nos fuera suficiente”

Witness Lee

Disfrutando del amor de nuestro Padre Eterno es un recordatorio para quienes hemos estado transitando la senda estrecha hace mucho, y una invitación a los recién llegados a la casa del Padre. Podremos, en algún momento, ser tentados por nuestra humanidad a limitar el contacto divino a una serie de fórmulas y métodos huecos que jamás saciarán nuestra sed. Pero el Padre, una y otra vez, nos invitará a las profundidades de su corazón. A través de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, y también a partir de obras como éstas.

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Título:  Disfrutando el amor de nuestro Padre eterno

Autor: Gustavo Lara

Año: 2021

Editorial: Autores Independientes

Tengo 20 años, soy estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Soy una amante de la música y las letras. Actualmente servidora en el equipo de alabanza juvenil TRECE30.