Me gusta mucho esta etapa en la vida. Una etapa donde nuestros problemas no son tan grandes, donde nuestras preocupaciones son el jugar, donde nuestra obligación es el hacer caso y aprender.
Ahora que lo pienso, los chicos también tienen problemas bastante serios como nosotros. Se me viene a la cabeza uno de esos recuerdos de cuando pasabas por un kiosco y sí o sí querías algo de ese lugar. A veces era un alfajor, una mielcita, un caramelo, una gomita o un chupetín, ¡y eso era tan importante!
“Tal vez haya que hacer un esfuerzo para ponernos en su lugar y entender esto, pero los chicos también tienen problemas”.
Que su mamá no le compre ese chupetín que tanto quería puede ser el fin de sus esperanzas y esa frustración puede ser el inicio de un berrinche tremendo con patadas al aire mientras mamá lo agarra y lo lleva de vuelta. Estoy seguro de que a vos te pasó y que también de chico o chica les hacías esto a tus padres.
Ser siempre niños
Ayer fue un día muy especial, celebramos el Día del Niño. Así que ¡feliz día! Porque tengas la edad que tengas todavía en vos está ese nene que un día fuiste. Hoy quiero contarte de aquel día cuándo Dios me sorprendió completamente por medio de la actitud de una niña. Y la historia comienza así:
Todo sucedió en la iglesia, en una santa cena especial que se celebraba. Vos y yo sabemos lo especiales que son esos momentos, recordamos el sacrificio por amor que Jesús hizo por nosotros y recordamos que Dios nos ama cuando estamos medio flojitos. En aquella santa cena Dios hizo algo muy sorprendente de lo cual no voy a olvidarme jamás.
Ese día yo no quería ir a la iglesia porque sabía que en un momento el pastor diría la siguiente frase: «Bueno, ahora vaya con su familia y tome la santa cena con ellos». No hay nada malo en esas palabras, es más, es súper lindo ver en ese momento a las familias reunidas. Pero a mí me recordaba que yo era el único de mi familia que asistía a la iglesia. Y sí, quería ahorrarme el momento.
En la mente los pensamientos venían y decían «no vuelvas a pasar ese momento solo, vas a ponerte triste, vas a sentirte solo». Mi predisposición era muy poca, ya mi cabeza había jugado un papel importante en esta situación. Llegué al lugar y me senté solo. Y como si fuera chiste, la silla de al lado estaba vacía, miré alrededor y la mayoría de las sillas estaban ocupadas, y pensé “¿nadie quiere sentarse acá?”
“En medio de la reunión, ahí cuando mi corazón se sentía triste, Dios decide hacer una más de sus locuras lindas”.
Por detrás se me acerca una nena pequeña, ella se asomaba con su carterita y con sus juguetes. Y de pronto esa silla vacía fue ocupada, miré al costado le dije, “hey, hola”, sí, ya la conocía a la nena, era mi amiguita.
Te pido perdón por adelantado si lo que vas a leer a continuación te parece muy tonto: yo me puse a comer comida de mentirita con la nena en plena reunión, ella era quien la cocinaba. En los siguientes minutos comí pizza y una hamburguesa con huevo frito ¿Quién lo diría, no? Dios de vuelta cambia situaciones, y sigue sorprendiendo a sus hijos.
Fui sin compañía ese día a la iglesia, estaba solo, estaba apagado. Pero en ese momento Dios decide mover el corazón de esa niña para que, con su imaginación y sus juegos, me enseñe a seguir confiando.
“Ese día Dios usó de manera sorprendente a esa nena, me enseñó, me corrigió y me abrazó simplemente con su presencia”.
Y por último sentí esas palabras «¿Lo ves? Yo sigo estando en los pequeños detalles, yo sigo escuchándote, yo sigo…». Una de las enseñanzas más grandes que marcaron mi vida no vino de un pastor, de un apóstol, de un profeta, la enseñanza ese día vino de esa nena.
¿Qué tal si nos esforzamos por ser un poco más como ellos? La nena no se quejó en ningún momento, más bien disfrutó sin prejuicios jugar conmigo en medio de la reunión. Ella estaba dispuesta a ser usada por Dios, ella ni siquiera se dio cuenta de la magnitud de la situación, ella solo fue movida por Dios.
Para vos qué estás leyendo esto, tengo unas palabras para terminar. Dejá un poco de lado las limitaciones que a tu edad te molestan, empezá a soñar como ellos lo hacen. Si un bebé está en los brazos de su papá o mamá siempre va a tener paz, aunque afuera de su hogar se está desatando una guerra. Animate a ser ese hijo e hija que descansa en los brazos de Dios. Si tenés promesas de Dios, creelo.
Vos solo dependés de Dios en cada área de tu vida, y así como a los chicos les ponen tarea en el colegio, hoy yo tengo una tarea, agarrá tu lapicera y anotá: